En The Wild Goose Lake, un gángster que, recién salido de la cárcel, se convierte en fugitivo tras una reunión de bandas que acaba con la muerte de un policía. Tratando de esconderse mientras se recupera de sus heridas, Zhou se encuentra con Liu Aiai, una prostituta que puede haber sido enviada para ayudarle, o bien para entregarlo al capitán de la policía a cambio de una cuantiosa suma. Perseguido por las bandas y por un dispositivo policial que parece abarcar toda la ciudad, Zhou deberá enfrentarse a los límites de lo que está dispuesto a sacrificar tanto por esta extraña como para la familia que dejó atrás.

  • IMDb Rating: 6,9
  • RottenTomatoes: 92%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El cine asiático lleva ya años redescubriendo maneras de actualizar el film noir. Tienen, a su favor, escenarios que se presentan ideales para el género, especialmente desde lo visual. En las grandes ciudades de Occidente –al menos antes de la pandemia de coronavirus– se había vuelto difícil «homenajear» ciertos códigos del género entre tanto edificio moderno impersonal y el auge del crimen, digamos, digital y de guante blanco. Y es por eso que utilizar los tropos del género se volvía un ejercicio consciente, un homenaje si se quiere, salvo que se utilizaran modelos de ciencia ficción distópica. Algo que, me temo, puede volver a suceder en el cine del futuro.

Diao Yi’nan juega con los dos frente abiertos. Por un lado, es consciente permanentemente de estar haciendo un ejercicio de género. En cada plano, en cada claroscuro, en el uso de la música, en los personajes misteriosos y de indescifrables intenciones, el director de Black Coal, Thin Ice deja en claro que sabe que está jugando un juego con nosotros y que su The Wild Goose Lake entra dentro de los parámetros del film noir moderno de neones y barrios bajos, de gangsters traicioneros y mujeres inasibles.

Pero, a la vez, su «ejercicio» nunca deja de tener un contacto un tanto más cercano con la realidad que el que se produce en similares homenajes, si se quiere, occidentales. El refinamiento de la puesta en escena puede distanciar un poco al espectador pero jamás se pierde de vista que la película posee un innegable grado de realismo social. La propia lógica marginal de ese país (la película transcurre nada menos que en Wuhan), los escenarios en los que transcurre la acción y muchas de las específicas situaciones que se viven en el film transmiten una credibilidad que ya no está del lado hollywoodense del mundo.

Pero Diao va un poco más lejos. Cuando todo parece indicar que el juego se mantendrá entre esos dos polos de refinamiento estético y realismo sucio, el realizador le agrega un tercer modo formal, llamémoslo «abstracto». Cada tanto, el director opta por llamativos planos detalle, construcciones visuales casi descolgadas del resto que tienen ciertas similitudes a algunos planos de Bresson, Kitano o Kaurismaki: el detalle de una mano fija en una llave o una pistola, una pelea dividida casi en fotografías de cuerpos inmóviles, y otras casi pinturas en movimiento que descubrirán después. Es un recurso que puede resultar caprichoso –ya que la película no lo usa de manera organizada ni consistente–, pero que desubica al espectador todo el tiempo. Lo sorprende.

The Wild Goose Lake tiene, también, una de esas tramas de policial negro que suelen ser más complicadas de lo necesario. Y por más esfuerzo que Diao ponga en aclarar detalles de la trama –por momentos casi de modo subrayado–, el asunto puede ser confuso. Se que a muchos no les gusta que uno de detalles de las tramas en las críticas, pero me parece que aquí hace falta un poco de claridad como punto de partida. El que prefiera descubrirlo por sí solo está invitado a saltearse los dos párrafos siguientes.

The Wild Goose Lake –que transcurre en 2012– se centra en Zhou Zenong, un gangster de la hoy tristemente célebre y populosa Wuhan. Lo vemos al principio encontrarse a las escondidas con la bella Lui Aiai, una suerte de escort de pelo corto que ha ido al encuentro de Zhou en «representación» de su esposa. Dos flashbacks nos mostrarán cómo llegamos hasta ahí. El de Zhou permitirá entender que el hombre quedó en medio de una pelea de dos bandos de una mafia que se dedica al robo de motocicletas y que, en la disputa que se extendió por las calles con una persecución visualmente llamativa y brutal, terminó matando por error a un policía. Zhou es ahora perseguido por cientos de oficiales que usan todos los recursos a mano para encontrarlo en la ciudad, al punto de ofrecer 300 mil yuanes (unos 20.000 dólares) por su cabeza.

