En Block Party Dave Chappelle, quiere hacer una fiesta para sus amigos, para los músicos que tanto admira, y decide recurrir al método más antiguo y convencional: el «boca a boca» y el megáfono. Invita personalmente a sus vecinos, a la señora del almacén, al peluquero y a los niños de las escuelas. Todos lo conocen por la televisión y lo quieren ¿El sitio escogido? Un callejón cualquiera del barrio.

  • IMDb Rating: 7,2
  • RottenTomatoes: 74%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Imaginaos por un momento que Chiquito de la Calzada, en 1997 (o sea, en la cúspide de su poder mediático) decide organizar uno de esos conciertos de “fiestas del barrio” que tanto abundan en verano. Imaginaos por un segundo que los artistas invitados fueran Paco de Lucia, José Mercé, Tomatito, Camarón o Enrique Morente (nótese la ausencia de representantes del Flamenco-Fashion, como Ketama o Chambao) y luego digamos que va Pedro Almodóvar y hace un documental no sólo del evento en sí, sino de las circunstancias personales que rodean a su organizador (recordemos: Chiquito) y del ambiente social entre los espectadores del evento.

Con todo ello, transportemos el material a Estados Unidos (obviando por supuesto el hecho irrefutable de que son los representantes culturales del Maligno) y sustituyamos a Chiquito de la Calzada por Dave Chappelle, y a los artistas mencionados por Mos Def, Kanye West, Jill Scott, The Fugees, Dead Prez, Erykah Badu y a The Roots a los instrumentos. Almodóvar vuela en línea directa a su La Mancha natal de una patada en el culo y entra Michel Gondry en escena (director de Eternal Sunshine of the Spotless Mind). Tenemos Block Party. Y ahora imaginemos las posibilidades que tiene de estrenarse en España.

Ninguna. Nadie conoce a Dave Chappelle en nuestro país, a pesar de que en Estados Unidos este tío es el nuevo Eddie Murphy y algunos de los gags de su show de televisión son simplemente antológicos (la parodia del Grand Theft Auto entre ellos). Chappelle renunció a un contrato de 50 millones de dólares y se marchó durante un año a África, harto de la espiral de dinero que rodeaba su vida. En los meses previos, mientras el cómico rumiaba esta decisión, se rodó el documental, que consta de dos partes intercaladas entre sí: el concierto y los días anteriores en los que Chappelle reparte entradas a sus conocidos (blancos y negros) de su localidad natal de Dayton, Ohio. Es sorprendente lo contenido que está Chappelle, que en esta ocasión prescinde de imitaciones y se limita a hacer gala de un humor tipo Eugenio y a explicar los motivos que le han llevado a organizar el evento: “Es el concierto que siempre quise hacer”, afirma encantado.

Block Party no es una antología del cómico. Es un estudio del hombre. Trata de un individuo en un momento de su vida en el que no sabe muy bien qué hacer con la misma, y que se decide a organizar una fiesta con un único motivo: celebrar algo porque sí en una reunión de seres humanos más cercana a la cultura del botellón, donde predominan las risas, la conversación y los minis que a la cultura del garito, donde todos los sábados es Nochevieja, te metes en un garito hasta el culo de gente, pagas 10 euros por copa, tardas ocho horas en ir al servicio y volver, te vas a otro garito, no te dejan entrar, te vas a otro, pagas 12 euros (que son más de las seis) e intentas averiguar qué coño te están diciendo los colegas porque, vaya por Dios, este era el único espacio que había en todo el local. Pegado al puto altavoz de 4000 vatios, en la sutil diferencia entre “divertirse” y “ahogar frustraciones”.

Los conciertos públicos, esa forma de comunicación ancestral, sustituida hoy en día por La Cubierta de Leganés, la Joy Eslava, y los magos del bongo, son la espina dorsal sobre la que se asienta el documental de Gondry, en el que nadie está triste y entre número y número podemos acercarnos a los artistas invitados que a través de pocas palabras, nos dan su opinión sobre la música como un altavoz de conciencia social y de expresión de humanidad, muy cercano a lo que se solía hacer en los años 70 (¿recordáis Woodstock? Yo tampoco). Gondry es como un tiburón en este aspecto, porque ninguna reacción personal pasa desapercibida: las risas de los viejos que intentan arreglar un coche al principio del film, los gritos de éxtasis de los chavales de la orquesta juvenil de Dayton cuando se enteran de que van a tocar en Nueva York, los ciudadanos del pueblo de Chappelle recibiendo las entradas y recordando con afecto a su hijo pródigo, el espontáneo que salta en mitad del concierto para improvisar con el micrófono y un breve arco argumental dedicado a la pareja de ancianos que vive en el edificio enfrente del cual tendrán lugar las actuaciones, dos hippies estrafalarios de tiempos pasados que llevan juntos 40 años y son la prueba irrefutable de que cada oveja encuentra a su pareja. Algún día.

¿Y las actuaciones? Bien, si por casualidad eres aficionado a lo mejor de lo mejor del rap (descartando a los gangsta rappers y demás escoria), amigo/a mío: estás en el Paraíso. Es difícil saber con qué carta quedarse, pero creo que hay tres momentos estelares en el documental: Kanye West cantando Jesus Walks acompañado de la banda musical de chavales antes mencionada (majorettes incluídas); Mos Def con Umi Says en directo y, sobre todo, un increíble dueto de You Got Me (el mayor éxito de The Roots) con Erykah Badu y Jill Scott. Musicalmente hablando, no parece haber ni un solo momento débil en el concierto, a pesar de pequeños errores de improvisación y fallos en la calidad del sonido (el evento se organiza, cagontó, en medio de una fuerte lluvia).

Pero por encima de todo, Block Party es el show de Chappelle y su persona, que se encuentra totalmente expuesta al público y encuentra inconcebibles momentos de intimidad y autorreconocimiento: “Me levanté esta mañana a las cuatro. Me dormí hasta las ocho y me volví a acostar a las dos. Porque soy un cómico y no doy un palo al agua”. Y porque Chappelle está harto. Harto de la industria. Harto de sí mismo, de su imagen y de la prostitución del entretenimiento. Tan harto de que la única forma de expresarlo es a través de un blues: “Mi chica me ha dejado. Mi coche se ha roto. He perdido veinte dólares. Tengo problemas. Estoy hecho mierda. Es cierto, tengo más problemas de los que puedo contar. Por eso puedo decir ‘Que te jodan’”.

Block Party es el documento de un hombre quemado que descubre que ante la duda, lo mejor que puede hacer es hacer lo que mejor sabe hacer. Hacer reír. (HorasPerdidas.com)