En Oleanna un malentendido entre una estudiante reprobada y su paternal profesor se convierte en cargos de hostigamiento sexual.

  • IMDb Rating: 6,5
  • RottenTomatoes: 61%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Es el mismo David Mamet quien dirige y escribe para el cine su adaptación a la obra teatral Oleanna, que escribió en 1990 y no estrenó hasta dos años después. Y como la obra de teatro, que suscitó en su momento entre los espectadores grandes controversias, debates y discusiones, la película no es cómoda para el espectador, sino que toca teclas y remueve. Con una dirección y puesta en escena menos sencilla de lo que aparenta, respeta los tres actos de la obra. Oleanna refleja tres diálogos en un despacho de un profesor universitario. Todo empieza cuando una alumna, Carol (Debra Eisenstadt), se dirige al despacho de su profesor John (William H. Macy) porque quiere entender por qué le ha suspendido.

El espacio, cómo se sitúan los personajes en él, cómo se mueven y se posicionan en las dos estancias del despacho, su forma de vestir, la expresión corporal… todo cuenta para dar significado a lo que vemos. Porque en Oleanna la complejidad viene de la ambigüedad. No hay nada que sea ni claro ni obvio. Y eso es lo que incomoda. No es fácil posicionarse, porque no es una historia de buenos y malos. Lo que expone es una relación de poder y también cómo el lenguaje nos construye o destruye. Entre Carol y John, la incomunicación y el detentar el poder en cada uno de los diálogos los conduce a una vorágine y a un drama que los rompe.

Para construir su historia, David Mamet escribe con precisión tres diálogos con los que apunta el conflicto, el desarrollo y el fulminante desenlace. El material es delicado: asistimos a los tres diálogos y somos testigos en todo momento de lo que acontece. Y, sin embargo, no es fácil que nos posicionemos. El dramaturgo incomoda y hace que el espectador se pregunte continuamente qué es lo que está viendo realmente. Qué entiende.

La lectura más fácil de Oleanna es «mirarla» como una historia de buenos y malos. De ahí la controversia que suscita. Uno puede ver al profesor como un acosador sexual, que abusa de su posición de poder, y a la alumna como un víctima que no se deja intimidar, que denuncia. Pero también uno puede ver a la alumna como una joven manipuladora, que sabe presentarse como víctima, y su último fin es buscar la destrucción de su profesor.

Lo doloroso del asunto es que finalmente los diálogos entre Carol y John son un equilibrio continuo de poderes entre ambos personajes y en cómo se les va la vida en ello porque cada uno lucha por su posicionamiento en la sociedad. Mamet deja además los suficientes matices para construir la personalidad de ambos y entender sus orígenes mostrándolos en realidad más parecidos e igualados en su manera de comportarse de lo que parece. Carol y John se enredan en una confrontación con el lenguaje que impide llegar a un entendimiento posible y desata el drama.

Carol tiene claro que quiere encontrar su lugar en la sociedad, salir de sus orígenes humildes y ascender en ella a través del saber. Para ella los estudios universitarios son una salida para encontrar un lugar privilegiado. John, como nos desvela, ha recorrido ya ese mismo camino y en ese momento lucha por ascender y además conseguir una casa; es decir, lucha por afianzar más todavía su posición, llegar a la cumbre.

La confrontación de Carol y John hace surgir todas las sombras de los personajes, sus contradicciones y ese camino hacia la destrucción. Están condenados a no entenderse. Y efectivamente en esas sombras se descubre que Carol puede no estar muy equivocada en las percepciones que tiene sobre John, pero también puede sentirse la inteligencia manipuladora de Carol y su afán de hundir y arrebatar su posición a John. Porque todo es cuestión de poder. Una tercera lectura puede ser que Carol y John están condenados a enfrentarse y a no entenderse por estar dentro de un sistema que les provoca infelicidad. Son víctimas de ese sistema y los dos han aprendido a moverse en él con las herramientas que tienen a su disposición. Al final solo quedará un espacio para el que gane la pelea, aunque ambos quedarán heridos.

Oleanna es una obra de matices, y David Mamet también lanza zarpazos a la universidad como institución y se pregunta sobre cuál es el fin de la universidad, cómo enseñar, cuál es el camino del saber, qué papel tiene el profesor, qué camino es el que puede seguir un alumno… Tanto John como Carol van dejando por la senda de su confrontación cuestiones incómodas sobre las que preguntarse y reflexionar.

No es suficiente con ver una sola vez Oleanna, sino que suscita el interés por volver a verla y poder descifrar todas las capas de lo que estamos viendo. David Mamet nunca lo pone fácil. Zarandea. David Mamet usa el desconcierto como arma para cuestionarnos continuamente. Ni siquiera lo pone fácil con él mismo que, para desconcierto de muchos, ahora mismo su desencanto político y social ha hecho que sus planteamientos viren al lado opuesto; es decir, ha paseado del progresismo al conservadurismo extremo. Oleanna no es complaciente, ni maniquea, ni políticamente correcta. Oleanna incomoda y provoca que uno reflexione, analice, piense e incluso al final del proceso tal vez se posicione. (ElBlogDeHildyJohnson.es)