Mikaël es un artista que alcanza la cima cuando comienza la decadencia de su maestro, el anciano profesor Zoret. Zoret le transmite a Mikaël el secreto de su técnica pictórica. Entonces Mikaël conoce a la Princesa Zamikoff, a la que trata de conquistar por medio de regalos, llegando incluso a robar a Zoret para pagar su carnal y lujuriosa vida con ella. Mikaël abandona a Zoret, cuya salud comienza a fallar, pero también descubre la espiritualidad en su soledad.
- IMDb Rating: 7,1
- RottenTomatoes:
Película / Subtítulos (Calidad 720p)
“No hay nada en el mundo que pueda compararse con un rostro humano. Es una tierra que uno no se cansa de explorar, un paisaje, ya sea árido o apacible, de una belleza única. No hay experiencia más noble, en un estudio, que la de constatar cómo la expresión de un rostro sensible, bajo la fuerza misteriosa de la inspiración, se anima desde el interior y se transforma en poesía”. (Carl Theodor Dreyer)
La relación entre Claude Zoret (Benjamin Christensen), afamado pintor, y Mikaël (Walter Slezak), su joven alumno y modelo, comienza a deteriorarse con la llegada de la princesa Zamikoff (Nora Gregor), quien con sus encantos conquistará el corazón del segundo.
Existe entre los cinéfilos una tendencia más o menos generalizada, debido probablemente al desconocimiento, que consiste en obviar todo lo que el maestro danés hizo con anterioridad a La Passion de Jeanne d’Arc. Esa omisión arbitraria, impide no ya sólo el análisis de la génesis del lenguaje dreyeriano, fundamental para comprender su posterior evolución, sino también el simple disfrute de una serie de películas de gran calidad, que parecen haber quedado sepultadas por el peso de las ulteriores obras maestras firmadas por el cineasta.
Mikaël, adaptación de una novela de Herman Bang, es un Kammerspielfilm que nos habla del dolor del desengaño y de cómo el estado emocional condiciona el trabajo del artista. La relación que se expone entre Zoret y Michael, va mucho más allá de la mera correspondencia maestro-alumno, adquiriendo evidentes connotaciones homosexuales que hacen que el filme sea, desde un punto de vista temático, bastante adelantado a su tiempo.
Pese a lo que el título pueda indicar, el verdadero protagonista de la cinta es Claude Zoret, al que interpreta con notable solvencia Benjamin Christensen, director de la singular Häxan, de 1922. Dreyer nos muestra la progresiva decadencia física y artística de su personaje, apesadumbrado desde que conoce la aventura amorosa de su amado pupilo. Zoret soportará con solemne resignación, la descarada ingratitud de aquel que, aun en los malos momentos, sigue constituyendo su principal fuente de inspiración.
La puesta en escena, enaltecida por la excelente fotografía de Karl Freund y Rudolph Maté, se caracteriza por su riqueza simbólica (alusiones a la religión y a la muerte) y su profundidad espacial en las secuencias que se desarrollan en el interior del salón de la mansión de Zoret. El autor de Gertrud prosigue avanzando en su camino hacia la depuración y la abstracción más absolutas.
Gracias a la ejemplar restauración llevada a cabo hace unos años por el Friedrich-Wilhelm-Murnau-Stiftung (encomiable su labor), los admiradores del inmarcesible realizador danés, tenemos la oportunidad de disfrutar de otra de sus películas olvidadas. (EsculpiendoElTiempo.com)
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