En Dirty Harry, Callahan es un duro policía que se ha criado en la calles de San Francisco. Sus compañeros le llaman Harry el Sucio por sus particulares métodos de lucha contra el crimen y porque siempre se encarga de los trabajos más desagradables. Cuando un francotirador que se hace llamar «Scorpio» asesina a una mujer desde una azotea y promete matar a más personas si la ciudad no le paga 100.000 dólares, el inspector Callahan será el encargado de intentar resolver el caso.
- IMDB Rating: 7,8
- Rottentomatoes: 95%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
Ya hemos comentado en las reviews de Sin City y Pulp Fiction, un poco sobre los orígenes del policial americano. El género popular fue la serie negra, que devolvía básicamente el crimen al callejón – al contrario de otros autores elitistas como Agatha Christie – y reflejaba mejor la realidad del mundo de los años 30, corrupto y decadente. El héroe resultaba ser el intachable detective privado, que actuaba como catalizador de miserias humanas y como una especie de caballero andante sin armadura.
Posiblemente sea la figura del detective privado de moral intachable lo que germinaría la decadencia del genero. Resulta lógico que del 30 al 50 Nroteamérica aún vivía el sueño americano, y podía darse el lujo de los héroes inmaculados. Pero llegaría la década del 60, y los Estados Unidos entrarían en una etapa de convulsivos cambios. La muerte de paladines de la libertad como los Kennedy, Malcom X o Martin Luther King, la guerra de Vietnam cuya victoria se eternizaba y que terminó por no llegar nunca; el movimiento hippie, el sexo sin ataduras, el abandono del cine del código Hays de ética, las revueltas raciales, la guerra fría… Norteamérica estaba vomitando todos los ideales y pudores del sueño americano y, de pronto, se encontró convertida en una sociedad cínica, que había perdido sus ilusiones, violenta y con un lenguaje realmente crudo para expresarse. Es lógico pensar que la era de los héroes inmaculados dentro de la ley se desbarrancara, y surgiera una nueva generación, marcadamente cínica, amoral y, por qué no, fascista.
Dirty Harry es la piedra basal de esa nueva generación. Perdidos los ideales, ¿por qué confiar en los gobiernos, las autoridades y las leyes?. Cuando la burocracia y los intereses impiden la matanza de miles de americanos en Viet Nam, no hay motivos para seguir confiando las instituciones. Y esa generación de héroes ultraviolentos y marginales son los que toman justicia por su propia mano. Sin duda el Inspector Callahan es el molde sobre el cual surgirán muchos otros; desde el Vengador Anónimo hasta Rambo, Robocop (y tantos otros), y casi toda la filmografía de Charles Bronson, Sylvester Stallone o Arnold Schwarzenegger está nutrida de clones de Dirty Harry. El culto a las armas, el castigo violento y desmedido, el juicio expeditivo de los villanos, el actuar por fuera de la ley y, fundamentalmente, el festejo de la platea de dichos métodos brutales.
Dirty Harry es un film fundamental de los 70. Cambió el lenguaje cinematográfico del género policial, y lo expuso en sus términos más simples y primarios. Es, en más de un sentido, una transposición de las reglas del western a la ciudad moderna, pero con un lenguaje mucho mas crudo. No hay conflictos de conciencia por parte del héroe; simplemente, es lo que debe hacer.
Para 1971, Clint Eastwood era una figura algo conocida, pero que no había podido consolidarse como una estrella. Ciertamente su currículum incluía obras de culto como los westerns que filmara con Sergio Leone en Europa, y tenía una vasta trayectoria en el clásico género del lejano oeste. Y sorprendentemente le llega la oportunidad de este film, después de que fuera rechazado (por coincidencias varias laborales o discrepancias con el guión) por Frank Sinatra (¡ quien fuera la primera opción !), John Wayne, Steve McQueen, Jack Nicholson y Paul Newman. Después de la película, su carrera se dispararía hasta el pedestal que hoy ocupa merecidamente en Hollywood.
Y es que, a pesar de no ser la primera opción para el papel, es impensable en otro actor que Eastwood para interpretar a Harry Callahan. Su expresión lacónica y cínica, su voz suave y de furia reprimida, su larga estampa portando el Smith & Wesson 44 … es una imagen imborrable. Como así también el duelo que mantiene con Scorpio, que podría resumirse como una batalla de mentes retorcidas. Las escenas del film son memorables: desde el asesinato de la chica en la piscina, pasando por la cacería del homicida en el estadio o el duelo en la fábrica. Y por supuesto, el clásico robo al banco, detenido a balazo limpio por Harry, donde todos aprendimos el poder de un Magnum, y con frases que quedan para la historia (¿Hoy te sientes con suerte, imbécil?).
