Black Book es el notable regreso de Paul Verhoeven a su Holanda natal. En plena Segunda Guerra Mundial, tras la ejecución de su familia, una joven judía se une a la Resistencia que lucha contra la ocupación de Holanda por parte de las tropas alemanas. Su misión será infiltrarse en el Cuartel General Nazi para seducir a un alto oficial alemán a fin de obtener información que permita liberar a un grupo de combatientes que han sido capturados.
- IMDb rating: 7.8
- RottenTomatoes: 75%
El holandés Paul Verhoeven (Elle) es un gran narrador, un virtuoso de la puesta en escena y, al mismo tiempo, un director desconcertante e incómodo por su permanente apuesta a la provocación, por la dificultad que presenta su cine para una lectura unívoca y tranquilizadora. Y de Black Book no es la excepción.
En su regreso a Europa tras una larga carrera en los Estados Unidos, Verhoeven consolida y amplifica aquí ambas facetas de su filmografía: por un lado, construye una notable épica de tono, look y estructura old-fashioned , a la usanza del Hollywood clásico, con una excelente incursión en los distintos géneros populares (desde el cine bélico al romántico, pasando por el thriller político, las historias de espías y agentes secretos, el film de aventuras y, claro, su marca de fábrica, que es el erotismo); por el otro, propone una película contradictoria, políticamente incorrecta, cuestionadora, pesimista, alejada por completo de las convenciones y preconceptos a los que, supuestamente, debe adscribir toda película ambientada durante el Holocausto.
Basada muy libremente en hechos reales, Black Book está ambientada durante y poco después del período de ocupación nazi y narra la historia de una joven cantante judía (notable trabajo de la bella, talentosa y polifacética Carice van Houten, una suerte de nueva Greta Garbo en Mata Hari ) que sobrevive de manera clandestina y apelando a cualquier recurso a su alcance, que se incorpora a la resistencia holandesa a fines de 1944 y que seduce a (y luego se enamora de) un alto oficial de la Gestapo (Sebastian Koch, el dramaturgo de La vida de los otros ) para introducirse en los altos mandos alemanes.
Notablemente filmada tanto en sus escenas intimistas como en sus espectaculares secuencias de acción o con movimientos de masas, la película -a pesar incluso de algún que otro esquematismo en ciertas resoluciones- jamás se resiente durante sus impecables 145 minutos de duración.
Más allá de la inevitable polémica que desatará (como ya lo hizo en el exterior) por sus posturas éticas y morales alejadas del subrayado biempensante en la línea de Schindler’s List , por su pintura de personajes tan ricos como contradictorios (el jerarca nazi es, casi, un galán salido de un clásico romántico, mientras que los líderes de la resistencia son torpes e ineficaces), por su exposición de cuestiones riesgosas como las perversiones y las traiciones, y, especialmente, por su mirada despiadada, visceral y desencantada de las miserias de una sociedad holandesa dominada por el antisemitismo y por el revanchismo durante aquella época infame.
Así, entre una apuesta ideológica muy controvertida y un ejercicio de estilo y narración de enorme jerarquía, Black Book surge como un gran espectáculo que, además, deja mucho material para un encarnizado debate intelectual a la salida. (Diego Battle – Diario La Nación)
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