Etiqueta: Muñecos

  • The Monkey (Oz Perkins – 2025)

    The Monkey (Oz Perkins – 2025)

    En The Monkey los gemelos Hal y Bill descubren el antiguo mono de juguete de su padre en el ático, y una serie de truculentas muertes comienzan a ocurrir a su alrededor. Los hermanos deciden tirar el mono y continuar con sus vidas, distanciándose con el paso de los años. Pero cuando las misteriosas muertes vuelven a sucederse, los hermanos deberán reunirse para destruir el mono antes de que acabe con las vidas de todos a su alrededor.

    • IMDb Rating: 6,2
    • RottenTomatoes: 79%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    En una escena de la infravalorada Psycho II (1983), Anthony Perkins viajaba a la infancia a través de su reflejo en el pomo de una puerta de madera. Por un instante, la silueta de Norman ya no era la del mítico asesino del Motel Bates, sino la de su niño interior interpretado por su propio hijo, Osgood Oz Perkins, que con sólo 9 años dejaba su rostro impreso en la mansión del clásico de Alfred Hitchcock. La propuesta, en sintonía con el espíritu serial del cine de consumo, era una ampliación del campo de batalla –en la línea de otras sagas de la época como las motosierras de Texas y las garras de Freddy– capaz de compensar su endeble premisa con una dinámica puesta en escena firmada por un inspirado Richard Franklin. Por imposible que parezca, Norman había cumplido condena, se había instalado otra vez en la famosa mansión americana de estética Hopper y, claro, los asesinatos se repetían hasta con peluca de señora y cuchillo de cocina. Ahora bien, lo mejor de aquella secuela insensata –escrita por Tom Holland, el director de Child’s Play (1988), que abría un universo paralelo a las novelas paródicas de Robert Bloch– es que logró trascender sus mil trampas de guion haciendo exactamente lo contrario que la película original de 1960. Donde Hitchcock difuminaba el artificio de matar a su protagonista con sutilezas de cámara y un uso notable del fuera de campo; Franklin, en cambio, celebraba la impostura estirándola hasta el paroxismo en un sabroso despiporre de falsas apariencias, asesinos conmutables y un reguero de muertes a cuál más absurda.

    Han pasado más de 40 años desde aquel bautizo en Hollywood y Osgood Perkins siempre vuelve a la casilla de salida. Suya es la tradición familiar del grito y la cuchillada que ha recogido en títulos de atmósfera malsana y centrípeta como The Blackcoat’s Daughter (2015), I Am the Pretty Thing That Lives in the House (2016) y la muy icónica Longlegs (2024). No obstante, hay algo en su quinta película como director y guionista que escarba en lo íntimo, en las penas de su propio pasado. The Monkey es una estupenda comedia negra que adapta libremente el cuento homónimo de Stephen King, pero su festín gore deja anotadas algunas imágenes sobre la pérdida y la ausencia. Esta lectura no es evidente. De hecho, el punto de partida despista un poco. Lo que empieza como un conflicto cainita entre Hal y Bill –dos gemelos que Theo James encarna en un cambio de rol divertidísimo– y se complica con la aparición de un mono de juguete armado con un pequeño tambor y dos baquetas –en el relato original lleva platillos, pero Disney se apalancó los derechos– se descubre como una mortífera ruleta rusa. El mono nunca falla. Si le das cuerda por la espalda y empieza a tocar, se desatan accidentes terribles y aleatorios. Desde un improbable tiro de ballesta sin tirador o una piscina electrificada por casualidad hasta una estampida nocturna que convierte a un tío que hacía vivac –¡gran cameo de Perkins a la Tarantino!– en un saco de carne triturada. En el fondo, no estamos tan lejos de la mecánica truculenta de Final Destination (2000), pero filtrada por el espíritu festivo y salvaje de Death Becomes Her (1992).

    En cualquier caso, lo que importa aquí, además de la juerga macabra y una fascinación casi erótica por la destrucción, es la impotencia de Hal, el gemelo protagonista, en distintos momentos de su vida, incapaz de evitar lo inevitable, de frenar unas pulsiones de muerte que parecen salir como vómitos de su inconsciente. Por esto, detrás de la densidad que arrastra como adolescente acosado por las malotas del cole, maltratado por su hermano, deprimido por el cinismo de su madre –una desmelenada Tatiana Maslany– y desatendido por un padre ausente que es el verdadero motor del mono diabólico; se esconde una profunda necesidad de afecto no exenta de sarcasmo. En este sentido, el juguete que da nombre al título funciona como demiurgo inmisericorde de un mundo alucinado siempre al borde del apocalipsis. Un mundo, por cierto, que se puede leer como viaje de vuelta a casa o regreso al vínculo entre padre e hijo, aunque todo arda sin remisión. Nada tiene de casual que la gramática de Perkins evoque la memoria de su padre –en una escena donde traza una panorámica en un sótano iluminado con una bombilla que se balancea y que recuerda el momento twist del cadáver de Norma Bates– y también la secuela de Richard Franklin, que, a su modo, bromeaba con la original de Hitchcock de la misma forma que The Monkey ironiza con los códigos del cine de terror a través del humor abrupto. Ahí está, en fin, Elijah Wood interpretando al escritor de una larga saga de libros sobre paternidad que parece guiñarle el ojo a las secuelas exploit de la Universal en las que Anthony Perkins quedó encasillado de por vida.

