En Trainspotting 2, han pasado 20 años desde que Mark Renton abandonara Escocia, y la heroína. Ahora, vuelve a su Edimburgo natal con el objetivo de rehacer su vida y reencontrarse con sus amigos de toda la vida: David «Spud» Murphy, y Simon «Sick Boy» Williamson; al mismo tiempo que Francis «Franco» Begbie sale de la prisión con sed de venganza….
- IMDb Rating: 7,7
- RottenTomatoes: 78%
Antes de que inicie la proyección de Trainspotting 2 uno se pregunta cuál es el sentido de la secuela. Descartando el motivo meramente comercial, la cuestión pasa por si no es mejor quedarse con los recuerdos de la película original. La Trainspotting original no había sido claramente una obra maestra, pero sí bastante revolucionaria para su época, bebé muerto y paseos por cloacas al margen. Y ya con las primeras imágenes y los encuadres congelados de Trainspotting 2, todo aquel mundo de los cuatro jóvenes que sobrevivían como podían a la heroína y a una Gran Bretaña para nada cool de los ’90, estalla delante de nuestras narices.
Si hace 20 años a Renton, Sick Boy, Spud y Begbie el pesimismo les chorreaba como la espuma de una cerveza negra, ahora se les nota que temen al presente, al futuro y hasta a la muerte, ya no por una sobredosis, sino por la proximidad en cuanto a su edad. Y eso que andan por los cuarenta y pico. Sus rostros no muestran esperanza -si es que alguna vez la tuvieron-. Tampoco nostalgia y menos melancolía. Hay, sí, cierto automisticismo, con imágenes del filme original, y de sus infancias en arenoso Super 8.
La acción abreva parcialmente en Porno, la novela en la que el escocés Irvine Welsh, el mismo autor de Trainspotting, imaginaba a los cuatro de Edimburgo diez años después. Ahora pasaron 20. Y Renton (Ewan McGregor) vaya uno a saber por qué decide regresar de Amsterdam -aunque uno imagina por qué eligió esa ciudad tras irse sin repartir las 20.000 libras entre sus amigos-. Sick Boy (Jonny Lee Miller) regentea un pub de su tía cuyos clientes son ancianos, explota a su chica de Europa del Este como prostituta y chantajea clientes. Spud (Ewen Bremner) sigue con sus fuertes problemas de adicción, y Begbie (Robert Carlyle) escapa de la cárcel tras 21 años, y cuando se entera de que Renton regresó, los ojos desorbitados darán más vueltas que de costumbre.
Boyle recién desandaba la ficción del largometraje por 1996, tras su excepcional debut con Shallow Grave. Todos los rasgos estilísticos que con los años iría acunando -cada uno dirá si mejorando o cansando con ellos- en filmes como Slumdog Millionaire y Steve Jobs están aquí modernizados.
Hay escenas para entusiasmarse (el cuarto de Renton, que su padre dejó tal cual estaba cuando se marchó). A Renton y a Sick Boy pareciera que el tiempo no los hubiera afectado, en cuanto a lo físico, porque mentalmente siguen siendo los mismos caraduras y energúmenos de los ’90. ¿Que si crecieron? ¿Madurez? ¿Están hablando en serio? (Pablo O. Scholz – Clarín)
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