Twin Peaks: Fire Walk with Me es la precuela de la famosa serie televisiva Twin Peaks en la que recorremos los últimos siete días de Laura Palmer. Durante el día, Laura es una popular estudiante modelo en el instituto. Por la noche se asfixia entre drogas y sexo hasta la adicción. Su carrera hacia la autodestrucción viene provocada por los continuos abusos del malvado ente conocido como Bob, que habita los bosques de Twin Peaks desde tiempos inmemoriales. Pero en un ataque de lucidez, Laura se da cuenta de que está conduciendo a su única amiga Donna por el mismo trágico sendero.

  • IMDb Rating: 7,2
  • RottenTomatoes: 78%

Película / Subtítulo (Calidad 720p)

 

En 1992, David Lynch estaba en la cúspide del éxito, un cineasta minoritario que se había convertido en un fenómeno de masas gracias a su serie Twin Peaks junto al cineasta Mark Frost y que revolucionó y cambio el medio televisivo con un serial que fusionó todos los géneros habidos y por haber bajo la excusa del asesinato de una joven en un pueblo ficticio del noroeste americano llamado Twin Peaks. El serial que duró únicamente dos temporadas, cambió las reglas establecidas por las convencionales series televisivas, abriendo el camino a producciones más inteligentes y de mayor envergadura, creando una psicosis colectiva gracias a la pregunta «¿Quién mató a Laura Palmer?» que tuvo en vilo a la audiencia. Una vez descubierto el misterio y debido a la implicación de Lynch en otros proyectos, provocó que la serie perdiera el rumbo por culpa de realizadores y guionistas que no entendieron el concepto creado por Lynch, hasta que este, volvió en el último episodio del serial para cerrarlo de manera precipitada (la serie estaba ya cancelada) pero magistral, con un episodio que más que resolver enigmas, abrió muchos más. Aparte de Twin Peaks, Lynch había ganado en 1990 la prestigiosa Palma de Oro en Cannes, gracias a su película Wild at Heart, una road movie trepidante,que se inspiraba de manera tangencial en El Mago de Oz, y cuyo premio en Cannes fue objeto de polémica debido a sus amores y odios. 

Por lo que su llegada en 1992 con Twin Peaks: Fire Walk with Me, era esperado con los cuchillos bien afilados por una crítica y unos seguidores que no perdonaban que su otrora genio independiente y fuera de los circuitos de Hollywood, disfrutara de las mieles del éxito y un respaldo popular ciertamente llamativo. Nadie esperaba la bomba que Lynch llevaba debajo del brazo. La película fue abucheada en su premiere en el festival de Cannes, una reacción tan enfervorecida como la previa anterior a su estreno, donde crítica y público en busca de una butaca libre, eran capaces de vender su alma. La rueda de prensa posterior a la proyección del largometraje no fue precisamente un camino de rosas para Lynch, la cual recuerda el autor como uno de los peores momentos de toda su carrera.  La exagerada reacción negativa hacia el largometraje fue debida a algo muy simple: las expectativas. Unas expectativas que Lynch tiró por la borda, dejando pasmados y con la boca abierta a unos aficionados a su serial y no a su obra, y a unos cinéfilos modernillos que solo conocían al autor por su anterior y exitosa película, la menos exigente y muy pop Wild at Heart una obra mucho más facilmente digerible que Twin Peaks: Fire Walk with Me, que devuelve al Lynch más sombrío y hermético de Eraserhead y que sirve de prólogo y pie a su trilogía más abstracta y compleja, formada por Lost Highway, Mulholland Drive e Inland Empire.

Ya desde sus primeros minutos, Lynch juega al despiste y a romper expectativas, en unos créditos que sirven como preámbulo del discurso de Lynch a lo largo de todo el filme. La nieve estática de un televisor sirve como escenario de unos créditos bajo el lánguido y magistral tema principal de la película compuesto por Angelo Badalamenti. Esa calma y apaciguamiento queda rota al terminar los créditos por el estallido del televisor provocado por un hacha y el ensordecedor y terrorífico grito de una mujer asesinada en off. Lynch lo ha dicho todo. Esto no es la serie televisiva que todos queréis y amáis. Esto es una película y no tengo porqué censurarme. La primera media hora de Twin Peaks: Fire Walk with Me nos retrotrae a un caso criminal que se mencionaba pero no se desarrollaba en la serie en su episodio piloto y al que no se le daba más importancia que el hecho de que el crimen de Teresa Banks seguía el mismo modus operandi que el ocurrido a Laura Palmer. En esta media hora, Lynch nos descubre un Twin Peaks en negativo a través de varios aspectos. El primero, el nuevo agente del FBI, Chester Desmond, interpretado por el cantante Chris Isaak, casi un reverso negativo del jovial, amigable y carismático Agente Cooper. Desmond, junto al agente Stanley interpretado por un sorprendente Kiefer Shuterland, una mente privilegiada con escasas habilidades sociales. 

Twin Peaks: Fire Walk with Me es una película extraña, un tanto agria, tan recargada visualmente que muchos no terminaron de comprender sus arranques de humor negro y turbia sensualidad. Contiene algunas de las escenas más fuertes de Lynch, en particular aquellas en las que se describen, con frescura y violencia, sensaciones vitales elementales: impresión de confusión urbana y de pánico en plena calle o el sentimiento de tener alas cuando una chica te ha sonreído. En el título Twin Peaks: Fire Walk with Me, hay al menos una palabra que inspiró especialmente a Lynch, que es walk. (…) Es la idea de la película, la de ir con Laura Palmer hasta el fin, hasta el fin de su noche.

Un pueblo habitado por freaks, un teatro revelado en sueños, el despacho de quién sabe quién. Todos los caminos parecen guiados por un mapa imposible hacia el Black Lodge, el borde entre este mundo y la habitación roja. Parecía al principio que este viaje era en la geografía física que separa lo siniestro de lo extraño: del barrio residencial al burdel de las afueras, de Washington a Twin Peaks. Lo Otro siempre se situaba en la periferia de la normalidad. Luego descubrimos que todos aquellos lugares habían estado siempre en el mismo sitio, porque no hay centro y periferia, no hay sueño ni realidad. No hay banda. Aunque el viaje es una constante, es a partir del Black Lodge de los bosques de Twin Peaks cuando se comprende que existe una zona de corte en este imaginario. Un dispositivo que en la narración toma forma de círculo blanco en el bosque, de pasillo oscuro, de caja azul o de pañuelo quemado.