1955, colegiales y padres de todo el país se reúnen para un concurso escolar dedicado a la observación de fenómenos astronómicos (Junior Stargazer Convention) que se lleva a cabo en una ciudad ficticia del desierto estadounidense llamada Asteroid City. La convención se verá espectacularmente interrumpida por eventos que cambian el mundo.
- IMDb Rating: 7,1
- RottenTomatoes: 61%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
Si, como parece, es una cuestión de hiperexpresividad la que nos achata a la hora de juzgar la nueva película de Wes Anderson, quizás es por una negativa puramente lingüística. El cineasta se ha negado a encorsetar los recursos a los que alude en una estructura que podamos determinar de forma previa, temática e ideológicamente, más allá de la aparente aleatoriedad. Ha reordenado las piezas de un idioma que ya conocemos, escribiendo «poemos» lizanianos que reniegan del binarismo de género. Que queramos ver su apuesta como «vacía» nos simplifica el camino, pero cierra la puerta a dialogar con imágenes que siguen siendo expresivas, incluso interesantes.
Pienso, por ejemplo, en cómo Anderson «horizontaliza» la disposición de la presentación del pueblo de Asteroid City. La película empieza con Bryan Cranston, maestro de ceremonias, recitando diligente el repertorio de intérpretes y de objetos que van a disponerse en escena para su particular obra de teatro. Todas declamadas con la misma frialdad, cuando finalmente las pongamos en escena, ya en Asteroid City, Wes Anderson las atenderá colocando la cámara en un punto central absoluto desde el que mirar todo aquello que tiene alrededor. La ciudad del Asteroide se presenta de forma totalmente panorámica, a base de barridos laterales que recuerdan la expresividad de una primera persona en cualquier videojuego.
Aunque antes dialogarán con la lógica del cómic, que confía en el rápido desplazamiento visual sobre una plancha para resolver sus interrogantes. Anderson entiende que en sus ficciones la vida puede enmarañarse tanto como se quiera, que siempre podremos saltar a la siguiente viñeta, pasando página cuando las cosas se pongan feas. Asteroid City será el patio de juego de una panda de científicos, talentos júnior, militares, una estrella de cine, una suerte de Norman Bates y una familia con cuatro criaturas y un duelo pendiente. Recibirán una visita del espacio exterior, entrarán en cuarentena (¿será un guiño al rodaje en Chinchón, en plena pandemia?) y serán testigo, con el café de cada mañana, de las pruebas nucleares que el Gobierno está llevando a cabo en la parcela de terreno contigua.
La estética pastel de Wes rebaja las puntas de horror, ansiedad y violencia que saltan al invocar dichos sucesos. En teoría, que todo se vea amarillento o azuláceo pone distancia infinita para con la bomba, tranquiliza. Sin embargo, hay un poso de fatalidad del que es imposible alejarse: «Nunca es buen momento», espeta Augie Steenbeck (Jason Schwartzman) al padre de su difunta esposa para justificar por qué aún no ha comunicado el deceso a sus cuatro hijes; «El tiempo siempre está mal», le responde impertérrito Stanley (Tom Hanks). ¿Y qué significa eso? Luego Augie conocerá a Midge Campbell (Scarlett Johansson), que ha huido al desierto texano para alejarse de una relación tóxica y con la que tendrá un breve encuentro a través de las ventanas de sus respectivos moteles.
Midge es una estrella del cine, diva exagerada que juega a emborronarse la cara de rímel y que ensaya sus líneas desde la bañera (a su lado, un enorme frasco de perfume CHANEL). La juguetonería de Midge va en la línea del resto de peones que desordenan las líneas del gran tablero de ajedrez que es Asteroid City: como las criaturas de la escuela, que prefieren participar en los alegres números musicales del vaquero Montana (Rupert Friend) antes que atender a las instructivas clases de la señorita June (Maya Hawke), o como la encargada del dinner, que apunta meticulosamente los pedidos más sencillos, esmerándose en una creación fútil (¿qué hay más juguetón que eso?). Un correcaminos atraviesa la ciudad canturreando con espíritu de cartoon y nos recuerda que todo va bien.
Sin embargo, un día Midge se olvidará de actuar, les hijes de Augie se enterarán de que su madre ha muerto y quizás nos acordemos de que esa seta que aparece a diario en el cielo es, en efecto, atómica. Con Asteroid City Wes Anderson desvelará un cuadro emocional similar al del reparto de The Grand Budapest Hotel, aquel elenco de autómatas tristes que van a cumplir con su rol de payaso a rajatabla, aunque todo se vaya al garete. De hecho, tengo la sensación de que las situaciones anecdóticas en Asteroid City son cada vez menos correspondidas y tratadas con mayor sequedad: les niñes repelentes dejan de ser norma y se convierten en estorbo. Enjuto, el humor visual pasa a ser otra cosa… «Dicha vieja» (old joy), que diría Kelly Reichardt, o hiperactividad cansada. (Mariona Borrull Zapata – ElAntepenúltimoMohicano.com)
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