En Win Win Mike Flaherty, un abogado sin suerte, dedica su tiempo libre a entrenar a los muchachos de una escuela de lucha libre. De repente, se le presenta la oportunidad de resolver sus problemas económicos defendiendo a un viejo cliente. Cuando el nieto de éste, un deportista muy prometedor, escapa de casa y se va con su abuelo, la vida de Mike da un giro verdaderamente inesperado.
- IMDb Rating: 7,1
- RottenTomatoes: 85%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
Se estrenó el viernes pasado la película de Tom McCarthy (Spotlight) Win Win, que cuenta la historia de un padre de familia, abogado, que se está quedando sin clientes en su pueblerino bufete de Nueva Jersey. Uno de los litigantes que acude asiduamente a su despacho es un anciano, con un primer brote de demencia, al que el estado quiere incapacitar. Aunque este hombre tiene dinero y hay una señora que lo cuida, quieren trasladarlo a una residencia, cosa a la que el viejo se niega rotundamente. El protagonista, necesitado de dinero, aceptará convertirse en el tutor legal de este hombre para cobrar la asignación mensual, pero demostrará pocos escrúpulos al internarlo, a pesar de haberse comprometido a permitir que viviese en casa.
Rara vez vemos a Paul Giamatti haciendo de buena persona. Si bien no se trata de un hombre íntegro, como algunos héroes cinematográficos, de persona con corazón y sentimientos. Resulta interesante, como cambio, ver a este enorme actor en un papel de estas características. No llegaría a decir que él es toda la película o que todo el mérito del film reside en el actor, pero sí encuentro que le aporta una gran humanidad y que ofrece grandes matices a un personaje que, quizá, en otras manos, se habría quedado plano o difícil de comprender. Alex Shaffer, el chavalín luchador es otro gran hallazgo de la película, ya que no compone el sempiterno retrato del adolescente que da malas respuestas a los adultos a un elevado volumen y se niega a ser sometido. En lugar de eso, se demuestra tímido y retraído, pero más que nada por los problemas que ha sufrido y en seguida lo percibimos como una víctima que necesita ser rescatada y no como un problema.
La esposa del protagonista, interpretada por Amy Ryan, está en una línea similar, pues si bien podría haber antepuesto una barrera de prejuicios contra el chico, en seguida la encontramos deseosa de acogerlo. La madre del joven, a la que da vida Melanie Lynskey –Heavenly Creatures,— no es ni mucho menos el estereotipo que se podría esperar de madre abandonadora. Los dos amigos del protagonista, Bobby Cannavale y Jeffrey Tambor, de The Visitor, son los que ofrecen la mayor dosis de particularidades a la película y la animan más.
No calificaría con aplomo a Win Win de comedia, ya que los golpes humorísticos son pocos y están muy repartidos, pero lo que claramente no llamaría a esta película es drama. Ni siquiera tragicomedia. Los conflictos presentados aquí están exentos de todo dramatismo, están trasladados como cotidianeidades sin peso. Siempre que algo pueda salir mal, saldrá peor, parece el lema de otro tipo de cintas, que sí hacen hincapié en el drama de lo que cuentan – Haggis o Iñárritu serían solo dos de los muchos ejemplos posibles— o en los telefilms que pueden tocar argumentos similares habrían salido mal. Aquí, por el contrario, las cosas van saliendo bien. Ni la madre es una yonqui terminal, claramente deplorable; ni el adolescente es problemático e insoportable, como suelen serlo en el cine y en la televisión, etc… Este acercamiento tranquilo y sosegado es lo que más aprecio del film. Y esa música de Bon Jovi le quita las pretensiones a todo.
Esta claro que este tratamiento desdramatizado conlleva el riesgo de que lo narrado aparente ser poco, de que parezca que no hay suficiente conflicto o que la película casi no va de nada, carece de trama. Esta sensación, que se puede sentir durante un largo tiempo del metraje, al final demuestra ser errónea, pues cuando todo lo planteado converge y llegamos a la resolución, nos encontramos sintiendo una gran emoción por esos personajes y compartiendo el final con enorme cercanía.
De los tres films de Tom McCarthy, quizá pueda ser éste el que me ha convencido en menor medida y esto se debe a lo dicho al inicio del párrafo anterior. Pero no quiero decir con ello que me haya gustado poco, sino que las otras dos las encontré deliciosas: The Station Agent y The Visitor. En todas ellas, los personajes son seres peculiares y, aunque esa constante se mantiene, en Win Win puede ser donde menos se explote. Tanto aquí como en The Visitor, una presencia inesperada y, en un principio, molesta, transformará la vida de los protagonistas para ayudarles a vivir más plenamente y a acercarse a su parte más humana. Sin caer en el sentimentalismo, McCarthy lo logra de nuevo.
Tomo el título de un cómic, ‘Los Combates Cotidianos’, para redactar el titular de esta crítica por algo que cualquiera que haya visto la película entenderá inmediatamente. Los combates se verán reflejados en las pequeñas y constantes peleas de los personajes contra la realidad, pero en también hay combates literales en el film, ya que el padre entrena a un equipo de lucha, disciplina en la que el joven pronto demostrará que es un campeón. La cotidianeidad la he mencionado más arriba. Y recalco que es más externa que real porque esas luchas aparentemente sin importancia están cambiando por completo las vidas de esos personajes que las ocupan.
Podría parecer contradictorio argüir que lo que más admiro de la película es lo que hace que no me entusiasme. Aplaudo ese posicionamiento en la teoría, pero entiendo que, en la práctica, entraña su contrapartida. Pedir que una película plantee bien sus conflictos sin recurrir al exceso de drama y enganche sin aspavientos es mucho pedir y, si bien Win Win, casi llega a lograrlo, tiene un arranque en el que parece que renquea y que no va a presentar interés. La particularidad de sus personajes quizá no es tanta como en anteriores films del autor y por ahí reside esta falta de completitud. Se trata, en resumen, de una película pequeña, sosegada, tranquila, sin picos de intensidad dramática a lo largo de su desarrollo. Para bien y para mal. Se agradece, como cambio, como forma de ver algo que no es lo de siempre. No obstante, podría parecer lenta en su transcurrir y demasiado minimalista para quienes busquen historias más fuertes. (Beatriz Maldivia – Espinof.com)
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