Zhou, que sabe que le será muy difícil escapar, quiere que su esposa, a quien no ve hace tiempo, lo «atrape» y se quede con ese dinero. Conexiones mafiosas mediantes con el poderoso gangster Huahua terminarán con Liu buscando a la esposa en cuestión y luego ocupando su lugar ante la negativa de la mujer de participar en el peligroso asunto. Mientras la policía lo persigue y también la otra banda de mafiosos con la que se enfrentó anteriormente, Zhou debe también decidir si Liu lo está realmente ayudando o es parte de otra posible traición para quedarse con el dinero.

Con eso, entiendo, es suficiente para descifrar básicamente el punto de partida de The Wild Goose Lake, ya que los planos generales y la fotografía oscura que usa Diao –en buena parte del film– no siempre ayudan a poner, digamos, cara con nombre ni con función dentro del relato. Algunos dirán por ahí que la trama es lo de menos y que uno puede apreciar este tipo de películas aún perdido en su narración. Creo que, por lo general, eso es cierto y que Diao no solo lo sabe sino que buena parte de esas escenas más llamativas y visualmente espectaculares son utilizadas como punto de giro del interés narrativo, «momentos» que reencuentran a los protagonistas con el espectador.

Pero también es curioso ir viendo cómo el guión se las ingenia para ir sorprendiendo todo el tiempo. Desde el momento en el que, usando un viejo truco cinematográfico, Diao tapa con el sonido del tren un diálogo entre los protagonistas en el que, al parecer, hablan del plan a seguir, es claro que la intriga por saber cuál es ese plan y si se está o no cumpliendo, crece. Pero es cierto que la película posee un impacto visual –presten atención a las escenas en la playa o en un curioso zoológico– que permite que se disfrute casi como una experiencia de luces y sombras.

Esos momentos citados son impactantes. Y hay muchos más. De una decapitación shockeante a un ingenioso uso de un paraguas como arma, de enfrentamientos mostrados fuera de campo (solo a través de luces y sonido, al mejor estilo Simple Blood, de los hermanos Coen) a seguir a personajes a partir de los neones de las suelas de sus zapatillas, la película sorprende al espectador cuando uno menos se lo espera. Algunas de las elecciones de Yi’nan para llamar la atención son fallidas (en general, las relacionadas con escenas de sexo), pero lo cierto es que The Wild Goose Lake todo el tiempo tiene al espectador a la expectativa de que esta persecución, fuga y misterio por las callejuelas y rutas de Wuhan lo tome por sorpresa cuando menos se lo espera. No necesariamente por lo narrativo (no sería noir de no haber sorpresas de ese orden) sino desde lo puramente cinematográfico.

La película, que tiene reminiscencias a clásicos del noir como Out of the Past, de Jacques Tourneur o a Blade Runner, en su versión futurista, se ubica en una línea de cine chino que está más cercana al género puro y duro que otros ejemplos salidos de ese país (quizás las últimas películas de Jia Zhangke se acerquen un poco a su tono, aunque aquí el nivel de estilización es mucho más obvio). Y si bien su lenguaje visual puede hacer recordar a viejas películas de Wong Kar-wai o las más recientes de Bi Gan, el compromiso con el relato policial –y hasta de acción– es más evidente.

Diao Yinan es un cultor y conocedor del género y en The Wild Goose Lake no solo demuestra su manejo de los recursos narrativos y visuales del noir sino que sabe también cómo aplicarlos a una realidad social china que tiene mucho de policial negro retro-futurista, ya que puede pasar de la tecnología más sofisticada a la pelea callejera a navajazos más brutal en medio de edificios derruidos y el humo, que hoy se ve tenebroso, de la comida callejera. Una película que apuesta al pasado y al futuro del cine, al mismo tiempo. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)