En Gods of Molenbeek creciendo en el barrio de Molenbeek, en Bruselas, entre atentados suicidas y patrullas policiales, los amigos Aatos y Amine se plantean grandes preguntas existenciales que han ocupado a pensadores y teólogos desde el principio de los tiempos. ¿Existe un poder superior? ¿Es la naturaleza un dios? Con una claridad refrescante, los niños de seis años reducen la espiritualidad a sus principios básicos y cuestionan el propio conocimiento. El modo en que estos niños dan sentido a lo insensato y reflejan su entorno a través de la fantasía puede enseñar mucho sobre cómo y cuándo los humanos se separan de su humanidad.

  • IMDb Rating: 7,3

Película (Calidad 1080p. La copia viene con subs en varios idiomas, entre ellos el español)

 

Es difícil encontrar otro lugar en Europa que se haya hecho tan famoso en los últimos años como el distrito Molenbeek de Bruselas. Pero aunque la directora finlandesa Reetta Huhtanen descubra su reciente mala fama de “hervidero de yihadistas”, está lejos de condenar a sus diversos habitantes. En su primer documental, Gods of Molenbeek, que inaugura la presente edición del Festival de Cine DocPoint de Helsinki, ese lugar que ha generado titulares acusatorios es, ante todo, un hogar.

O eso parece para los niños que viven allí, de orígenes completamente distintos y que apenas son conscientes de ello. El chileno-finlandés Aatos, el musulmán Amine y la sensata Flo están acostumbrados a cantar “Cumpleaños feliz” en cada lengua que conocen; y, gracias a ellos, este modesto documental es encantador. Casi toda la película se desarrolla como un anuncio de Benetton donde unos niños de Bullerbyn multiculturales juegan y escuchan a las arañas, mientras la cámara los sigue al nivel de sus ojos. Hannu-Pekka Vitikainen, en su doble papel de productora y cinematógrafa, ha grabado todo en cuclillas (después de un rato, uno empieza a preocuparse por sus rodillas).

Rápidamente, Gods of Molenbeek toma forma de película gracias a sus diálogos. En parte porque Aatos, que podría haber tenido conversaciones profundas con Jean-Pierre Léaud en Los 400 golpes, es un niño muy curioso (en especial, cuando se trata de religión). “¿Dios existe? Supongo que sí pero sólo en las historias finlandesas,” dice, pero su interés va más allá, reforzado por su mejor amigo y vecino Amine. Aatos se enfrenta constantemente a “Su” presencia y se asusta cuando otros niños lo engañan para que crea que en realidad está comiendo cerdo. “No sé si lo sé,” dice cuando le preguntan por qué no se le permite comerlo, pero él está convencido de que es una característica de un auténtico musulmán. Es esa clase de película donde las reflexiones sobre la identidad se mezclan con un comentario sobre el martillo de Thor y los hábitos alimenticios de un erizo.

Aunque la temática y la ejecución nos resulten familiares, se trata de un trabajo muy bien hecho (en especial, cuando Huhtanen evita intencionadamente adentrarse en el terreno de lo “cursi”, gracias a la divertida Flo, que amenaza con robar el protagonismo). “Si crees en Dios, estás loco. Y si te vuelves loco, deberías decírmelo”, le dice a Aatos sobre su repentino interés por la espiritualidad. Pero aunque parezca adorable, pronto empiezan a aparecer las primeras señales de maldad en forma de murmullos que cada vez se oyen más altos y claros. Los niños, antes ajenos al sonido de las sirenas, pronto ven cómo los policías revisan sus mochilas y empiezan a distanciarse. Debería ser una película sobre Molenbeek pero, en realidad, es sobre hacerse mayor, como dice Flo, “con problemas, accidentes y mal tiempo”. Y fronteras. (Marta Balaga – CinEuropa.org)