Etiqueta: Precuela

  • Pearl (Ti West – 2022)

    Pearl (Ti West – 2022)

    Atrapada en la granja aislada de su familia, Pearl debe atender a su padre enfermo bajo la amarga y dominante vigilancia de su devota madre, deseando una vida glamorosa como la que ha visto en las películas. Precuela de X  centrada en los orígenes del personaje de Pearl.

    Mejor Director y Mejor Actriz en el Festival de Sitges 2022

    • IMDb Rating: 7,4
    • RottenTomatoes: 82%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

    https://www.youtube.com/watch?v=P5VBjFzqaOY&ab_channel=aBaNDoMoVieZtrailers

     

     

     

    Ti West nos ofrece la precuela de su anterior filme, X, a menos de un año de su estreno con tal de aprovechar a la maravillosa Mia Goth en una obra que busca el contraste entre lo idílico del cine clásico y la cruda realidad de los sueños frustrados.

    Lo que desconocían aquellos despreocupados pornógrafos era que el lugar al que acudían a rodar sería una trampa mortal, y sus ancianos anfitriones un buen par de lunáticos. El resto, como en cualquier película —porno o de terror—, os lo podéis imaginar. Ahí lo dejaba X (2022), la cinta que estrenó Ti West hace tan solo unos meses y que cosechó elogios tanto dentro como fuera del redil de los amantes del género. Los motivos ya los especificamos en su momento pero intuimos que a West le sobraban razones para sentirse orgulloso de su obra incluso antes de perpetrarla porque mientras la gestaba ya ideaba la forma de expandirla y así ahondar en su peculiar historia. Como si de gemelos se tratase, del mismo cordón umbilical del que se nutrió X surge Pearl a modo de precuela de su hermana donde se narra la historia de juventud de Pearl, aquella anciana desequilibrada que acechaba a los lujuriosos muchachos que se asentaban en su granja. Todo para mostrarnos que sus tendencias homicidas y su carácter vengativo son cosas que, bueno, ya venían de lejos.

    Según el propio West esta obra surge directamente de sus conversaciones con la actriz Mia Goth acerca de uno de los dos personajes que interpretaba en X —recordemos que aparte de dar vida a la protagonista también se colocó varios kilos de maquillaje encima para hacer de Pearl— y cómo este podría haber construido su patológica personalidad. Así Pearl se nos presenta como una historia de origen en toda regla que busca dejar al descubierto las taras que padecen sus personajes ya de serie, como profundizar en el desarrollo de las motivaciones y la percepción sesgada de alguien maltratado por su entorno. Cabe decir que el esfuerzo que pone Mia Goth por construir un personaje interesante e interpretarlo con tanta sinceridad es algo abrumador y casi excepcional viniendo de un slasher. De hecho, argumentaríamos que su interpretación —llena de claroscuros poco contrastados y contradicciones tonales— justificaría el visionado de esta película sin temor alguno a estar perdiendo el tiempo. Pero Pearl no solo comparte similitudes en fondo con X. Ya que si la obra primigenia nos ofrecía una suerte de remix muy estudiado que mezclaba el horror con la pornografía de los setenta, Pearl trata de concebir una nueva mezcla basada en terror y aquellas obras recatadas e inocentes del cine clásico protagonizadas por Judy Garland o Julie Andrews. En este ejercicio de contrastes, West una vez más da muestras de su sensibilidad especial y del cariño obvio que profesa hacia el material del que toma referencias. No solo a nivel formal, sino también de entendimiento del mismo. Como si se dedicase a teñir todas las baldosas amarillas de sangre, Pearl ahonda en el pesar de una generación de mujeres sumida en las promesas de un futuro mejor que nunca llega, mientras su presente se va pudriendo aguardando a la mesa, junto con su pasado. El león, el espantapájaros y aquel tipo de hojalata bien pueden esperar sentados.

