En Los Insólitos Peces Gato, Claudia, una joven callada y meditabunda, trabaja en un supermercado como promotora de salchichas. Por no saber lidiar con esta insostenible soledad, termina en la sala de urgencias de un hospital público, con un severo caso de apendicitis. Es ahí donde conoce a Martha, una mujer que se encuentra hospitalizada en la cama de al lado. Martha, quien vive acompañada por sus hijos, poco a poco se gana la confianza de Claudia. El curioso equilibrio de esta familia logra que Claudia establezca una relación de amistad con Martha, lazo que poco a poco se va estrechando.
- IMDb rating: 7.0
- RottenTomatoes: 100%
Premio FIPRESCI en el Festival de Toronto 2013Premio Especial del Jurado en el Festival de Gijón 2013Mejor película latinoamericana en el Festival de Mar del Plata 2013
Cámara al hombro, Sainte-Luce despierta nuestra curiosidad desde el extravagante título que bautiza su obra: Los Insólitos Peces Gato —un nombre que suena a documental del National Geographic pero que, además de guardar una bella connotación simbólica con la esencia de la película, anticipa ese aire artesanal de docudrama que se respira a lo largo de la historia—. Al comienzo, durante unos minutos carentes de palabras, nos chocamos con la mirada de una joven callada y solitaria, con la mente ausente y los ojos vivaces. Observamos que trabaja como promotora de salchichas en un supermercado, la vemos durmiendo sola o cogiendo el transporte urbano, y nos chocamos de frente con una soledad pastosa, densa y agobiante que lo impregna todo. ¿Quién será esa muchacha?, nos preguntamos, pues hay algo de magnético y de evocador en la actuación de su actriz, Ximena Ayala, cuyo personaje —de confirmada inspiración autobiográfica— se llama Claudia, al igual que la directora. Aquejada de un severo caso de apendicitis aguda, la protagonista se topa con otra mujer hospitalizada en la cama de al lado y comienza a charlar con ella. Viuda, enferma y visiblemente desgastada, Martha entabla un vínculo de amistad con Claudia, que a través de ella conoce a sus cuatro hijos. Tres jovencitas y un niño con mucha vida por delante y una gran conexión emocional frente a las adversidades. Poco a poco, Claudia comienza a integrarse en la rutina cotidiana de esta familia estrafalaria, una rara avis singular que pelea contra las ausencias, la falta de estabilidad y el espejismo de la muerte asomado en cada rincón de su hogar. Sin giros efectistas y sorteando con elegancia el morbo y la sensiblería cursi, el guion dibuja despacio las luces y las sombras de este sexteto tan lejos de lo común.
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