En el Bar, un grupo de personas absolutamente heterogéneo desayuna en el centro de Madrid. Uno de ellos tiene prisa; al salir por la puerta recibe un disparo en la cabeza. Nadie se atreve a socorrerle. Están atrapados.

  • IMDb Rating: 6,7
  • FilmAffinity: 6,3

Película

De la Iglesia tiene buenas y malas películas, pero si hay algo que no se le puede negar es el amor desaforado por el cine, el género y el humor. Y la pasión, por supuesto. Cuando esos elementos se conjugan bien, es capaz de crear películas como La Comunidad y como El Bar, que tiene –por lo menos desde lo temático y la pintura de caracteres– puntos en común con aquella. Aquí todo comienza una mañana común en un bar común lleno de personajes pintorescos y también comunes. Hasta que alguien sale del bar, muere de un disparo en la cabeza en medio de un espacio desierto y empieza el terror y la especulación: o hay un criminal o se impide que el criminal deje el lugar. El juego, que recuerda en parte al Buñuel de El Ángel Exterminador, se mezcla con el suspenso, la comicidad “a lo bestia” (gracias, Miguel Gila, inspirador de tanto español) y el ingenio de De la Iglesia para construir una sátira social sin que se pierda el suspenso. Lo mejor es, siempre, la definición de los personajes, esos retruécanos rápidos del tipo ibérico que hacen que lo trágico se transforme en grotesco y en sátira. El realizador, se nota, es de la generación bulímica de cine de Quentin Tarantino, una especie de posmoderno salvaje que ya no cita otro cine, lo usa de acuerdo con su humor, bastante menos misántropo de lo que podría parecer. En El Bar, por lo demás, hay un mayor control y tempo que en la desaforada (y muy buena) Mi Gran Noche, lo que le provee una efectividad mayor. (Leonardo D’Espósito – Revista Noticias)

Una mañana tranquila en Madrid. Un conjunto de parroquianos desayunan en un bar de la capital española. De pronto un disparo mata a uno de los presentes cuando está por atravesar la puerta. A partir de ese momento el miedo y la paranoia se apoderan de todos los clientes. ¿Quién es el tirador? ¿Están todos los presentes en su mira? ¿Por qué nadie viene a rescatarlos?. Esta es la premisa con la que arranca la cinta de Álex de la Iglesia, una comedia en formato de thriller en la que abundan la tensión, el absurdo y el humor más corrosivo. Al igual que muchas de las películas del director vasco, en esta hay una buena construcción del conflicto, un gran desarrollo dramático (sobre todo en los dos primeros actos) y una buena pintura de los personajes. El problema, se da, en el desenlace, apresurado y previsible. Claro que aquí, la metáfora sobre lo que el ser humano es capaz de hacer en las peores circunstancias, es lo más importante. El monstruo que cada humano alberga en su interior, es algo recurrente en el cine de este director, un retrato que en el metraje se percibe en ámbitos oscuros y cloacales. Si bien la película tiene una estructura coral, y por allí está Terele Pávez haciendo de las suyas, como en La Comunidad, está muy lejos de alcanzar los niveles de solidez de aquella, quizás la mejor de la filmografía del cineasta. Delirante, sórdida y escatológica, El Bar, es una película tan graciosa como brutal, que sin dudas disfrutarán mucho más los ya iniciados en el cine de este autor.