Varios neoyorquinos navegan por los vericuetos tragicómicos del sexo y del amor dentro y fuera de un club polisexual underground llamado Shortbus. Sofia, una terapeuta sexual que nunca ha tenido un orgasmo, lleva años fingiendo con su marido. Severine, una dominadora, intentará ayudarla consiguiéndole diversas relaciones sexuales.
Mejor Guión y Mejor Dirección Artística en el Festival de Gijón 2006Premio de los Productores en el Independent Spirit 2006
- IMDb Rating: 6,5
- RottenTomatoes: 67%
Mirar es participar le dice a Sofía, la joven sexóloga, uno de los divertidos camareros-animadores del Shortbus, club situado en el corazón mismo de Nueva York. Ahí se celebran despreocupadas orgías y se entrelazan las historias de varios personajes marcados a la vez por el hedonismo y la frustración personal y sexual.
El voyeurismo es uno de los elementos clave en el segundo filme de John Cameron Mitchell que ya cautivó al público sin prejuicios con su divertido musical sobre la transexualidad Hedwig and the Angry Inch protagonizado por él mismo, dando vida a un personaje emigrado a lado del muro de Berlín y del otro muro del género. Uno de los personajes secundarios de Shortbus entrará a participar activamente en un momento crucial de la trama porque se ha pasado meses mirando por su indiscreta ventana la vida de los Jaimies, algo así como una respetuosa pero voluntaria parodia de un ideal impuesto: la pareja gay como elemento de normalización. Pero esta pareja, tomada como modelo de felicidad e integridad, es una pareja en crisis. Y la mirada del vecino de enfrente, desde su indiscreta ventana, es la mirada de un espectador privilegiado que, al modo del Jeffrey, de la hitchocktiana Rear Window entrará a formar parte del juego en un momento dramático: el intento de suicidio de James en la piscina donde trabaja como vigilante. Citas cinéfilas, trasgresión, tristeza, humor y ternura son características de este filme como de otros títulos de directores adscritos al New Queer Cinema: Tod Haynes homenajea a Douglas Sirk y Bruce LaBruce parodia el comienzo de Sunset Boulevard en Hustler White.
Las cámaras digitales, las fotos, los celulares, las pantallas de las computadoras están muy presentes en un filme contemporáneo sobre la fragmentación del yo social e individual y sobre la búsqueda de la realización sexual. El sexo puede ser un espacio de libertad, como esas orgías idílicas bellamente fotografiadas que vemos como telón de fondo del Shortbus pero también de limitaciones, regulación y constricción como nos muestran algunos de los personajes: Sofía, James, Severine, Justin son algunos de los pasajeros de este autobús para los raritos en el que Mitchell se refleja y nos refleja, sin pudor.
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