En enero de 2013, Laura Poitras comenzó a recibir correos electrónicos cifrados firmados por un tal «Citizenfour», que le aseguraba tener pruebas de los programas de vigilancia ilegales dirigidos por la NSA en colaboración con otras agencias de inteligencia en todo el mundo. Cinco meses más tarde, junto con los periodistas Glenn Greenwald y Ewen MacAskill voló a Hong Kong para el primero de muchos encuentros con un hombre anónimo que resultó ser Edward Snowden. Para sus encuentros, viajó siempre con una cámara. La película resultante es la historia que se desarrolla ante nuestros ojos en este documental.
Mejor Largometraje Documental en los Premios Oscar 2014
Mejor Documental en los Premios BAFTA 2014
Mejor Documental 2014 para el Círculo de Críticos de Nueva York
Mejor Documental 2014 para la Asociación de Críticos de Los Angeles
Mejor Documental en los Premios Gotham 2014
Mejor Largometraje Documental 2014 para los Premios Independent Spirit
- IMDB Rating: 8,1
- Rottentomatoes: 96%
Película / Subtítulo (Calidad 720p)
Citizenfour (Laura Poitras, 2014) obtuvo el Oscar al mejor documental en la pasada edición de los Oscars, ese premio que la Academia de Hollywood vende como si fuera sinónimo de calidad. Estando nominados otros trabajos como The Salt of Earth, (Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado, 2014) o Virunga (Orlando von Einsediel, 2014) no voy a discutir por el hecho de si lo merecían más o no. La eterna discusión que se produce sobre todo premio, que muchas veces, y como pensaban actores de la talla de George C. Scott, Marlon Brando o Paul Newman, es ridículo.
Lo que narra Citizenfour es absolutamente terrible. Aquello con lo que una vez fantaseó George Orwell para un ya lejano 1984 parece cobrar fuerza en estos días de exceso de datos, información, y todo el mundo como auténticos locos deshumanizados, pendientes de sus mails, móviles y demás inventos que no sirven para otra cosa que tenernos controlados. ¿Existe realmente la libertad de la que muchos presumimos? Laura Poitras sugiere que no. ¿Lo demuestra?
Citizenfour es la tercera entrega de una trilogía dedicada a la América post 11 de septiembre, una fecha que permanece como mancha en la historia de la humanidad, cuando una serie de locos que soñaban con satisfacer a un montón de vírgenes al otro lado de la muerte –hay que ser verdaderamente tonto para pensar semejante majadería− estrellaron dos aviones contra las Torres Gemelas de New York. En los Estados Unidos comenzó el reinado de la paranoia y se utilizaron medidas extremas para combatir el terrorismo, sobre todo el islámico.
El film es como un artículo de investigación filmado. En concreto recoge el encuentro de la directora, a la que nunca llegamos a ver pero oímos en más de una ocasión, con Edward Snowden, antiguo trabajador de la CIA y la NSA, que en el 2013 reveló una serie información supuestamente clasificada que mostraba la utilización de sistemas de espionaje masivo a los ciudadanos. En dicha reunión, que se alargó durante varios días en un hotel de Hong Kong, estuvieron también presentes un periodista de The Guardian y otro del Washington Post.
Citizenfour está filmado sin demasiadas estridencias ni trucos de los que echan mano muchos documentales ahora. Lo cierto es que formalmente no señala ninguna genialidad, o huella de autor, por parte de Laura Poitras. Ya fue suficiente valentía el hecho de atreverse a entrevistar a Snowden, quien se convirtió en fugitivo de la justicia de los USA, acusados de varios delitos de espionaje. Eso sí, gracias al montaje logra algún que otro instante de suspense, como aquel en el que suena la alarma de incendios del hotel, y Snowden comienza a ponerse nervioso. Instante que podría haber funcionado sin problemas en cualquiera de los found footage tan de moda. La realidad tomando prestado de la ficción y sus formas.
Uno no puede dejar de sentirse abrumado ante lo expuesto en el documental, y aunque evidentemente no llega a ninguna conclusión porque quizá la intención es hacernos pensar y reaccionar de una maldita vez, la cantidad de cosas que se desvelan atemorizan a cualquiera, sobre todo las “diferencias” que aplica la Ley de espionaje de los Estados Unidos, creada en 1917 y modificada a lo largo de los años, pero no en algunas de sus escandalosas secciones.
Una de las imágenes más llamativas de Citizenfour es curiosamente la final tras una conversación entre uno de los periodistas y Snowden, esos trozos de papel en los que se han anotado detalles no dichos en voz alta, y que destaca a la figura más importante del poder en los Estados Unidos. Escalofriante y al mismo tiempo logra el enfado por parte de un público que, de no conocer el caso Snwoden, puede pensar que está ante una de esas tramas de una novela de John Le Carré, como bien apuntan en el film.
Pero que la justicia haya retenido varias veces a Laura Poitras desde que decidió realizar documentales sobre la seguridad en su país es un dato que debería inquietarnos. Está bien que se tomen medidas contra los locos que pueblan el mundo, pero de ahí a que un poder dictamine que se es uno de esos locos hay un paso cada vez más estrecho. Mails y redes sociales –Twitter no se cita en el documental, lo cual no sé si tranquiliza o no−, mensajes y compras hechas por ordenador. Un rastro que los más poderosos siguen desde la sombra que les brinda su posición de decidir todo. (Alberto Abuín – Espinof.com)
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