En Rose Plays Julie, Rose estudia veterinaria en la universidad. Siendo hija única, ha disfrutado del amor de sus padres adoptivos. Sin embargo, desde que Rose tiene memoria, ha querido averiguar quiénes son sus padres biológicos y los hechos de su verdadera identidad. Después de años intentando rastrear a su madre biológica, Rose ahora tiene un nombre y un número. Todo lo que tiene que hacer es tomar el teléfono y llamar.
- IMDb Rating: 6,3
- RottenTomatoes: 92%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
Una chica de pelo largo semi rojizo de espaldas a la cámara, un faro difuminado en el fondo, el vaivén de las olas, el cielo nublado y una cautivadora voz en off que pregunta “¿alguna vez piensas en mí?”. Así arranca Rose Plays Julie, recientemente estrenada en cines virtuales y video por demanda bajo el sello de Film Movement.
Ésta es la historia de una joven llamada Rose (Ann Skelly), estudiante de veterinaria que atraviesa un quiebre de identidad mientras busca a su madre biológica, una actriz radicada en Londres que en primera instancia parece no querer tener nada que ver con su hija. Pero la tenacidad de Rose lleva a Ellen (Orla Brady) a confesarle la razón por la cual la dio en adopción.
Lo que inicia como una exploración del vínculo maternal se convierte en una mirada punzante al tema de la agresión sexual. Rose fuerza a Ellen a revivir sus recuerdos hasta preguntarle el nombre de su padre, el agresor. “Después de todo este tiempo. No puedo decir su nombre,” dice Ellen. “¿Puedes escribirlo?,” le pregunta Rose.
Estos momentos son tan inquietantes como reveladores. Se trata del acto de nombrar lo innombrable. Como en muchas otras instancias de la película, Joe Lawlor y Christine Molloy – directores y guionistas de la película – se acercan de manera inteligente al tema y dan con la complejidad emocional y psicológica del mismo, si bien no responden (y quizá no buscan hacerlo) todas las preguntas que uno pudiera hacerse.
En un principio es difícil empatizar con Rose al ver la manera en que pone a Ellen en una situación tan difícil, alterando la normalidad de la vida que construyó luego de aquella experiencia traumática. ¿Hasta qué punto se justifica su búsqueda de identidad? ¿Por qué revolver el pasado de tal manera?
La joven llega al punto de hacerse pasar por una actriz llamada Julie para acercarse a Peter Doyle (Aidan Gillen), su padre, un afamado arqueólogo que abusó de Ellen. Con el pretexto de prepararse para una obra teatral en la que interpreta a una arqueóloga, Rose (ahora Julie) pide a Doyle la oportunidad de participar en una excavación bajo su dirección.
Rose Plays Julie recuerda inevitablemente a la multipremiada Promising Young Woman. De hecho, en ambos casos resulta problemática la perspectiva de la protagonista que se impone sobre la de la verdadera víctima. Es decir, así como Cassie (Carey Mulligan) actuó sin preguntarse lo que Nina hubiera querido hacer, Rose actúa sin preguntarse lo que Ellen piensa de todo esto.
En Rose Plays Julie, sin embargo, el conflicto tiene otra dimensión, pues Rose es el producto de esa violación que, de alguna manera, marca su vida al saberse no deseada por su madre. Pero ¿serviría de algo buscar venganza? ¿A nombre de quién sería?
Siendo justo, hay una conversación importante en la que Rose se sincera (al menos parcialmente) con Ellen. “¿No te molesta? ¿Que está ahí fuera, actuando como si nada hubiera pasado?,” le pregunta Rose con creciente indignación. A diferencia de Promising Young Woman, en la que la madre de Nina le dice a Cassie que debe dejar el pasado atrás, Ellen nunca le pide a Rose que se detenga.
Aunque por momentos cae en la explotación del trauma, la película acierta en su retrato del agresor: un hombre profesional y de buena posición que parece tener una vida ordenada y decente. De hecho, el descenso de Peter a la más profunda vergüenza al ser confrontado con su pasado es uno de los aspectos más notables de la cinta. Lawlor y Molloy no presentan a un villano ordinario y unidimensional. Por el contrario, hay un momento en el que Doyle acepta su castigo de manera conmovedora en un giro interesante que pone a Ellen en el centro de los acontecimientos con una toma de postura. La confrontación como catarsis.
La fotografía de estilo lúgubre, a cargo de Tom Comerford, hace juego con la dirección “malickniana” de Lawlor y Molloy, quienes demuestran un magistral manejo de los espacios, figuras y movimientos. La banda sonora de Stephen McKeon es perfecta en la construcción de la tensión. Las actuaciones son formidables. Ann Skelly no necesita de grandilocuencias para capturar el misterio de su personaje, sino que utiliza su voz y rostro para cautivar con una extraña mezcla de serenidad y furia.
Puede que Rose Plays Julie ofrezca más preguntas que respuestas, pero es un thriller psicológico perfectamente calibrado en su forma y relevante en su fondo, poniendo un tema urgente sobre la mesa. “Cuando alguien dice detente, ¡detente!” (Kenny Díaz – PalomitasDeMaíz.net)
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