En Another Year, Gerri, una terapeuta, y Tom, un geólogo, están felizmente casados, pero les preocupa que su hijo Joe, que es abogado, permanezca soltero. Esta preocupación les impide darse cuenta de hasta qué punto María, una frágil compañera de trabajo de Gerri, depende completamente de su amistad.

  • IMDB Rating: 7,3
  • Rottentomatoes: 94%

Película / Subtítulos (Calidad 720p)

 

Permanente cronista de la clase media británica, el director inglés Mike Leigh ha hecho de la institución familiar el centro de su obra, desde sus comienzos, en la BBC de Londres, donde se pueden encontrar algunos de sus mejores trabajos, hasta La vida es formidable (1991) y Secretos y mentiras (1995), que le permitió acceder a un público más amplio, a partir de la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Secretos y mentiras era un film sobre las raíces y la identidad, sobre la imagen cambiante que los personajes tenían de sí mismos y de los demás, sobre la compulsiva necesidad de reafirmar constantemente quiénes eran y de dónde venían. Pero sobre todo era, esencialmente, una película sobre el implacable paso del tiempo. Tal como lo indica su título, esta preocupación de Leigh vuelve a aflorar ahora en Another Year, pero con un tono más oscuro, más grave, como si el director hubiera sentido la necesidad de dejar atrás su último, colorido divertimento –La felicidad trae suerte (2008)– para volver a trabajar en sus ácidos retratos corales.

Lo más singular del cine de Leigh sigue siendo la espontaneidad con que pinta a sus personajes, la facilidad con que crea un pequeño mundo con apenas unos pocos elementos, como si para él bastara con colocar la cámara para empezar a contar una historia, que puede ser la de cualquiera. Nada extraordinario hay en el veterano matrimonio integrado por Tom y Gerri (“Hemos aprendido a convivir con eso”, señala él cuando alguien se ríe de la asociación con los clásicos personajes del dibujo animado). El (Jim Broadbent) es ingeniero geólogo e investiga los suelos de Londres para grandes obras hidráulicas que estarán terminadas “cuando yo ya esté muerto”. Ella (Ruth Sheen) es terapeuta en un hospital público y sabe escuchar muy bien, no sólo a sus pacientes. Gerri y Tom se entienden, se quieren, se acompañan, en sus horas libres trabajan juntos en una huerta y no dudan en abrir las puertas de su casa cuando tienen amigos en problemas.

Una es Mary (Lesley Manville), compañera de trabajo de Gerri desde hace más tiempo del que ambas quisieran acordarse. A diferencia de su amiga, Mary nunca tuvo una vida feliz: su marido la dejó siendo muy joven; se arrepiente (aunque no lo reconoce) de no haber tenido hijos; y siempre, según ella misma dice, se enamora del hombre equivocado. Las copas de vino de más tampoco la ayudan, y menos cuando decide comprarse un auto usado: “Algo chiquito y rojo” quiere, como si se refiriera a un ají.

Otro que frecuenta la casa de Tom y Gerri como si fuera la suya es Ken (Peter Wright). Según dicen los anfitriones, alguna vez tuvo su pinta, pero ahora está muy caído de chapa y pintura: más que gordo, hinchado, Ken come y fuma ansiosamente al mismo tiempo y parece siempre a punto de caer víctima de un ataque al corazón. Como a Mary, también a él le gusta un poco demasiado el alcohol y está angustiado por las cicatrices que deja el tiempo, no tanto en el cuerpo como en el alma. Se diría que Mary y Ken están hechos el uno para el otro, pero Mike Leigh no es esa clase de directores a quienes les gusta abrochar un paquete con un moño. Su cine, por el contrario, es siempre una herida abierta.

Se sabe que una de las particularidades de Leigh es su método de trabajo: cuando comienza el rodaje de un film, parte de una historia de la que no se conoce el final y cada actor va armando su personaje paso a paso, con un amplio margen para la improvisación, por lo cual hay escenas en que los intérpretes van experimentado las mismas sorpresas y sensaciones por las que después atravesará el espectador. Another Year parece haber sido concebida de la misma manera, pero la diferencia con trabajos anteriores está en todo caso en que aquí se hace más evidente una estructura teatral: las escenas divididas según las cuatro estaciones del año; la casa como escenario casi excluyente; algunas escenas construidas como momentos de bravura para cada uno de sus intérpretes (con lucimiento especial para Lesley Manville, una veterana de la troupe del director, como la mayoría del elenco).

De esta estructura un tanto rígida de Another Year se escapa la escena del velorio de la cuñada de Tom: aparecen nuevos ambientes y personajes –el viudo taciturno, el hijo irascible– y todo ese extraño interludio, felizmente ajeno a cualquier desarrollo dramático lineal, adquiere de pronto una iracundia que parece provenir de algunas de las primeras películas de Leigh, como si el director, ahora más apaciguado, hubiera querido también él, cerveza en mano, recuperar el espíritu de sus viejos tiempos. (Luciano Monteagudo – pagina12.com.ar)