    Sea como sea, Perkins Jr. lo ha vuelto a hacer. Suya es la estética cuidada al detalle, la composición milimétrica y una armonía cromática que, ahora, pone al servicio de su título más comercial hasta la fecha, pero también el más complejo y autoconsciente de su corta filmografía. The Monkey es tan inofensiva en apariencia como ácida en su caricatura de la impiedad con la puerta un poco abierta a la esperanza. Y sí, está claro que no puede escapar de su estructura ascendente y su fórmula excesiva, incluso atropellada en sus deslices oníricos, pero hay algo en la violencia que desata, en su mala leche gamberra, que la convierte en una comedia irresistible. (Carles M. Agenjo – ElAntepenúltimoMohicano.com)

  • Magic (Richard Attenborough – 1978)

    Magic (Richard Attenborough – 1978)

    En Magic, los espectáculos de magia de Corky empiezan a triunfar cuando los combina con la ventriloquia. Gracias a su muñeco Fats, alcanza pronto la fama. Pero el muñeco, que parece tener una mente propia, quiere controlar a su amo y consigue desencadenar una serie de acontecimientos que sembrarán el terror por doquier.

    • IMDb Rating: 6,8
    • RottenTomatoes: 85%

    Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

     

    Antes de Hannibal Lecter en The Silence of the Lambs y antes de Chucky, más de cuarenta años atrás salió a la luz este largometraje que muy pocos recuerdan o saben siquiera de su existencia. A pesar de no ser una idea original, sí que es un producto particular que vale la pena ser revisado. Anthony Hopkins quizás es el rostro de la psicopatía, pero la verdad es que su catálogo demostró que su versatilidad es inmensa. En The Elephant Man, uno de mis films más memorables de Lynch, interpreta a un solidario doctor, quizás tengan más fresca su participación en Westworld donde aparte de mostrar el contraste de lo humano y lo salvaje, demuestra sabiduría. O sin ir lejos, su papel de Odín pues, que a pesar de ser en un blockbuster, llama la atención por su evolución.

    Pero no nos mintamos, nos gusta verlo de malo. Es difícil quitarle la máscara de Hannibal y encontrar algo mejor. Si sigues en esa búsqueda, Magic te llamará la atención. Interpretando a un ilusionista fracasado y miserable en busca de redención a través de la ventriloquía, pero sumergiéndose poco a poco en una pesadilla surrealista, batallando contra su propia conciencia. No cometan el error de pensar que es una película de fantasía o ciencia ficción. No hay nada sobrenatural, acá el horror es puramente psicológico y se apoya más en la tensión al más puro estilo Hitchcock. Lo menciono porque hay gente que no está hecha para este tipo de tramas y prefieren terror visual sin contexto ni necesidad de una buena historia, como yo prefiero saltarles el aburrimiento.

    La banda sonora Jerry Goldmith siempre impecable, es una de las mejores razones para disfrutar de Magic. Cada melodía muy ajustada a momentos oportunos. Si hay algo que me desagradó un poco, es la exagerada inocencia del personaje de Peggy que roza con la estupidez. No sé si lo catalogaría como «clásico», pero sin dudas un «obligatorio» para los fanáticos del horror de culto, en especial si tienen el fetiche por el subgénero de «juguetes/muñecos diabólicos». No cabe duda la influencia recibida por The Twilight Zone que tiene un par de capítulos muy similares. Pero este largometraje es fácil de digerir, y se lo puede tomar como una pieza independiente. Como último dato curioso, está dirigida por Richard Attenborough, acotr y director, de Gandhi sin ir mas lejor, que falleció no hace mucho, y en uno de sus propios proyectos en donde no tiene participación actoral.

    Para cerrar, mencionar que los últimos 20 minutos de Magic son oro puro, en actuación y horror psicológico. Hopkins podía ganarse el Oscar fácilmente, mucho antes de The Silence of the Lambs. Además los últimos 10 segundos son hasta hilarantes. (Luis Romero – BocaSalada.org)

  • Dead of Night (Alberto Cavalcanti, Basil Dearden, Charles Crichton y Robert Hamer – 1945)

    Dead of Night (Alberto Cavalcanti, Basil Dearden, Charles Crichton y Robert Hamer – 1945)

    Dead of Night sucede en un caserón inglés donde se reúne un grupo de personas que empiezan a contar historias de misterio: la de un conductor de autobús que parece anunciar la muerte, la de un fantasma infantil que mora en una mansión, la de dos amigos enfrentados por una mujer incluso después de la muerte, la de un espejo maldito, la de un muñeco de ventrílocuo que controla a su propietario.

