Room 237 es un documental subjetivo que explora las numerosas teorías sobre el significado oculto dentro de la película de Stanley Kubrick, The Shining. La película puede tener más de 30 años, pero sigue inspirando el debate, la especulación y el misterio. Cinco puntos de vista muy diferentes se iluminan a través de una voz en off, fragmentos de películas, animación y representaciones teatrales. Juntos van a meter a la audiencia en un nuevo laberinto, uno con rodeos interminables y callejones sin salida.
- IMDb rating: 7.2
- RottenTomatoes: 93%
Película / Subtítulo (Calidad 720p)
Cuando se dispone de una confianza ciega en la sabiduría de un autor, y se sabe de la meticulosidad de éste en su trabajo y su conocimiento casi humanístico, entonces el espectador ya está perdido ante una obra críptica: está condenado a la (sobre)interpretación. Porque entonces, el espectador tiene la sensación de que TODO significa en sus obras, cada detalle anuncia un sentido y contribuye a la aprehensión total de la obra; o cada detalle imprime un nuevo discurso que modifica el propósito del texto hacia nuevas derivas. Sin duda, es el caso de Alfred Hitchcock, el cineasta clave del placer interpretativo postmoderno; pero también el de Stanley Kubrick, cineasta meticuloso donde los haya, y la sutil crítica de Room 237 se dirige hacia este marasmo de sobreinterpretación, pero que a la vez nos da algunas interesantes claves sobre el texto.
Room 237 es un documental que recoge algunas interpretaciones que los fans de la película The Shining , de Stanley Kubrick, han elaborado durante años en publicaciones no oficiales de cine. El documental elude la cosecha de teorías oficiales, procedentes de académicos o de investigaciones universitarias, y se centra en la interpretación del espectador común, quien no dispone de los medios teóricos de forma tan próxima como el académico pero sí de la creatividad y la espontaneidad de su visión no contaminada. Esta selección de voces ya da cuenta del paradigma que define esta obra, pues si hacia mediados del s .XX, la interpretación de las obras de arte estaba más reservada a los académicos, encargados de desentrañar los detalles más insospechados de las obras, con la postmodernidad emergió la democracia de la interpretación: todo el mundo ha alcanzado el derecho de verter su propia visión de la obra. Y, a la vez, ha nacido la democratización de la obra a interpretar: tras los estudios culturales, cualquier obra es susceptible de recibir una interpretación, no sólo la alta cultura. Y así es como algunas obras cinematográficas de gran popularidad, como Blade Runner o la propia The Shining, son diseccionadas como mecanismos de relojería, hallando sutiles referencias de la historia, la filosofía y el arte.
Pero no sólo es que haya nacido el derecho a la interpretación universal: es que sin ella, la obra no existe. Si algo se ha puesto de relieve en los últimos años es que el texto no existe sin su lectura, sin su actualización, y la obra sólo es en presencia del receptor. Así, una película a veces pierde su entidad, puede existir como artefacto, como soporte material que puede llevar a la experiencia estética. Pero un film sólo es arte cuando es visionado, no en un estante: el receptor es esencial para completar el sentido, el espectador es necesario para establecer el estatuto artístico de una obra. Por ello, alabo las pretensiones del documental Room 237: afirma el director que estamos ante un documental subjetivo, pues depende de la libre interpretación de cada receptor, y el receptor es un sujeto concreto, invadido por distintas experiencias históricas: de ahí que se indique el nombre de cada voz en off que participa en la interpretación y se diferencien las teorías por sujetos, no por ideologías. Así, si un texto es con el receptor, y el receptor es un sujeto concreto, entonces un texto está sometido a la subjetividad absoluta en su interpretación, tal y como muestra la multiplicidad de voces de Room 237.
