En Accident, una joven estudiante de Oxford se ve envuelta en un accidente en el como consecuencia muere su novio. Desesperada, sólo encontrará consuelo en un sereno y cálido profesor universitario.

Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 1967

  • IMDb Rating: 6,9
  • RottenTomatoes: 76%

Películas / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

Un solitario, un nocturno, un decisivo evento sonoro que se producirá al pie de una bonita casa, rodeada de verde y muy británica, será el emblema ‘no-humano’ de la película. Acto seguido, Joseph Losey compone una de las mejores imágenes de su filmografía. Se prodiga al mostrar -en tableau vivant- algo que me devolverá el pathos de Crash, de David Cronenberg, con una escena análoga a otra, generada dos décadas más tarde. Similar fusión, similar ‘frialdad’, total fascinación; la de la carne, inconsciente, golpeada y herida latiendo -o ya no- yacente, pero contemplada como si fuera indispensable extraer de ella cualidades abstractas… Un mensaje… El accidente de auto es (será) la grieta a través de la cual todo será visible. Para entender, habrás de meterte dentro de la grieta, la narración es esa grieta, la película es la grieta; si quieres, llámala flashback. Peso sensual, observación aguda… Joseph Losey no construye sus películas exactamente como lo haría un Nicolas Roeg pero hay algo de Roeg aquí. Diferencias. Sin romanticismo. Sin mayores efusiones, excepto tal vez la de un grito puntual, corto, que escapa y luego se atrapa a sí mismo.
Pensándolo un poco, Accident bien podría llamarse con un nombre menos sexy; seco, del todo justo: Determinism. Pues nada hay que se perciba ‘accidental’. Pocas puestas en escena me resultaron tan planificadas, tan calculadas, a despecho de esos zooms de apariencia descuidada y errática. Lo menos accidental de todo tenía que ser el accidente, que abre y cierra esta película llamada precisamente Accident, si bien de modos diferentes, pero no solo a la manera de cortinas que marcan el hola y el adiós de una representación. El accidente, por el contrario, me parece la sustancia más preciosa, puerta de entrada, cuchillo que raya el vidrio; la fisura que hace que toda esa perfección matemática de la que Losey hace gala (que deleita, que irrita, que fascina, que asfixia) se tambalee y se cargue de los más poderosos sentidos y respire, elegante, insidiosa, siniestra. El deseo se desata pero solo por hilachas. El deseo queda atado. La fuerza de lo no-dicho envenena todo en todas direcciones. Diálogos que flotan en la superficie, simulando inocencia; insinuación sensual engendradora de bellezas y violencias. En la apacible cotidianidad soleada, matutina, aquel sonido del principio vuelve. No se ha ido, no se irá. Es la condena a ese mundo, el deseo de otra vida más auténtica, no la que se pudre recubierta bajo la hipocresía burguesa. (LaCinefiliaNoEsPatriota.com)