En Essential Killing, un soldado afgano es hecho prisionero por las tropas norteamericanas, acusado de haber matado a tres soldados. Posteriormente es trasladado a un país del este de Europa, para ser interrogado. Pero durante el viaje consigue escapar, e inicia así una dramática carrera por su supervivencia en medio de la naturaleza.
Premio Especial del Jurado y Mejor Actor (Festival de Venecia 2010)
Mejor Película y Mejor Actor (Festival de Mar del Plata 2010)
- IMDB Rating: 6,1
- Rottentomatoes: 83%
Película / Subtítulos (Calidad 720p)
Premio Especial del Jurado y Copa Volpi al mejor actor para Vincent Gallo en la Mostra de Venecia y Mejor Película en el Festival de Mar del Plata 2010, Essential Killing confirma el regreso en su mejor forma del veterano director polaco Jerzy Skolimowski. Formado junto a Roman Polanski, con quien colaboró en el guión de su primer largo, El cuchillo bajo el agua, Skolimowski comenzó a labrarse su propio nombre con Barrera (1966) y tuvo su consagración con El alarido (1978) y Proa al infierno (1985), premiadas en Cannes y Venecia. Pero a partir de entonces fue abandonando el cine a favor de la pintura, al punto de que estuvo más de quince años sin filmar. En el 2008 hizo su reaparición triunfal en la Quincena de los Realizadores con Las cuatro noches de Ana y ahora Essential Killing ratifica que Skolimowski volvió para quedarse.
Realista y abstracta a la vez, Essential Killing comienza en unos impresionantes cañones de piedra y polvo labrados por el viento en el que podría ser el desierto de Afganistán. Allí, un hombre que quizá sea un combatiente talibán (una composición insólitamente creíble de Gallo) es apresado, después de una larga persecución, por tropas del ejército de ocupación estadounidense. Primero sometido a torturas (el terrible “submarino”) y luego trasladado con grilletes a un campo clandestino de detención en Europa central, el hombre aprovecha un accidente del vehículo que lo transportaba para fugarse. De allí en más, como un animal herido, guiado únicamente por su instinto, intentará sobrevivir en un medio que le es ajeno: un bosque nevado, en plena montaña, perseguido por un ejército fantasma. Y para seguir con vida no le quedará otro remedio que matar.
Física y visceral, Essential Killing ostenta una narración puramente visual y no tiene necesidad de apoyarse en un solo diálogo (aunque el sonido tiene una importancia dramática fundamental, considerando que el fugitivo ha quedado casi sordo, por causa de una explosión). Arena primero y nieve después son los elementos que le dan un imponente marco escenográfico al film de Skolimowski, que parece haber planteado su película como un ejercicio extremo: experimentar cuánto tiempo es capaz de sostenerse un relato en el que cada escena –incluso la primera– podría ser la última, la definitiva.
Esa intensidad de Essential Killing está, por supuesto, en íntima correspondencia con el enorme desafío que enfrenta el protagonista, como si ambos no pudieran ser otra cosa que un único cuerpo, donde film y personaje se imbrican y se mimetizan hasta configurar una unidad inquebrantable. Hay algo auténticamente esencial en la película de Skolimowski y no se trata solamente del hecho de estar ante la odisea de un hombre que debe luchar y matar por su supervivencia. Essential Killing es esencial también porque se trata de una película que prescinde por completo de diálogos, que tiene en su núcleo aquello que hace al mejor cine de género (un hombre en peligro) y que utiliza los contrastes de la naturaleza –desierto versus bosques, arena contra nieve, calor abrasador frente a frío extremo– como ya casi nadie lo hace, un poco a la manera del mejor cine mudo, con una impresionante expresividad dramática.
Su carácter deliberadamente abstracto, a su vez, le da a Essential Killing una dimensión que no le daría una mera película de acción o un panfleto crasamente político. Se intuye que el fugitivo es un árabe, que sus perseguidores son estadounidenses, que se están violando todas las garantías y convenciones de guerra, pero como Skolimowski –también productor de su propia obra– se cuida muy bien de identificar específicamente estas presunciones, el film adquiere de pronto una cualidad universal, que va más allá de un momento y una circunstancia precisas para hablar en cambio de víctimas y victimarios y del impulso vital más básico, que es el de permanecer con vida, siempre, aunque más no fuere un día más. (Luciano Monteagudo – pagina12.com.ar).
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