Partiendo de estos presupuestos, Room 237 se erige una obra imprescindible para el cinéfilo contemporáneo, para ver hasta dónde pueden llegar los límites de la interpretación de una película, o para dibujarlos en el propio visionado. Y, obviamente, para el fan de The Shining, pues en el documental descubrirá nuevas claves de su obra admirada, como es mi caso: quizá haya teorías desmesuradas, excesivamente abstractas y con poca fijación en el texto, pero eludiendo la abstracción, el documental ofrece detalles concretos de planificación de Kubrick que permiten desvelar secretos insospechados de la obra. Y, para ello, el documental construye un sistema de persuasión efectivo, pues compagina las imágenes de la película con la voz en off de los intérpretes, con animaciones, planos del hotel, imágenes detenidas e incluso remontajes. En Room 237 se activan numerosas interpretaciones esquizoides sobre la película, y os dejo con algunas de ellas:
-Alegoría del Holocausto: algunos afirman que se trata de una alegoría del holocausto, y esta interpretación vendría respaldada por la presencia de numerosos huéspedes que toman sus maletas y salen del edificio, como si fuesen las célebres maletas confiscadas a los judíos en los campos de concentración, y que se atisban acumuladas en una vitrina en el actual Austwitch, convertido en museo, conformando una montaña de efectos materiales de los asesinados. Además, la película está surcada por el número 42, omnipresente en numerosos momentos del film y que supone el año en que fue impulsada la llamada «solución final» de exterminio de los judíos. Así, estos huéspedes serían expulsados del hotel por Jack Nicholson, que simbolizaría una especie de reencarnación de Hitler en el film, y cuya mirada impositiva sobre el otro se simboliza en ese rostro que vigila la reproducción del laberinto en el interior del hotel
-El alunizaje: la película también puede llevar consigo una alegoría de la llegada del ser humano a la Luna con Neil Armstrong. Esta interpretación viene respaldada por el jersey del niño, tejido con un dibujo del cohete Apolo, y que se sumerge en la habitación 237, un número que consitituye, precisamente, la distancia en miles de millas desde la tierra y la luna. Así, al entrar en la habitación, se produce el alunizaje, la confrontación con lo diferente y lejano, el cosmos.
-La estructura imposibe: un intérprete reconstruye el plano del hotel de acuerdo con las indicaciones de la película, y descubre que la arquitectura que le correspondería es imposible, pues aparecen ventanas donde sólo podría haber muros y hay pasillos que se solapan con habitaciones. Así, estamos en un espacio mental que permite la transposición de las fronteras habituales en la vida diurna, y el hotel no estaría ubicado en el realismo, sino en el sueño: es un hotel onírico, mental.
-Las simetrías: Stanley Kubrick es célebre por el recurso constante a las simetrías en la composición de los planos. Pero, en The Shining, los fans afirman que la simetría está en la propia configuración de la estructura del film, y por ello, un intérprete superpone dos proyecciones del film: una en la dirección habitual y otra desde el fin hasta el comienzo. Y, en la unión de las dos formas de reproducir el film, se generan numerosas asociaciones de imágenes y sonidos que podrían generar nuevas relaciones entre los personajes, y que sostienen la célebre palabra invertida de REDRUM/MURDER. (Extracine.com)
Room 237 es un documental que habla sobre las fantásticas teorías de lo que realmente The Shining, dirigida por Stanley Kubrick, puede representar. Desde alegorías a masacres a la población indio americana en Estados Unidos hasta una revelación excesiva de detalles sobre la supuesta implicación de Kubrick en la farsa del viaje a la luna, el documental explica cómo algunos han ido demasiado lejos en interpretar.
La razón principal por la que Room 237 es un gran documental es básica: resulta extremadamente detallado sobre el tema que trata, brutalmente divertido y formalmente inventivo. Pero la estimulante propuesta de Rodney Archer no acaba aquí, más bien, comienza, ya que también funciona como una lúcida ilustración de algo que viene sucediendo los últimos 10 años (y que no sería posible plasmarlo hasta la llegada de la era digital): nos introduce en una nueva forma de experimentar y considerar las películas. Room 237 también nos confirma que las grandes películas se redescubren todas y cada una de las veces que las vemos
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