    Mejor Guión en el Festival de Locarno 1945

    • IMDb Rating: 7,6
    • RottenTomatoes: 93%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Dead of Night tiene una estructura circular y es una película llena de historias extrañas, como años después poblarían la mítica serie americana The Twilight Zone o la serie bajo la efigie de Alfred Hitchcock. Sin embargo, la precursora de esas series de culto sería esta película de los estudios Ealing (que pronto se identificarían bastante más con comedias de humor británico y con un punto de humor negro muy especial…, que por cierto, también ese tipo de humor está presente en Dead of Night). La propia historia que sirve de hilo conductor es como una pesadilla premonitoria, de la que nunca se sale… donde todos los personajes están rodeados por un halo de misterio, de extrañamiento y rareza. Todas las narraciones cinematográficas están rodadas por diferentes directores que trabajaban en esos momentos en el estudio y que además dieron personalidad propia al sello Ealing: el brasileño Alberto Cavalcanti y los británicos Charles Crichton, Basil Dearden y Robert Hamer.

    La historia que sirve de hilo conductor es la de un arquitecto que acude a un caserón para una posible futura obra. Allí se encuentra a varias personas reunidas y confiesa que ha sufrido un déjà vu, que conoce a todos los que están en la sala pese a no haberlos visto nunca… y que sabe todo lo que va a ocurrir. Entre los invitados hay un reputado psiquiatra que trata de dar una explicación lógica al asunto… y pronto todos empiezan a contar extrañas historias que protagonizaron en algún momento de sus vidas y que no se pueden entender a través de la razón. Esta historia tiene su propio final, un final que nunca acaba (cuando el espectador ve la película entiende el porqué de esta afirmación). Y es Basil Dearden quien da forma a esta estructura… donde caben todas las demás historias.

    La más inquietante está protagonizada por Michael Redgrave y precisamente la cuenta el psiquiatra. Este rememora un caso de un ventrílocuo totalmente dominado por la personalidad de su muñeco, Hugo. Es un relato cinematográfico corto de lo más inquietante y Redgrave está magnífico haciéndonos siempre dudar entre la locura o la realidad terrorífica que vive su personaje. Está rodada por Alberto Cavalcanti.

    Después seguiría otra realmente extraña que trata sobre la posesión de un hombre a través de un espejo que le regala su prometida. Un inocente regalo de una tienda de antigüedades para celebrar su amor se convertirá en fuente de inquietud para el futuro esposo que ve cómo en el espejo se refleja otra habitación totalmente diferente a la suya… y poco a poco su personalidad va transformándose. Robert Harmer dirige este tormento donde romper un espejo no será igual a mala suerte…

    También una de las historias contiene un corte fantástico y de misterio. Una joven inocente cuenta una divertida fiesta de Navidad y disfraces en la antigua casa de un amigo y cómo se pierde por la mansión jugando al escondite hasta que llega a un cuarto donde se encuentra un niño llorando que le pide consuelo y que le acueste, que no le deje solo. Este le cuenta que tiene una hermana que no le trata muy bien… Cuando vuelve a la fiesta descubrirá quién es ese niño… Todo tiene una cierta atmósfera inquietante. Y esta vez el responsable de rodar esta historia fue también Alberto Cavalcanti.

    Otra historia de tipo premonitorio es la que protagoniza un corredor de carreras que tiene un accidente mortal y se debate entre la vida y la muerte en el hospital. La noche en que nota una mejoría se asoma a la ventana para refrescarse y mirar la calle y ve un coche fúnebre con un conductor que le saluda efusivamente… Él se siente incómodo, siente miedo y como si el tiempo se hubiese detenido… Entonces, días más tarde, sale del hospital totalmente recuperado… y volverá a encontrarse con ese rostro… Es la narración cinematográfica más corta y dirigida también por Basil Dearden.

    La más cómica es para Charles Crichton que deja una divertida historia sobre dos amigos, jugadores de golf y que se enamoran de la misma dama. Una historia de un fantasma inexperto…

    Así Dead of Night facilita una de esas veladas similar a cuando un grupo de conocidos se reúne y empiezan a contarse extrañas historias de fantasía con puntos de terror y alguna que otra risa. De hecho algunas de las historias tienen su fuente en relatos de escritores como H.G. Wells o E. F. Benson, Totalmente recomendable. (ElBlogDeHildyJohnson.es)