Nocturnal Animals narra la historia de Susan Morrow, una mujer que tras abandonar a su primer marido, un escritor inédito, vive ahora con un médico. De repente recibe un paquete en el que descubre la primera novela de su ex, quien en una nota le pide que por favor la lea, pues ella siempre fue su mejor crítica. Susan lo hace y a medida que se sumerge en la narración, la propia novela acaba olvidando la historia principal para acabar hechizada por este relato dentro del relato, síntoma evidente de que a la nueva vida de Susan le falta algo y deberá explorar en su pasado para saber qué es lo que le impide seguir adelante.
Mejor Actor de Reparto en los Globos de Oro 2016Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia 2016
- IMDb Rating: 7,7
- RottenTomatoes: 72%
Nocturnal Animals presenta una estructuración narrativa en tres niveles de profundidad retórica con dispares acercamientos sintácticos y, por supuesto, estéticos, cuya tremenda relevancia no radica en el simple hecho de su existencia, sino en la manera que tienen de relacionarse entre sí. En primer lugar encontramos el presente fílmico, la verdadera base elemental, que muestra la vida de Susan, una artista frustrada perteneciente a la alta sociedad norteamericana que atraviesa por una crisis matrimonial. En esta parte hallamos una mayor preeminencia de la faceta esteticista del director, quien construye una atmósfera de sublimación absoluta, muy metódica y supeditada a la perfección escrupulosa del vestuario y el atrezo. Un ambiente lóbrego pero excelso y elegante, inquietante pero apacible, de palpable frialdad pero con una solidez arquitectónica inigualable; un entorno creado a medida, sobre el que avanza con seguridad la protagonista dejando constancia, a cada paso, de su éxito y de su seguridad temperamental. La indiscutible preponderancia del negro y los tonos oscuros, tanto en la ropa como en la decoración, evidencia la sobriedad y el hermetismo de los personajes, algo que tendrá una evolución esperanzadora muy significativa a lo largo del metraje, y que podrá apreciarse gracias a las siempre inmaculadas combinaciones de vestuario de Amy Adams. Esta exaltación pasional y la gravedad escenográfica basada en la parquedad dialéctica y la extraordinaria composición fotográfica preciosista-sombría, parece que toma prestados, en ocasiones puntuales, los criterios de iluminación y configuración espacial de uno de los grandes ejemplos de cine-visual: Drive, de Nicolas Winding Refn.
En este punto, al tiempo que el director arremete sin compasión contra la virilidad de un texano y, por ende, destruye su única doctrina y pilar educativo hegemónico, es capaz de algo tan importante como desligarse de su fuente original de referencia: Tony and Susan, de Austin Wright, mediante una meta-transposición cuyo objetivo no reside en adaptar esa idea original sino quebrantar los límites de la ficcionalidad, pues acomoda la ficción novelada —Nocturnal Animals— a una realidad fílmica —todavía ficcional— que toma el mismo nombre. Esto se hace posible por medio de la sublimación y coordinación de los recursos narrativos en el guion. Cada capítulo del meta-relato finaliza con una anadiplosis que subraya la gravedad comparativa con la que la protagonista afronta la lectura y, al mismo tiempo, nos permite ver la influencia radical que pesa sobre ella al sumergirse en la fantasía de manera absoluta. Este recurso se hace visible y textualmente evidente en situaciones coyunturales precisas, como las escenas simultáneas en las que la posición de los cadáveres del cuento revela una exacta coincidencia con la posición de descanso de la hija de Susan, o la sincrónica, casi coreográfica, postura de ducharse del protagonista de la obra y la de la película. Esto sería imperceptible de ser observado por separado, puesto que son recursos individualmente inexistentes tanto en el libro como en el filme, mas funciona de forma impecable cuando combinamos ambos, sirviendo de herramienta analógica al crear un manifiesto paralelismo encarnado en el sufrimiento de ambos personajes.
Por último encontramos en Nocturnal Animals el nivel expositivo pretérito conformado por los flashbacks que se activan en la mente de Susan al leer determinados fragmentos de la novela. Estas analepsis actúan como piezas reveladoras del proceso creativo del escritor, pues relacionamos detalles de su texto con momentos dolorosos de su relación —ruptura de la pareja junto a la maqueta de un coche que posteriormente el autor usaría como elemento narrativo detonante de la acción—. Vemos que se crea un aura de misterio en torno a Edward Sheffield (escritor real presente en los flashbacks), y sufrimiento alrededor de Tony Hastings (personaje ficticio de la meta-historia), ambos brillantemente personificados gracias a la asombrosa interpretación de Jake Gyllenhaal. El realizador dibuja en este estrato descriptivo una línea progresiva de decadencia anímica de la protagonista, que tendrá un punto de inflexión cuando reciba noticias de su exmarido, 19 años después, y vuelva a surgir en ella la esperanza de recuperar la genuinidad de su vida, alejada de la hipocresía erudita en la que se encuentra ahora. Precisamente aquí es donde cobra mayor importancia la dinámica cromática del vestuario y los esfuerzos de Susan de alejarse de esa apariencia de frialdad hermética que ha creado de sí misma, mediante la ruptura del monocromatismo de su atuendo, la modificación del peinado —ondulado en los flashbacks, liso diplomático en el presente—, o la atenuación de su agresivo maquillaje. Como decíamos, será la relación de estos tres niveles lo que termine por hacer encajar todas las piezas de un puzle de soberbia pulcritud. La manera en la que cada sección influye en la siguiente, generando el impulso retórico suficiente para hacer avanzar la base argumental primaria como un mecanismo de engranajes dentados, deviene de la consideración metaficcional, no equivalente al origen del contenido, sino como repositorio de la forma y de los recursos visuales —RE-VEN-GE— que cederán a la imagen para, en última instancia, permitirnos leer el cine; pues esa meta-historia es eminentemente una obra de literatura Noir. No interesa pues explicar detalladamente el proceso de transferencia entre un nivel y otro, sino entender la justificación semántica de su conjunto. Una exégesis que se materializará, al final de Nocturnal Animals, por medio de una mirada abatida, reflejo de la culminación definitiva de la anagnórisis metaficcional y auténticamente fílmica que consolida a Tom Ford como uno de los mayores genios artísticos posmodernos.
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