    Al haberlas estrenado en el mismo año y tener tanto en común la pregunta es casi irremediable: «¿es Pearl mejor o peor que X?». Pues ante todo es diferente. Y opinamos que eso ya es un mérito destacable teniendo en cuenta que ambas obras comparten el mismo director, similar equipo creativo e incluso varias de sus localizaciones. Sin embargo, si bien X formulaba su terror en base a la incógnita o lo inesperado, dejando muchos huecos que fomentaban el interés y la tensión, Pearl tiende a volverse demasiado explicativa por momentos y resulta quizá excesivamente explícita en su contraposición de lo idílico de lo imaginado con lo crudo de la realidad. Su monólogo final tal vez sea una buena muestra de ello a la par que da fe de la enorme altura interpretativa de Mia Goth. Como veis, nada es blanco o negro. No nos jactaremos en seguir buscando fallos formales a una obra que, desde luego, tiene ciertas carencias pero sin duda constituye una excepción a la norma dentro del género actual. Ya sea por su desarrollo de personajes, por sus homenajes al cine del que tanto y con tanta pasión bebe o por simplemente mostrar interés en contar una historia que engloba preocupaciones reales de gente del ayer o incluso del ahora, no cayendo en la trampa del efectismo barato o el discurso simplista. Pearl, como ya dice su nombre, es una joya. Una pequeña, agrietada a golpes y bañada en estiércol. Pero una joya a fin de cuentas. (Luis Glez Rosas – Cintilatio.com)

     

  • Twin Peaks: Fire Walk with Me (David Lynch – 1992)

    Twin Peaks: Fire Walk with Me (David Lynch – 1992)

    Twin Peaks: Fire Walk with Me es la precuela de la famosa serie televisiva Twin Peaks en la que recorremos los últimos siete días de Laura Palmer. Durante el día, Laura es una popular estudiante modelo en el instituto. Por la noche se asfixia entre drogas y sexo hasta la adicción. Su carrera hacia la autodestrucción viene provocada por los continuos abusos del malvado ente conocido como Bob, que habita los bosques de Twin Peaks desde tiempos inmemoriales. Pero en un ataque de lucidez, Laura se da cuenta de que está conduciendo a su única amiga Donna por el mismo trágico sendero.

    • IMDb Rating: 7,2
    • RottenTomatoes: 78%

    Película / Subtítulo (Calidad 720p)

     

    En 1992, David Lynch estaba en la cúspide del éxito, un cineasta minoritario que se había convertido en un fenómeno de masas gracias a su serie Twin Peaks junto al cineasta Mark Frost y que revolucionó y cambio el medio televisivo con un serial que fusionó todos los géneros habidos y por haber bajo la excusa del asesinato de una joven en un pueblo ficticio del noroeste americano llamado Twin Peaks. El serial que duró únicamente dos temporadas, cambió las reglas establecidas por las convencionales series televisivas, abriendo el camino a producciones más inteligentes y de mayor envergadura, creando una psicosis colectiva gracias a la pregunta «¿Quién mató a Laura Palmer?» que tuvo en vilo a la audiencia. Una vez descubierto el misterio y debido a la implicación de Lynch en otros proyectos, provocó que la serie perdiera el rumbo por culpa de realizadores y guionistas que no entendieron el concepto creado por Lynch, hasta que este, volvió en el último episodio del serial para cerrarlo de manera precipitada (la serie estaba ya cancelada) pero magistral, con un episodio que más que resolver enigmas, abrió muchos más. Aparte de Twin Peaks, Lynch había ganado en 1990 la prestigiosa Palma de Oro en Cannes, gracias a su película Wild at Heart, una road movie trepidante,que se inspiraba de manera tangencial en El Mago de Oz, y cuyo premio en Cannes fue objeto de polémica debido a sus amores y odios. 

