En Viy, un joven sacerdote debe orar durante tres noches frente al cuerpo de una bruja, en una pequeña iglesia de una aldea remota. Versión del cuento de Nikolai Gogol.
- IMDb Rating: 7,4
- RottenTomatoes: 79%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
«Viy es el título de una hermosa leyenda ucraniana, una maravillosa creación de la fantasía popular. Este nombre corresponde al rey de los gnomos, el jefe barbudo cuyas pestañas son tan largas que casi llegan al suelo. Esta leyenda es la que les contaré ahora tal como la he oído, intentando hasta donde me sea posible no cambiar nada de la ingenua sencillez con que la escuché contar.» (Nikolai Gogol)
En las primeras imágenes que pude ver de este film, ya me percaté de sus claras diferencias con el cine que frecuentemente consumimos. Una fotografía diferente, una forma de interpretar alejada de lo estándar y sobre todo, una historia que no se asemeja a nada que me venga en mente. Este trabajo cinematográfico soviético llamado Viy de finales de los 60, traslada el cuento de Nikolai Gogol, a la gran pantalla con un interesante aliento de fábula y al parecer, una admirable recreación de su original.
Nos traslada a la antigua Unión Soviética, donde un recién nombrado sacerdote se ve en la obligación de orar durante tres noches consecutivas la muerte de una joven de un pueblo remoto, a kilómetros de ninguna parte. Anteriormente el joven Brutus «el filósofo», se había enfrentado involuntariamente a una maléfica bruja que quería sus favores carnales, pero al negarse a tales propósitos (y no únicamente por el respeto al sacerdocio, sino porque la señora era horrenda), su forcejeo acaba con la vida de ésta, convirtiéndose para su sorpresa en una bella joven momentos antes de perecer. Al ser elegido expresamente para orar esas noches, y no entender porqué tenía que ser él, descubrirá como la joven chica recientemente fallecida no es otra que la vieja bruja, que le hará pasar las peores 3 noches de su vida…
Quizás contenga algunas incontinencias de cine amateur, debido a sus recién graduados autores, pero en conjunto refleja de manera auténtica un cuento de brujería como los de siempre, y con un estimable encanto ruso. Desviada de la órbita comercial, se dispersa en terrenos como la comedia (el protagonista, Leonid Kuravlyov es un tío divertido, y muy expresivo), el terror (monstruos, enanos, seres de ultratumba e incluso vampiresas) y la religión (en tono sutilmente burlesco) que dota a la película de complejidad inteligente en tan solo 77 minutos.
Gran parte del metraje es en exteriores, en campos abiertos, en la posada de la vieja arpía, en el colegio sacerdotal… pero solo en el último tercio, en el interior de la iglesia, es cuando realmente alcanza el clímax fílmico, creando un impresionante contexto ancestral con una excelente ambientación de terror comedido. Esos veinte minutos finales representan ya uno de los momentos más extrañamente divertidos de mi bagaje cinematográfico, y jamás hubiera pensado que vendría de una película rusa de los 60.
No puedo recomendar esta película a cualquiera, pero quien se atreva y aguante hasta el final, entenderá mi reflexión. Lo que me ha causado más impresión ha sido, sin lugar a debate, el conjunto de seres que inundan la pantalla al final, un elenco de monstruosidades sin parangón que con aspecto grisáceo, dan forma al horror de nuestro inocente protagonista, el cuál acaba rindiéndose ante tal calamidad. De hecho, como vemos en la fotografía superior, el troll gigante invocado para la ocasión, el Viy, da nombre al cuento de Gogol, y a la película que hoy traigo. Ahí va una bizarrada tan extraña como encantadora, una terrorífica comedia o una comedia terrorífica, como se prefiera. (SospechososCinéfagos.blogspot.com)
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