En El Verdugo, José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho a una vivienda. José Luis acaba aceptando la propuesta de su suegro con el convencimiento de que jamás se presentará la ocasión de ejercer tan ignominioso oficio.

Premio FIPRESCI en el Festival de Venecia 1963

  • IMDb Rating: 8,1
  • RottenTomatoes: 91%

Película (Calidad 1080p)

 

Luis García Berlanga presentó El Verdugo -considerada la mejor película del cine español- en 1963 en Venecia, poco después de que Franco ordenara el fusilamiento de Julián Grimau. El filme, que debió enfrentarse a la censura en España, fue premiado en La Mostra por la crítica internacional, en Moscú y en Francia. José Isbert, Emma Penella, José Luis López Vázquez y Nino Manfredi protagonizaron la película.

Cuarenta años después de haber triunfado en el Festival de Venecia, El Verdugo sigue siendo «la mejor película del cine español, según la mayoría de los especialistas», asegura Antonio Gómez Rufo en su libro sobre Berlanga. Ricardo Muñoz Suay dijo en su momento que «con El Verdugo, Berlanga ha logrado su mejor obra, y probablemente la más importante y significativa de la cinematografía española. La intervención decisiva de Rafael Azcona en el argumento ha conseguido un guión modélico no sólo en cuanto a la construcción, sino a su contenido, más trascendental que en otras ocasiones. Por otra parte, el estilo tremendista, el humor negro, ha fraguado, y el filme, además de ser un alegato contra la pena de muerte, es, sobre todo y en especial, un testimonio de cómo el hombre contemporáneo acaba cediendo a los acontecimientos sociales, que en este caso llevan a su protagonista a ejercer, sin contemplaciones, el asesinato legal».

El Verdugo se presentó en Venecia en 1963, cuando Franco acababa de ordenar el fusilamiento del comunista Julián Grimau y la ejecución por garrote vil de los anarquistas Francisco Granado y Joaquín Delgado. Precisamente el Caudillo era entonces conocido en el mundo como «el verdugo», apodo que cobró actualidad con las protestas internacionales ante dichas ejecuciones. De hecho, Berlanga y el equipo de la película fueron recibidos a pedradas por anarquistas italianos que habían creído que, con ese título, la película era una apología de Franco. Contrariamente, las autoridades españolas entendieron El Verdugo como «la película más antipatriótica y antiespañola que se hubiera visto jamás», a pesar de su inocente aspecto de comedia. Quisieron incluso impedir su proyección en el festival. El embajador en Roma, Alfredo Sánchez Bella, que años después sería ministro de Información y Turismo, hizo cuanto pudo para prohibirla. «La película me parece uno de los más impresionantes libelos que jamás se hayan hecho contra España; un panfleto político increíble, no contra el régimen, sino contra toda una sociedad. Es una inacabable crítica caricaturesca de la vida española», proclamó al principio, para más tarde, al comprender que no iba a lograr su objetivo, darle otro giro a su estrategia: «Esta película muestra hasta qué punto son infundados los ataques que se hacen contra el régimen español: se ha dicho que basta cualquier discrepancia para sufrir persecuciones y hasta ser ajusticiados. Pues bien, vean cómo en la España actual se pueden realizar películas como ésta, que no podría tolerar sin protesta ni siquiera el Estado más liberal de cualquier paralelo o meridiano; vean que ni siquiera talento ni originalidad tiene…». Fue entonces cuando Franco dijo en uno de los consejos de ministros la famosa frase sobre el director: «Ya sé que Berlanga no es un comunista; es algo peor, es un mal español».

La crítica y el jurado del Festival de Venecia dieron la espalda al embajador franquista y se inclinaron ante El Verdugo, que recibió el premio de la crítica internacional. Más tarde fue igualmente premiada en el Festival de Moscú, y obtuvo asimismo el gran premio de la Academia francesa del Humor Negro. En España, sin embargo, sufrió «bastantes cortes de censura, muy gilipollas algunos», según comentó Berlanga a Manuel Hidalgo y Juan Hernández Les: «Por ejemplo, cortaron todas las veces que el protagonista hablaba de irse a Alemania, y suprimieron el ruido que hacían los hierros del garrote dentro del maletín del verdugo; también cortaron la escena en que los funcionarios de prisiones preparan el garrote». Por si fuera poco, Berlanga supo años después que «un exhibidor tuvo que quitar la película de su cine por presiones de las autoridades. Así se explica que estuviera sólo dos semanas en cartel…». A pesar de esa persecución, El Verdugo obtuvo en España el premio al mejor guión del Círculo de Escritores Cinematográficos, y Emma Penella, el de mejor actriz del Sindicato Nacional del Espectáculo.

La idea de la película le surgió a Berlanga a través de la imagen que le había transmitido un amigo abogado cuando le contó su experiencia en una ejecución: un grupo de personas había conducido a rastras a la víctima, una mujer que se resistía, mientras que otro grupo lo había hecho igualmente con el verdugo, al que incluso hubo que inyectar un sedante y prácticamente arrastrar hasta el lugar de la ejecución. Gómez Rufo cuenta «que esta imagen le resultó tan cruel a Berlanga, que hizo la película como un alegato contra la pena de muerte». No obstante, El verdugo es, ante todo, «un filme sobre el proceso que puede conducir a un hombre a abdicar de sus propias ideas e incluso casi de su condición de tal hombre», como aseguró César Santos Fontenla en la revista Nuestro Cine tras entrevistar a Berlanga. Éste le había contado que había pretendido diseccionar «de una forma tímida, porque a través del humor siempre parece que las cosas sean tímidas, un problema a mi juicio fundamental del hombre moderno y de la sociedad actual».

Berlanga hubiera querido subrayar más el aspecto de comedia, con José Luis López Vázquez en el papel de verdugo joven, pero exigencias de la coproducción con Italia hicieron que finalmente lo interpretara Nino Manfredi. El resto del reparto, con Emma Penella y el gran José Isbert a la cabeza, respondió a los deseos del autor, logrando con ellos «un óptimo resultado, especialmente de Emma Penella, espléndida de gesto, de voz, de actitud…». En definitiva, «la mejor película del cine español» (Diego Galán – Diario El País)