En Leona Ariela, una judía tradicional, conoce a Iván, un joven que no es judío y con quien comienza una relación secreta a pesar de las creencias de su familia. Esta nueva experiencia le permite a Ariela explorar el mundo que estaba fuera de la burbuja de su comunidad. Ariela es descubierta y amenazada. Mantener su relación significaría dejar su vida como judía y perder contacto permanente con su familia y amigos.
Mejor Actriz en el Festival de Morellia 2018
- IMDb Rating: 7,0
- RottenTomatoes: 100%
Película (Calidad 1080p)
Isaac Cherem no pierde el tiempo. La introducción de Leona es tan misteriosa como directa y a través de ella, de una ceremonia que es a la vez realidad bruta y evento desconocido, nos presenta también a Ariela, una oveja negra en un cerrado círculo judío de la Ciudad de México.
Así Cherem libera a Ariela, una jovencita que busca desde ahora, a veces oteando y otra en plena rebelión generacional, un rumbo personal en un círculo que a veces se le manifiesta tan cerrado que se vuelve claustrofóbico. En ese planteamiento, aparece Iván, un joven que no pertenece a la comunidad judía y que por lo mismo -desde la mención misma de su nombre en reuniones y comidas familiares- es rechazado como “impropio” para salir con ella.
Leona parece buscar el conflicto Romeo y Julieta entre sus personajes protagónicos. Sin embargo, con un cambio ágil de historia, siendo fiel a Ariela que es en realidad en quien debemos fijarnos, usa al mito romántico por excelencia para sacarla de ese círculo cerrado, impositivo, controlador y muchas veces tremendamente machista, para experimentar con ella en una libertad que a veces no lo es tanto. La situación límite en la que Ariela se ve inmersa, lejos del apoyo familiar, lejos ahora de quien creía el amor de su vida, permite a Leona buscar al lado de su personaje central las libertades necesarias para su crecimiento pero también a añorar las seguridades de su entorno “natural”, todo sin dejo de melancolía y, especialmente, sin permitirse caer en los azotes tremendistas del personaje solitario y abandonado.
Por el contrario, la cinta de Cherem (escrita al alimón con Naian González Norvind, quien además interpreta a Ariela) entra al laberinto de su personaje y sin trazarse una meta definida consigue elaborar una en el proceso mismo de la narración. En otras palabras, Leona demuestra su inteligencia en el entendimiento de que no cambiará la posición de la comunidad de la que sale Ariela pero sí mostrarla a quienes no pertenecemos a ella; pero que tampoco podrá redefinir el nuevo mundo al que Ariela se introduce (también con filias y fobias, presentado con ventajas y también gigantescos defectos), completamente desconocido para quienes viven lejos de él.
Así, en la aventura que emprende Ariela (sin batallas físicas, sin dolores innecesarios, mesurada y brillantemente dosificada en sus anécdotas), Cherem parece proponer el diálogo con el diferente, diálogo a veces violento otras mucho más dulce. Leona parecería mostrar que la búsqueda de libertades (de parte de hombres y mujeres) es, más allá de necesaria prácticamente un derecho, todo en un tono descriptivo que si bien no es ni violento ni cuestiona, es real y centrado, a veces incluso, con toques sutiles de comedia. La razón es simple: la idea de Leona, de su guión, de la transformación de su personaje, no es la confrontación sino la descripción, no es el grito de la respuesta sino la narración que desahoga, plasmar antes que derrumbar, contar antes que negar.
En medio de ello, se sugieren temas tan atractivos como necesarios, desde el machismo rampante en todos los niveles de la sociedad mexicana (“¡Embarázala para que se quede contigo!” le dice un amigo a Iván mientras la familia de Ariela está empeñada en casarla con un buen partido aunque se trate de un completo desconocido) hasta la nueva definición de amor y libertad en generaciones a las que el mundo actual les dice muy poco al respecto.
Sí, se trata de una narración lineal, pero de ninguna manera es plana. Estamos en un cuento que busca el realismo en sus esquinas, pero que no le impide a Cherem la búsqueda plástica y el encuentro de varias secuencias memorables. Efectivamente, estamos ante un personaje en búsqueda, pero se agradece enormemente que no nos presenten a un personaje perdido. Se trata de una ópera prima, pero una en la que tanto en el guión como en la puesta en pantalla vemos a un par de narradores (Isaac y Naian) oteando en la dirección correcta, como Ariela, que en el remate de la película nace -o renace- en su propia ceremonia, una personal y trascendente, tan misteriosa como directa. (Erik Estrada – CineGarage.com)
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