En Bad Poems Tamás está desconsolado tras romper con su novia Anna. Sumergido en la autocompasión, viaja por sus recuerdos para averiguar si el amor sólo existe cuando prácticamente se ha ido. Mientras intenta recomponerse, se da cuenta de lo que hace que la sociedad actual esté tan confundida.

  • IMDb Rating: 7,5
  • RottenTomatoes: 77%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Según el diccionario, un milagro es un «fenómeno originado en el mundo de la imaginación que contradice la experiencia y las leyes de la naturaleza». El cineasta húngaro Gábor Reisz, que debutó con For Some Inexplicable Reason (estrenada en Karlovy Vary 2014 en la sección East of the West, premio especial del jurado y premio del público en Turín, premio a mejor dirección en Sofía y taquillazo en su país) se apropia de esta definición con una maestria frenética para tejer su personalísimo segundo largo, Bad Poems, una obra lúdica en la línea del surrealismo que ha sido prestrenada mundialmente compitiendo en el festival Black Nights de Tallin.

Si el comienzo parisino del film anuncia el tono, con tres versiones diferentes de la misma escena de separación, en el banco de un parque, de Tamás (interpretado por el director) y la hermosa Anna (Katica Nagy), lo que sigue parece reconducirse a los raíles de una realidad más prosaica, pasada por el prisma de la comedia delirante. Deprimido, el treintañero vuelve a casa de sus padres, en Budapest, un retorno regresivo (el saludo del padre, que interpreta Zsolt Kovács, en la ventana evocan sus tiempos de colegial) que, junto con su obsesión por Anna, abrirá la caja de Pandora de los recuerdos de la infancia y la adolescencia. Pero Tamás tiene que trabajar, y la marca Chick Meat le propone encargarse del lanzamiento de su nueva campaña publicitaria. Desde el apartamento familiar a los rencuentros con viejos colegas, pasando por las reuniones profesionales de brainstorming, Tamás no deja de evadirse pensando en los episodios que le marcaron a los siete, 14 y 17 años (le interpretan respectivamente Barna Prukner, Mátyás Prukner y Donát Seres), una trayectoria bajo el signo de la búsqueda desenfrenada del amor que traza el retrato de un artista frente a los misterios incomprensibles de la vida, la expresión de los sentimientos internos (como en un poema) y los efectos boomerang del día a día.

Waterpolo, cursos de ciencia, grupo de rock grunge, miradas en los tranvías, idilios más o menos logrados: de una chica a la siguiente, Tamás revisita su pasado, con la obsesión por Anna como hilo conductor. De ello resulta una superposición de temporalidades que se interrelacionan hasta casi confundirse y una abundancia de secuencias (en diferentes formatos, desde el realismo a lo onírico) en las que el director se maneja con un virtuosismo asombroso (cabe destacar el montaje de Zsófia Tálas), con peripecias que son a menudo graciosas y siempre con una conmovedora sensibilidad. Este mosaico, muy sofisticado y de un gran ingenio, resulta un poco desbordante en ocasiones y finalmente no es más que una suntuosa pátina para lo que es en el fondo una historia muy clásica (la crisis de un treintañero y los sueños de su juventud), pero demuestra el vasto potencial cinematográfico de Gábor Reisz, cuya trayectoria seguiremos con gran curiosidad. (Fabien Lemercier – CinEuropa.org)