En Hit Man Gary Johnson es el asesino profesional más buscado de Nueva Orleans. Para sus clientes, es el sicario ideal. Pero si le pagas para que elimine a un cónyuge infiel o a un jefe maltratador, será mejor que tengas cuidado: trabaja para la policía. Cuando rompe el protocolo para ayudar a una mujer desesperada que intenta huir de un novio maltratador, se convierte en uno de sus falsos personajes, se enamora de la mujer y coquetea con convertirse él mismo en un criminal.

  • IMDb Rating: 7,1
  • RottenTomatoes: 97%

Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en varios idiomas, entre ellos el español)

 

¿En dónde está escrito que las comedias no pueden ser parte de las competencias principales de los festivales serios? Parte de la Selección Oficial, pero presentada fuera de concurso, tuvo su estreno mundial en la Mostra Hit Man, la última película dirigida por Richard Linklater que ahora se estrena en la Argentina con el título de Cómplices del Engaño. Se trata de una comedia, una comedia de acción (quizás debería aclarar que hay mucho de filosofía en ella, además) y, por lo tanto, no podemos afirmar que Linklater, director y guionista junto con Glen Powell, o este último también como actor principal, deberían llevarse algún premio.

No es habitual que en una función de prensa se escuchen tantas carcajadas y aplausos durante la proyección (comparar si no con el gélido silencio que acompañó a The Palace, de Roman Polanski). Como en Bernie (2011) el realizador se ha inspirado (muy, muy libremente claro está) en un artículo sobre un crimen verdadero escrito por Skip Hollandsworth para Texas Monthly. Y, como en ella, o como en School of Rock, por mencionar otro caso, Linklater vuelve a demostrar que puede realizar una película que cruza distintos géneros, funcionando adecuadamente en todos ellos. Es que el corazón de Hit Man es la comedia, por más que se disfrace de thriller de acción, por momentos de film noir, y que no falten indagaciones filosóficas que a veces pueden llegar hasta la autoayuda (aunque con tanto corazón y verdad que la aceptamos gustosos).

Gary Johnson es un muy tranquilo profesor de filosofía en un colegio de Nueva Orleans. Vive solo tras su divorcio, tiene dos gatos, posee habilidades vinculadas con la tecnología y se interesa (mucho) por los pájaros. Nada en él parece exceder cierta medianía. Nadie pensaría en él como un tipo peligroso. Pero, además, trabaja ayudando a la policía y, fortuita y excepcionalmente le piden que se haga cargo del trabajo de un compañero suspendido por alguna conducta indebida: hacerse pasar por un asesino a sueldo para grabar/filmar el momento y detener a quien requiere ese “servicio”.

Tras afirmarse en la película que los hit men no existen y son una creación cultural (de las novelas al cine), advertimos que el apocado Gary tiene una habilidad especial para componer ese personaje. O “esos personajes” debería decirse, porque el profesor, en su trabajo temporal, se encarga de averiguar los antecedentes de cada uno de quienes requieren su servicio, creando un asesino específico conforme a las circunstancias y la personalidad del cliente. Un día quien acude a solicitarle ayuda es Madison (Adria Arjona), harta de que su marido no la deje vivir. Hay química instantánea, la charla deriva por otros meandros (ante la atónita escucha de los policías en una camioneta cercana) y la termina convenciendo de que más que llegar a ese extremo lo que tiene que hacer es tomar ese dinero que le iba a pagar para salir corriendo y empezar una nueva vida.

Claro que el asunto se irá complicando y a lo expuesto se sumará una posible trama amorosa… ¿o se trata de un mero engaño de una femme fatale con todas las letras? Mejor no avanzar, pero sí destacar que aquí también hay chispa, la química funciona como cada uno de los muchos (y muy buenos) chistes. La doble vida que el protagonista asume festivamente va generando un cambio en su forma de ser, en su personalidad. El ponerse en la piel de otro le permite liberarse, soltarse, atreverse a muchas cosas hasta entonces impensadas.

Es tal la alegría con que se discurren las situaciones que van del cotidiano al disparate, que hasta parece tener sentido lo que la película propone: uno debe inventarse el personaje que quiere ser y actuarlo hasta que se torne real. Animarse y creérselo, en definitiva.

El director de la inolvidable The Before Trilogy, de la emocionante, inigualable, monumental Boyhood hasta puede imaginar una escena en la que el profesor, antes del examen final, osa dar consejos de vida a sus alumnos. Y lejos de sentir vergüenza ajena, nos emocionamos genuinamente… ¡Por más comedias en los festivales! ¡Por más películas de Linklater, donde sea! (Fernando E. Juan Lima – OtrosCines.com)