    Por lo que su llegada en 1992 con Twin Peaks: Fire Walk with Me, era esperado con los cuchillos bien afilados por una crítica y unos seguidores que no perdonaban que su otrora genio independiente y fuera de los circuitos de Hollywood, disfrutara de las mieles del éxito y un respaldo popular ciertamente llamativo. Nadie esperaba la bomba que Lynch llevaba debajo del brazo. La película fue abucheada en su premiere en el festival de Cannes, una reacción tan enfervorecida como la previa anterior a su estreno, donde crítica y público en busca de una butaca libre, eran capaces de vender su alma. La rueda de prensa posterior a la proyección del largometraje no fue precisamente un camino de rosas para Lynch, la cual recuerda el autor como uno de los peores momentos de toda su carrera.  La exagerada reacción negativa hacia el largometraje fue debida a algo muy simple: las expectativas. Unas expectativas que Lynch tiró por la borda, dejando pasmados y con la boca abierta a unos aficionados a su serial y no a su obra, y a unos cinéfilos modernillos que solo conocían al autor por su anterior y exitosa película, la menos exigente y muy pop Wild at Heart una obra mucho más facilmente digerible que Twin Peaks: Fire Walk with Me, que devuelve al Lynch más sombrío y hermético de Eraserhead y que sirve de prólogo y pie a su trilogía más abstracta y compleja, formada por Lost Highway, Mulholland Drive e Inland Empire.

    Ya desde sus primeros minutos, Lynch juega al despiste y a romper expectativas, en unos créditos que sirven como preámbulo del discurso de Lynch a lo largo de todo el filme. La nieve estática de un televisor sirve como escenario de unos créditos bajo el lánguido y magistral tema principal de la película compuesto por Angelo Badalamenti. Esa calma y apaciguamiento queda rota al terminar los créditos por el estallido del televisor provocado por un hacha y el ensordecedor y terrorífico grito de una mujer asesinada en off. Lynch lo ha dicho todo. Esto no es la serie televisiva que todos queréis y amáis. Esto es una película y no tengo porqué censurarme. La primera media hora de Twin Peaks: Fire Walk with Me nos retrotrae a un caso criminal que se mencionaba pero no se desarrollaba en la serie en su episodio piloto y al que no se le daba más importancia que el hecho de que el crimen de Teresa Banks seguía el mismo modus operandi que el ocurrido a Laura Palmer. En esta media hora, Lynch nos descubre un Twin Peaks en negativo a través de varios aspectos. El primero, el nuevo agente del FBI, Chester Desmond, interpretado por el cantante Chris Isaak, casi un reverso negativo del jovial, amigable y carismático Agente Cooper. Desmond, junto al agente Stanley interpretado por un sorprendente Kiefer Shuterland, una mente privilegiada con escasas habilidades sociales. 

    Twin Peaks: Fire Walk with Me es una película extraña, un tanto agria, tan recargada visualmente que muchos no terminaron de comprender sus arranques de humor negro y turbia sensualidad. Contiene algunas de las escenas más fuertes de Lynch, en particular aquellas en las que se describen, con frescura y violencia, sensaciones vitales elementales: impresión de confusión urbana y de pánico en plena calle o el sentimiento de tener alas cuando una chica te ha sonreído. En el título Twin Peaks: Fire Walk with Me, hay al menos una palabra que inspiró especialmente a Lynch, que es walk. (…) Es la idea de la película, la de ir con Laura Palmer hasta el fin, hasta el fin de su noche.

    Un pueblo habitado por freaks, un teatro revelado en sueños, el despacho de quién sabe quién. Todos los caminos parecen guiados por un mapa imposible hacia el Black Lodge, el borde entre este mundo y la habitación roja. Parecía al principio que este viaje era en la geografía física que separa lo siniestro de lo extraño: del barrio residencial al burdel de las afueras, de Washington a Twin Peaks. Lo Otro siempre se situaba en la periferia de la normalidad. Luego descubrimos que todos aquellos lugares habían estado siempre en el mismo sitio, porque no hay centro y periferia, no hay sueño ni realidad. No hay banda. Aunque el viaje es una constante, es a partir del Black Lodge de los bosques de Twin Peaks cuando se comprende que existe una zona de corte en este imaginario. Un dispositivo que en la narración toma forma de círculo blanco en el bosque, de pasillo oscuro, de caja azul o de pañuelo quemado.