Pero el éxito del film no se basa sólo en el argumento o en la interpretación de Eastwood. Como suelo decir, el peso de la historia de un héroe depende del villano, y Scorpio es una creatura repulsiva que incluso utiliza a la ley para castigar y provocar a Harry. Sus actos son de un sadismo indescriptible, y la platea termina por consentir la escalada de violencia de la película, buscando un desquite brutal que haga pagar al asesino por sus salvajes actos. En sus propios términos resulta justificable, aunque obviamente es inducido por los guionistas (en especial, John Milius que actúa como script doctor del guión, y que se caracteriza por mantener posiciones pro armamentistas en todos sus personajes), lo cual termina por resultar peligroso. No olvidemos que en 1971 el film impactaba por su violencia – claro, muy pocos se habían expresado en esos términos previamente , y que ese lenguaje corrió como reguero de pólvora, masificando la brutalidad hasta el día de hoy. No existe serie de TV ni película de acción que no muestre violencia en sus escenas, o posters de individuos portando armas. Puede decirse que es un culto idiota que rinde la gente a esta clase de productos (me incluyo), y que pasa a ser algo cultural. Hoy, cualquier espectador de un film que incluya a un villano desea su muerte, y cuando el nivel de sadismo aumenta, el héroe debe responder con medios similares o peores. Sin duda es triste y es un tema de largo debate, porque Dirty Harry debería ser una obra aislada (o una de tantas), obviamente con su importancia, pero no debería haber sido copiada hasta el hartazgo, pasteurizando los métodos violentos y masificando el culto a las armas. Quizás el tema pase porque en el mundo moderno hemos perdido la ingenuidad o la creencia en ciertos valores, y hoy crecemos y aceptamos el hecho de que todos tenemos derecho a la venganza frente a la agresión. Y ya no hablo de justicia, sino de devolver la moneda con igual o mayor violencia. Posiblemente el lector crea que quien redacta estas líneas vive en un monasterio, pero debe tomar esto como una reflexión en su justa medida.
Si hoy hiciera un viaje en el tiempo y mostrara Dirty Harry a una persona de los años 50 o 60, se shockearía. Posiblemente repudiaría el film. Pero hoy, en la era de la violencia masificada, es un simple film de matineé en comparación con otras obras que la han superado en brutalidad (sino, vean cualquier film de Verhoeven). Y con el problema que hemos rendido culto a las armas, y festejamos la potencia del Magnum 44, perdiendo noción que el impacto descomunal de semejante disparo recae sobre un ser humano. Es cierto, sobre un villano, pero no deja de ser una persona. E incluso, llegando a mas allá, podríamos aterrorizarnos si redefinieramos el concepto y planteáramos que Dirty Harry estuviera obsesionado con alquien que piensa que es el asesino y termina siendo una persona inocente (usted, yo, cualquiera). El problema de la masificación del modelo es que se pierde la noción de la realidad, tal como cuando vemos la Guerra de Irak en la CNN, con el mismo interés y asombro como quien ve un video game (por ejemplo, el bombardeo nocturno de la Guerra del Golfo), sin pensar en vidas humanas, carne y sangre destrozados por las bombas.
Es un problema de valores y de cultura. Cualquier film violento o sádico que supere en métodos sangrientos a los anteriores, seguramente shockeará, pero al cabo de unos años será el standard del género, y lo veremos a las dos de la tarde por cable. Quizás el ser humano tiene una tendencia pornográfica por la violencia, asimilando cada vez mayor cantidad de métodos sanguinarios y explícitos con menor incomodidad. Indudablemente Dirty Harry es un gran film, ampliamente disfrutable, pero como metáfora sobre la violencia es un fracaso. No provoca que el individuo se sienta incómodo con sus escenas y con los ideales de sus personajes, sino que termina por pedir más. Y a partir de este film, continuarían otros de la serie con Eastwood como protagonista, ampliando las características ultra violentas del personaje y de los villanos, pero disminuyendo el nivel de calidad del argumento hasta la patética Sala de Espera al Infierno en 1988, donde Dirty Harry termina por ser una caricatura de sí mismo. (Alejandro Franco – sssm.com.ar)
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