En The Professionals un poderoso hacendado tejano contrata a cuatro mercenarios, especialistas en misiones peligrosas, para que rescaten a su mujer, que ha sido secuestrada por Jesús Raza, cabecilla de una banda de revolucionarios mejicanos.
- IMDb Rating: 7,3
- RottenTomatoes: 81%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
Hoy hace 100 años que nació Richard Brooks: director y guionista (de los buenos)… entre otras cosas. Y entre todas sus películas elijo hoy para un pequeño homenaje The Professionals. Una película de tipos y tipas duras con diálogos absolutamente geniales. Una película entretenida y vital… y el colmo del romanticismo. Una película de frontera. De revoluciones y causas perdidas. ¡Viva México!
“La revolución no es una diosa sino una mujerzuela; nunca ha sido pura ni virtuosa ni perfecta. Así que huimos y encontramos otro amor, otra causa, pero sólo son asuntos mezquinos. Lujuria pero no amor, pasión pero sin compasión. Y sin un amor, sin una causa, no somos nada. Nos quedamos porque tenemos fe. Nos marchamos porque nos desengañamos. Volvemos porque nos sentimos perdidos. Morimos porque es inevitable”.
The Professionals del título son cuatro, que ya se nos presentan desde los títulos de crédito… cuatro hombres duros, cuatro románticos, a su manera. Cuatro mercenarios, cuatro hombres con sus propios códigos y principios. El dinero no es lo que más los mueve y sí una cierta libertad de movimientos y un cierto desencanto… Y un sentido de la amistad, de la palabra dada, del trabajo bien hecho, de la fidelidad y el orgullo de sentirse bien con ellos mismos. Y las frases geniales de diálogo (guion Richard Brooks…) inundan cada uno de los fotogramas. Cada uno de ellos es profesional en un campo: uno es dinamitero, otro es estratega y bueno con las metralletas, el otro es el mejor con los caballos, y el de más allá es todo un rastreador y con buenísima puntería con el arco.
Cuatro profesionales que tienen el rostro de cuatro actores con carisma. Cuatro tipos duros: Lee Marvin, mi adorado Burt Lancaster, Robert Ryan y Woody Strode (que en el dvd le hacen el feo de estar su imagen en la carátula y sin embargo ignorar su nombre…). Estos dos últimos son más testigos y acompañantes de la historia narrada, ellos miran y entienden lo que va ocurriendo junto a los espectadores.
Toda película de este tipo arranca con una misión en un principio clara: un anciano y rico terrateniente busca a los mejores mercenarios para que rescaten a su joven mujer secuestrada por Jesús Raza, el cabecilla de una banda de revolucionarios mexicanos. Entre los mercenarios americanos, dos de ellos —Rico y Bill o Marvin y Lancaster— lucharon años atrás junto a Pancho Villa y junto a Raza (por lo tanto conocen al secuestrador, el idioma y el territorio —saben vivir en el desierto y otros lugares inhóspitos— en el que se mueven).
Pero nada es tan fácil o tan claro como parece. Y descubren otra cosa cuando van a por María, la joven esposa. Son testigos de una historia de amor y revolución. Y como dice Lancaster en un momento a Ryan en las revoluciones (o en otras situaciones vividas) el problema es no saber quiénes son los buenos. Y los cuatro duros desencantados vuelven a ilusionarse con que quizá no esté todo perdido… y aunque siguen pareciendo tipos duros dan la vuelta a la historia. Una historia que había empezado por dinero.
Así al texano millonario (Ralph Bellamy… el bueno de mi ‘futuro’ esposo en Luna nueva) le queda claro que no todo se puede conseguir con dinero… y que tan sólo es un maldito bastardo. Y que a unos tipos duros no se les puede comprar. Y que en el fondo son unos románticos. Y que la revolución no ha muerto del todo. Los antagonistas de esta historia tienen más puntos de unión con los profesionales que aquellos que los han contratado. Así se producen relaciones, diálogos e historias increíbles entre estos profesionales y Jesús Raza (ay, mi querido Jack Palance), o Chiquita, la guerrillera (Marie Gomez) o la joven esposa (una hermosísima y sensual Claudia Cardinale).
Así los ojos de los espectadores van emocionándose ante cada una de las escenas que aporta aventura, camaradería, amor y revolución. Y Brooks no sólo regala buenos diálogos sino una puesta en escena entre deslumbrante e intimista con unas gotas crepusculares. Los espacios abiertos toman importancia pero también lo que se ve tras una puerta o entre los vagones de un tren. Y cada uno de los actores aporta su carisma: no falta la fisicidad de Lancaster con su eterna sonrisa, la elegancia de movimientos de Strode, la voz profunda de Marvin o la melancolía en la sombra de Robert Ryan. Avanzan con sus caballos, tanto en una cortina de viento y arena, bajo la luz del sol o en las noches frías. Entre disparos, filosofías y sudores The Professionals se apoderan de la mirada de un espectador ávido de aventura y romanticismo. (HildyJonhson.es)
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