En Dogman, el dueño de una peluquería canina a las afueras de Roma se deja influenciar por un delincuente local hasta que su vida personal se complica y decide tomar las riendas de la situación.
Mejor Actor en el Festival de Cannes 2018
- IMDb Rating: 7,5
- RottenTomatoes: 76%
Película / Subítulos (Calidad 720p)
Matteo Garrone (Gomorra) ha dejado bien claro, a lo largo de su filmografía, el interés por continuar con la herencia neorrealista de su país por medio de una hibridación genérica que suele alternar altas dosis de violencia –física o psicológica–, o a través del retrato de una disyuntiva social poco favorable y altamente volátil. A pesar de su escasa popularidad en nuestro país, Garrone es un cineasta comprometido con la situación actual de Italia, la cual tiende a dibujar desde la óptica de los marginados y los sectores más machacados por los estragos de la crisis económica. Dogman se basa, siguiendo con la tendencia del realizador a narrar historias verídicas de su país, en un suceso real ocurrido a finales de los años 80. Recurriendo quizá a una estética mucho más dinámica de lo acostumbrado, con un planteamiento más próximo a los esquemas clásicos del cine negro y del hard boiled, la trama nos situará en un suburbio de Roma en el que Marcello malvive sin complicaciones regentando una peluquería canina. Su vida discurre en la placentera sencillez, libre de sorpresas e imprevistos, propia de quien ya hace tiempo dejó de fantasear con un futuro mejor o un sueño realizado. Al igual que el resto de ciudadanos del pueblo en el que habita, el protagonista deberá soportar las constantes vejaciones y abusos de un matón que tiene atemorizados a todos los vecinos con la impune comisión de todo tipo de atrocidades. La forma con la que Garrone va incrementando de manera progresiva la tensión de Dogman alrededor del personaje del bruto es asombrosa. Poco a poco, Simone se irá volviendo un elemento del relato cada vez más desagradable, llegando incluso a provocar verdadero pavor en el espectador con el simple hecho de escuchar su moto en la lejanía; ese vehículo que el realizador asocia de forma tan inteligente a cada aparición de este hombre bestializado y a la consecuente violencia. A causa de una nueva amenaza de este ser despreciable, Marcello se verá envuelto en un crimen por el cual, no sólo será juzgado por la ley, sino también por todos sus amigos, quienes le darán de lado. Desde el momento en el que este peluquero canino sale de prisión, decidirá que ya ha sufrido suficientes abusos, plantando cara a Simone sin temor a represalias. Éste será su error, la imprudencia de salir de su anonimato marginal para encontrarse de frente con lo más despreciable de la raza humana. El protagonista recrimina, de forma comprensible, la falta de respeto mostrada por Simone; desde entonces sufrirá los más duros ataques de este descerebrado.
El personaje interpretado por Marcello Fonte en Dogman, es uno de los más complejos que hemos visto en esta edición de Cannes. Sin duda es un hombre generoso, amable, cariñoso y con gran humanidad, algo que observamos gracias a su relación con los perros, sin embargo, también es un traficante de droga, y aquí es donde surge la gran incógnita. Los trapicheos de Marcelo, ¿son afrontados por voluntad propia, o se deben a otra extorsión de Simone? Desde luego, Dogman no resolverá de forma explícita esa duda, aunque servirá a Garrone como punto de partida para explorar los límites de la tolerancia a las vejaciones y al maltrato físico y, de paso, plantear la duda de lo moralmente correcto y la justificación de la violencia en defensa propia. Algo que parece una premisa muy sencilla, pronto se convertirá en una sórdida narración sobre lo grotesco y lo atroz cuando contemplemos las medidas de castigo y venganza que la víctima tiene reservadas para el abusón. El guion pone como punto de inflexión en el comportamiento del protagonista su ingreso en prisión. A través de algún comentario aislado y de una rápida escena en la entrada a la cárcel, entendemos que su apresamiento no hubo de resultarle fácil. El protagonista pasa de sufrir abusos en libertad, a sufrirlos en cautividad para, además, ser repudiado al salir de prisión al considerársele un traidor. Todo va incrementando el estrés y la desesperación de un hombre que siempre ha disfrutado de buena fama entre sus allegados, desde ahí podremos empezar a analizar las motivaciones y las justificaciones de los actos que veremos. Todo pasa por un sentimiento de complacencia al resto, por tratar de agradar a todo el mundo. Esto, sumado a un largo período de sometimiento al estrés y a una percepción de la realidad distorsionada por las drogas, sería motivo suficiente para que su mente reaccionase de forma imprevisible al perder la apreciación coherente de la mesura hasta convertirse en un ser trastornado, corrompido por la influencia de un entorno putrefacto (Alberto Sáenz Villarino – ElAntepenúltimoMohicano.com)
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