En La Paz, un muchacho de clase media alta, sale de una internación psiquiátrica. Debe vivir en la casa de sus padres como si fuera un niño. Entabla una relación de mutua complicidad con Sonia, una mucama boliviana, ella lo cuida y protege de modo maternal. Liso intenta recuperar viejos amores, pero todo parece romperse. No logra rearmar su vida, los intentos fracasan. Lo único que parece sostenerlo es el nuevo vínculo con Sonia y los momentos que pasa con su abuela
Mejor Pelicula en la Competencia Argentica del BAFICI 2013
- IMDb Rating: 6,1
Película (Calidad 1080p. Desactivar los subs en inglés al reproducir)
Tras salir de un instituto psiquiátrico un joven (Lisandro Rodríguez) intenta volverse a adaptar a la vida cotidiana en su casa familiar y cómoda de un apacible barrio. Pero pese a las facilidades de las que parece disponer y la protección que todos le ofrecen, su recuperación no parece del todo sencilla. Nada de lo que sus seres queridos hacen para ayudarlo parece hacerlo sentir mejor, recompuesto o readaptado. Una sensación de malestar lo sigue atravesando.
Sin embargo –y desde el lugar y a partir del personaje para muchos menos pensado– algo empezará a modificarse en la vida del protagonista de La Paz. película pequeña y discretamente emotiva de Loza, el prolífico autor, escritor y cineasta que sigue eligiendo el cine como el camino para experimentar sobre las emociones desde un lugar visual. Ese encuentro –no diremos por donde viene aunque el título es doblemente delator– permitirá el comienzo de algo nuevo para el protagonista.
Así como en sus piezas teatrales los sufridos, solitarios y (a veces) queribles personajes de Loza se expresan desde la palabra, en el cine (Extraño, Ártico, Los Labios, entre otras) transmiten lo que les sucede desde los silencios y desde la contención. Hablan muy poco o no hablan. Loza sabe claramente que lo cinematográfico pasa, muchas veces, por otro lado y qué es la cámara –más que el actor, o en conjunción con él– la que cuenta la historia. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)
El prolífico y multifacético Santiago Loza, talentoso director de películas como Rosa Patria y Los Labios , regresa al circuito comercial con una película que ganó la Competencia Argentina del último Bafici. Liso (Lisandro Rodríguez) es un joven de clase media-alta que en la primera escena de La Paz, sale de una internación en un neuropsiquiátrico. Este personaje border (vive medicado para sostener un muy delicado equilibrio emocional) regresa a la casa familiar con una madre dominante y un padre casi ausente, pero frente a esos dos extremos él parece estar bastante más cómodo en compañía de Sonia, la empleada doméstica de origen boliviano que trabaja en el lugar, y con su abuela, con quien comparte largos paseos en moto.
El atribulado protagonista intenta también conectarse afectivamente (con una ex pareja) y sexualmente (con una prostituta), pero en su interior este muchacho contenido e introvertido no puede alcanzar «la paz» a la que alude el título (también tiene una connotación geográfica que se entenderá apreciando el film). Sólo le quedará estallar, rebelarse a su manera y huir (no conviene anticipar detalles de lo que ocurre en la segunda mitad de la narración).
Loza apuesta una vez más por un cine austero, casi minimalista, para construir un melodrama de cámara, intimista, atmosférico, en el que las observaciones y los pequeños gestos adquieren más valor que la palabra (los diálogos son más bien escasos).
La cámara siempre atenta y precisa de Iván Fund y la rigurosa puesta en escena del director nos permiten seguir el derrotero interno y externo de Liso. Loza lo retrata con honestidad y respeto, quizá por momentos con un poco de sequedad y frialdad (el realizador jamás cae en la demagogia, el subrayado o el exceso), pero incluso en su bienvenida contención y pudor el film ofrece algunos momentos en los que surgen rasgos de alegría, de liberación y de genuina emoción. (Diego Batlle – LaNacion.com.ar)
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