En Vivarium, Gemma y Tom son una joven pareja que se ha planteado la compra de su primera casa. Para ello visitan una inmobiliaria donde los recibe un extraño agente de ventas, que les acompaña a Yonder, una nueva, misteriosa y peculiar urbanización donde todas las casas son idénticas, para mostrarles una vivienda unifamiliar para ellos. Volviendo de la visita, quedan atrapados en una laberíntica e interminable pesadilla surrealista.
Mejor Actriz en el Festival de Cine Fantástico de Sitges 2019
- IMDb Rating: 6,0
- RottenTomatoes: 69%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
Una de las películas más satisfactorias de cuantas pudimos ver en la pasada edición del Festival de Cine de Sitges fue Vivarium, una modesta producción de ciencia-ficción que consigue generar un extrañamiento brutal en los espectadores. El secreto de su éxito es su argumento, el casting y un guión medido al milímetro desde su particular prólogo, que en realidad es una metáfora de cuanto se narra a continuación.
La historia comienza de una manera bastante anodina: nos presentan a una pareja que busca un apartamento en el que convivir. Hasta aquí, todo muy normal. En busca de ese nuevo hogar, se acercan a una agencia inmobiliaria que oferta diversas «soluciones habitacionales» en un barrio residencial.
Gemma y Tom son atendidos por un extraño agente de ventas, que les acompaña a Yonder, esa nueva, misteriosa y peculiar urbanización donde todas las casas son idénticas, para mostrarles una vivienda unifamiliar para ellos. Desde el principio, todo les resulta frío y demasiado estándar, de modo que deciden seguir buscando.
Pero, para su desgracia, no les será fácil: el vendedor desaparece y se quedan atrapados en una laberíntica e interminable pesadilla surrealista que se complica cada vez más. Cuando recorren las calles no encuentran la salida y todo parece conducirles una y otra vez al número 9 de la misma calle.
El paso del tiempo hace que vayan desalentándose cada vez más, aunque reciben periódicamente víveres con los que mantenerse alimentados e hidratados. Hasta que, en uno de los paquetes, encuentran un bebé que les cambiará la vida.
No hará falta señalar que una película en la que una pareja se queda atrapada en contra de su voluntad no podría ser más pertinente en pleno confinamiento como el que nos mantiene, a la fuerza, metidos en casa… Lo cierto es que da para hacer muchas reflexiones acerca de la libertad, la identidad y lo difícil que es mantener la cordura en un aislamiento no voluntario. Así que si andáis especialmente agobiados por la situación actual, ver esta película puede ser un acto de masoquismo. Si por el contrario os encontráis fuertes y con ganas de que se os erice la piel, entonces no os la perdáis porque tiene algunas de las secuencias más escalofriantes de cuantas hemos visto en los últimos tiempos y no porque sean crudas por su nivel de violencia sino porque Vivarium consigue dar muy mal rollo sin echarse en brazos de la casquería o la hemoglobina.
De hecho, uno de los aspectos que más inquietud producen es el cambio que se produce en la relación de los dos personajes protagonistas a raíz de la forma en la que cada uno de ellos decide sobrellevar el encierro y las responsabilidades que les son impuestas que pasan, esencialmente, por cuidar de sí mismos y por criar al niño que les es encomendado. Vivir, a fin de cuentas.
Para que esto funcione hacen falta buenos actores y que haya química entre ellos: Imogen Poots y Jesse Eisenberg cumplen con los requisitos así como el resto de los intérpretes que gracias, sobre todo, a su físico van dando forma al terror que se abre paso entre ellos.
Una de las bazas ganadoras de la película es la puesta en escena: Vivarium recuerda mucho a lo que sería una serie de casas de muñecas puestas unas al lado de otras y, de hecho, hay momentos en los que los personajes parecen muñecos… Solo que no lo son en absoluto. Son como peces en un acuario o pájaros en una jaula y ni su voluntad más firme por liberarse les permite salir de esa realidad opresora en la que se han transformado sus vidas.
La manera de trasladarle ese agobio a la audiencia pasa por hacer uso de una limitada paleta de colores, valerse de una fotografía virada a los tonos verdes, y reforzar la reiteración de las formas de todo lo que les rodeahaciendo que casi todo lo que se ve parezca una copia de una copia. Sin individualismo todo se vuelve homogéneo, ergo genera apatía y decepción. La misma que lleva a Gemma y a Tom a no encontrar una salida y a desesperar.
A todas luces, Vivarium podría ser un episodio de una de las series antológicas de ciencia-ficción y terror como The Twilight Zone o The Outer Limits. El propio guionista y director, Lorcan Finnegan, ha reconocido la influencia de relatos como esos en su trabajo y hay que reconocer además que ha sabido exprimir al máximo los 4 millones de dólares de presupuesto para conseguir unos efectos especiales muy funcionales y adecuados a la historia narrada, que pueden traeros a la cabeza los paisajes infinitos o las arquitecturas imposibles de Escher o cuadros de maestros como Magritte en los que se contrapone lo natural y lo artificial.
En lo que se refiere a películas similares, no podemos dejar de nombrar la magnífica Village of the Damned basada precisamente en la novela The Midwich Cuckoos, la novela del 57 de John Wyndham en la cual se presenta la metáfora del cuco como ave que parasita otros nidos y que preside esta cinta antes de que aparezcan por primera vez en escena los protagonistas. (Raquél Hernández Luján – HobbyConsolas.com)
Share your thoughts