Le Samouraï es la historia de un hermético y frío asesino a sueldo. Jeff Costello es un perfeccionista que siempre planea cuidadosamente sus asesinatos y al que nunca han atrapado. Sin embargo una noche, tras liquidar al dueño de un club nocturno, queda a la vista de varios testigos. Sus esfuerzos por construir una coartada fallan y poco a poco es acorralado, tanto por la policía como los clientes que le han traicionado.
- IMDb Rating: 8,1
- RottenTomatoes: 100%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
“No hay soledad más profunda que la del samurái… salvo la de un tigre en la selva… tal vez”
Jeff Costello (Alain Delon) es un metódico asesino a sueldo que en su último encargo ha cometido el error de dejarse ver por varios testigos.
Este admirable thriller policíaco, posteriormente imitado hasta la saciedad, constituye una de las cumbres de la filmografía del realizador Jean-Pierre Melville, y del cine francés en general. Partiendo de un minucioso guión escrito al alimón por el propio Melville y Georges Pellegrin sobre una novela poco conocida de Joan McLeod, Le Samouraï se erige en el taciturno, trágico retrato de un killer al que interpreta de manera solvente un imperturbable Alain Delon en el que quizá sea su papel más recordado.
Le Samouraï se abre con un plano fijo en el que se muestra a Costello tumbado sobre la cama de su pequeño, viejo y deteriorado apartamento parisino. Lo vemos apurar un cigarro a la espera de que llegue la hora señalada. Llueve en el exterior. Dentro, el único sonido que se escucha es el del continuo piar de un pájaro enjaulado. Son las seis de la tarde de un sábado del mes de abril. Costello se levanta. Tras ponerse la gabardina y ajustarse el sombrero de un modo sutil frente al espejo, sale a la calle. A continuación roba un automóvil y lo conduce hasta un retirado garaje donde un tipo le cambia la matrícula. Mientras tanto ya se ha hecho de noche. La siguiente parada es el apartamento de su atractiva amante, con la que concierta la coartada perfecta. Una breve visita a la habitación de un hotel donde se juega una partida de cartas clandestina, y a la que se compromete a volver pasadas unas horas, supone el último paso antes de entrar en el club nocturno en el que se encuentra su víctima. Ahora sólo queda ser cauto y apretar el gatillo… Los descritos son los primeros quince minutos de metraje, y apenas ha habido diálogos. Melville, como en otros de sus trabajos, prefiere optar por una narrativa puramente visual. Y en esto es un verdadero maestro. Pocos cineastas han sabido dotar al silencio de tanta elocuencia como él.
En la trama de Le Samouraï, aparte del protagonista, existen otros tres personajes que resultan clave para su desarrollo y resolución: la señorita Lagrange (Nathalie Delon, por entonces mujer de Alain Delon), la fiel amante de Costello; la pianista negra del club (Cathy Rosier), principal testigo del asesinato; y el persistente comisario de policía (François Périer), que está convencido de que Costello es el culpable a pesar de su coartada.
Melville otorga a su obra una puesta en escena sobria y desnuda, ajena a cualquier tipo de ornamento innecesario. Su dirección es puntillosa y elegante. La plomiza fotografía de Henri Decae y la jazzística partitura de François de Roubaix, contribuyen a favorecer la atmósfera melancólica de un relato con aura de tragedia clásica.
De entre sus muchas secuencias memorables, rescato la que transcurre en el interior del metro de París, ya casi al final, en la que diversos agentes tratan de no perder la pista del escurridizo Costello.
Cine con mayúsculas. Simplemente impresionante. (Ricardo Pérez Quiñones – EsculpiendoElTiempo.com)
Share your thoughts