En Broker una joven abandona a su bebé a las puertas de una iglesia. El recién nacido es recogido por dos hombres que se dedican a robar bebés abandonados para venderlos padres dispuestos a pagar una tarifa. Cuando la joven regresa a la iglesia, arrepentida, descubre el negocio ilegal de ambos hombres y decide unirse a ellos para encontrar a los padres adoptivos más adecuados. En este inusual viaje por carretera, el destino de los que se crucen en la vida del niño cambiará radicalmente.

Mejor Actor en el Festival de Cannes 2022

  • IMDb Rating: 7,1
  • RottenTomatoes: 88%

Películas / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Padres, madres, hijos e hijas. Familias ensambladas y reensambladas. Reencuentro de hijos y hermanos que no se conocen. Hijos sin padres o con padres cambiados. Hijos adoptivos, perdidos y encontrados. La cinematografía de Hirokazu Koreeda es un completo catálogo de conformaciones familiares inusuales, poco comunes, no nucleares. Y en Broker, la primera película suya filmada en Corea del Sur, eso no cambia mucho. De hecho, se completa o le agrega una variante, dada por las personas que –de una manera un poco extraña– se dedican a crear potenciales familias… para los demás.

Acá los involucrados en la formación de nuevas familias son un par de hombres que trabajan en un centro ilegal de recepción de niños abandonados por sus madres. El sistema implica dejar a los bebés en una literal «baby box» de la que ellos los retiran y una vez allí ven si los chicos se quedan en un orfanato o si los pueden entregar en adopción, muchas veces en función de las elecciones, preferencias o el deseo de perder (o no) el contacto que las madres suelen dejar en notitas que acompañan a los bebés. Aunque convengamos que eso de «darlos en adopción» en realidad se parece bastante al tráfico de niños.

La película arranca con un caso de ese tipo. So-young (Lee Ji Eun) es una chica joven que deja un bebé ahí sin saber que está siendo vista por una dupla de mujeres policías (Doona Bae y Lee Joo Young) que están investigando desde la oscuridad de un auto del que parecen no salir nunca qué es lo que se hace ahí, tratando de captar a los responsables del mercado de bebés in fraganti.

Sang-hyun (la estrella de Parasite y tantos éxitos coreanos Song Kang Ho) y Dong-soo (Gang Dong Won) son los dos encargados de este tráfico que parece en los papeles mucho más horrendo que en la práctica, ya que lo que ellos hacen al sacar a los bebés del sistema lo justifican desde la necesidad de armar nuevas familias sin entrar a un proceso de largos recorridos burocráticos. Y, es cierto, tampoco les viene mal hacerse unos dineros con eso.

Si bien los traficantes creen que las madres que dejan notitas asegurando regresar a buscar a sus criaturas abandonadas nunca lo hacen, So-young es una de las excepciones. La chica se aparece al poco tiempo a buscar al pequeño Woo-sung pero a la vez se ve tentada por dejar que la operación se concrete y quedarse con una parte del dinero. Y es a partir de ese forzado esquema que los tres salen en una camioneta a buscar potenciales padres (compradores) en distintas ciudades de Corea, transformando a BROKER en una suerte de road movie.

Entre las entrevistas con distintos potenciales padres que no los convencen, cambian los acuerdos o regatean precios (un muestrario bastante deprimente), los tres se van conociendo, siempre seguidos a relativa distancia por las policías. Iremos conociendo el pasado de cada uno –especialmente de So-young y cómo llegó a entregar a su hijo– y las relaciones personales irán pasando de lo comercial a lo humano, especialmente cuando al grupo de viaje se sume un simpático niño que estaba en el orfanato y que se cuela en la camioneta.

Es así que, mientras recorren el país y el típico pianito del cine de Koreeda suena de fondo, Broker va reconstituyendo su idea de lo que significa ser una familia, dejando en claro que este grupo en los papeles muy peligroso (los tres son, a su manera, delincuentes; el caso de ella se irá develando de a poco) en realidad es gente necesitada de conexión y contención, quizás hasta más que los billetes en sí. Y este modelo de familia sin ningún rol tradicional prueba ser más efectivo que los que intentan seguir las reglas. Siempre y cuando, la policía no lo arruine todo.

Pero más que un thriller, Broker es un melodrama, una comedia dramática, la historia de un grupo de adultos que encuentra conexiones necesarias entre ellos a partir de un negocio que en principio es bastante oscuro. En el recorrido, Kore-eda también deja en evidencia la difícil situación personal y emocional de muchos grupos familiares que, en los papeles al menos, son mucho más «apropiados» que el de los protagonistas.

Koreeda ha trabajado variantes de este mismo tema en films como Nobody Knows, Our Little Sister, Like Father Like Son y la aquí premiada Shoplifters. En esos y en este film se parte de situaciones familiares inesperadas que se presentan como incómodas y hasta problemáticas y terminan siendo en muchos casos hasta sanadoras en función de la empatía, el cariño y la solidaridad que aparece en aquellos que necesitan armar una familia que perdieron o no tienen.

Y más allá de algún exceso de sentimentalismo, Broker trabaja sobre eso de una manera no muy diferente, en lo formal, de lo que Kore-eda lo ha hecho siempre. Una vez que se aleja de la excusa narrativa de origen de ser una especie de policial, al final esta película filmada en Corea por el director japonés no es otra cosa que un sensible y por momentos encantador drama sobre la posibilidad de encontrar impensadas familias cuando uno menos se lo espera. Al contrario de lo que dice la frase hecha, acá la gente rota no rompe a otra gente, necesariamente, sino que se ayudan a reparar sus heridas. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)