En Zero Fucks Given, Cassandra es azafata de una aerolínea de bajo coste. Con base en Lanzarote, siempre está dispuesta a hacer horas extra y lleva a cabo sus tareas con eficiencia robótica. Además, se deja llevar por la corriente y flota entre Tinder, las fiestas y los días de pereza. Cuando de repente la despiden, se ve obligada a volver a casa, para enfrentarse a aquello de lo que estaba huyendo.
- IMDb Rating: 6,4
- RottenTomatoes: 94%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
El castellano menos elegante posible, la traducción del título original de esta película, Rien A Foutre, bien podría ser «Me importa un carajo« (el título internacional de la película Zero Fucks Given podría igual ser más contundente aún) O, siendo aún más bestial, se podría usar una frase de reminiscencias un tanto más, ejem, genitales. Eso parece ser un poco la actitud de Cassandre, la protagonista del film, encarnada por Adèle Exarchopoulos, la célebre actriz de La Vie d’Adèle. Cassandre es tripulante de a bordo de una aerolínea de bajo costo llamada Wing y vive haciendo viajes breves por Europa, en general a locaciones turísticas. De hecho, la línea aérea tiene su base en la isla canaria de Lanzarote.
Su vida parece sencilla, rutinaria y a la vez –solo por momentos– divertida. Entre vuelo y vuelo, Cassandre vive de fiesta en fiesta, con rápidos encuentros vía Tinder, copioso consumo de alcohol y trata de estar lo más entera posible para enfrentar un nuevo viaje al otro día. Parece estar en un estado de suspensión permanente y lo mismo pasa con sus contactos con las otras chicas con las que trabaja, que cambian todo el tiempo y con las que tiene una relación apenas casual, pasajera, momentánea.
La opera prima de los realizadores franceses Emmanuel Marre y Julie Lecoustre dedica un buen tiempo a mostrar la rutina de Cassandre en un formato que coquetea con el documental. De a poco vamos viendo que ciertas cuestiones laborales se le complican. Hay huelgas en las que no quiere participar, sus jefes la retan por algunas actitudes no del todo acordes con el protocolo (sube a un vuelo con aroma a alcohol, en otro se apiada de una clienta y le regala una botella de vino que debería pagar, etcétera), pero ella sigue adelante con el trabajo aunque sabe que su continuidad pende de un hilo. Tiene un dato a favor que la ayuda: tiene buenos números de ventas de productos (comidas, bebidas, cosas de free shop, etc) y eso es algo que sus jefes aprecian.
Su sueño es entrar a una compañía más grande e importante «como Emirates» pero sabe que manejando apenas dos idiomas la tiene muy difícil. Y es así como se va más de la mitad de Zero Fucks Given, con Cassandre cambiando de roles y de responsabilidades en Wing, pero con la idea de que la carrera de la chica depende siempre de alguna decisión de algún jefe particularmente pesado. Pero en un momento en el que algunas cuestiones laborales se complican, la chica se va a pasar unos días a su hogar familiar en Bruselas, donde viven su padre y su hermana, y allí empezaremos a saber un poco más acerca de quién es y entender su actitud –sí, la del título– respecto a muchas de las cosas que enfrenta y vive.
No corresponde revelar más pero al saber detalles de su pasado familiar uno entiende muchas cosas acerca de Cassandre y de su manera de relacionarse con el mundo. También la ve sin la actitud y el uniforme laboral, convertida en una chica de barrio común y corriente, algo que Exarchopoulos suele hacer muy bien, ya que –dependiendo de la ropa, el maquillaje y la actitud– la actriz suele parecer casi otra persona. Parte de ese giro «actoral» –del personaje y de la actriz– se ve bien cuando, estando en Bruselas, tiene una entrevista de trabajo online con una aerolínea privada de lujo que tiene algunas características un tanto peculiares.
La estadía en Bruselas sirve también para darle un mayor peso dramático a la historia sin por eso transformarlo en un film excesivamente convencional por más que su trama de para eso. Su camaradería con su hermana, la relación curiosa que tiene con su padre y el reencuentro con sus amigos sirve para conocer más a la chica alejada del «personaje de azafata». Es una película que ganaría peso con una duración un tanto más breve (casi dos horas es mucho para la repetitiva tarea de la chica), pero pese a eso va logrando que el espectador se interese cada vez más en entender quién es y qué le pasa a la protagonista. Y la actriz es ideal para eso ya que su rostro es magnético y acapara la atención de la cámara y el espectador.
Zero Fucks Given también es un retrato visual inquietante acerca de todos esos no-lugares por los que pasa la protagonista: aviones, aeropuertos, hoteles, free-shops, pasillos y más pasillos, oficinas impersonales y shoppings casi idénticos entre sí. Sobre el final hace su aparición la pandemia de una manera que no llega a cambiar la trama de la película pero que permite suponer que de ahí en adelante quizás las cosas serán muy distintas para Cassandre. Aquello de volar por el mundo, ir «de boliche en boliche», de compras por Dubai y a la playa en Mykonos seguramente tendrá que tomarse un obligado descanso. O forzarla a hacer un cambio de vida. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)
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