En Eyes Without a Face un brillante y desquiciado cirujano rapta chicas con el fin de utilizar su piel para reconstruir la belleza de su hija, destrozada por un trágico accidente del que él se siente culpable.

  • IMDb Rating: 7,6
  • RottenTomatoes: 98%

Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

 

El cine francés tiene una larga tradición en el terror. De hecho, las primeras películas de horror, perdidas actualmente, fueron filmaciones del tradicional Thèâtrè du Grand Guignol de París. Asimismo, uno de los thrillers más perturbadores que nos ha regalado la pantalla de plata es esta cinta de origen galo. Eyes Without a Face fue todo un éxito en Europa y se convirtió en un clásico del cine de terror, así como un referente para muchas películas por venir. Y, anécdota curiosa, el éxito de la película –entre el público– fue tal que ésta se adaptó al teatro y se convirtió en uno de los últimos éxitos del agonizante Grand Guignol.

El cuerpo de Christiane (Edith Scob), la hija del Dr. Genéssier (Pierre Brasseur) es recuperado de un canal en las afueras de París. El visionario cirujano reconoce el cadáver, cuyo rostro está terriblemente desfigurado, en la morgue. Cuando la joven extranjera Edna Grüber (Juliette Mayniel) es convencida por Louise (Alida Valli), la asistente de Genéssier, para rentar una habitación en la mansión de éste, se revelará el verdadero destino de Christiane… y el de Edna.

Acabo de sufrir horrores escribiendo el párrafo anterior. Eyes Without a Face es una película con una trama complicada llena de vueltas de tuerca y revelaciones sorprendentes a cada instante, y narrar su argumento sin spoilearla ha sido bastante difícil.

Algo que siempre me ha gustado de Eyes Without a Face es que se nota verdaderamente adelantada a su época. La narrativa visual y el uso del lenguaje cinematográfico son vanguardistas, propositivos e innovadores. La cámara es utilizada de un modo prácticamente voyeurista que va desvelando poco a poco la escena al espectador; pero nunca completamente. La imagen apenas sugiere lo suficiente como para que el pueda imaginar el resto, lo que es terriblemente poderoso. Esto es particularmente efectivo en la escena en la que se descubre el rostro deshecho de Christiane, que se acerca, fuera de foco, poco a poco a la cámara mirándonos fijamente. La imagen es profundamente perturbadora no por lo que vemos; sino, precisamente, por lo que no alcanzamos a ver. A pesar de que la película logró librar la censura, esta escena siempre causó controversia.

Lo que es más, creo que puede ser más inquietante la ominosa presencia de la máscara de Christiane, una réplica casi perfecta de su verdadero rostro, que ver su cara desfigurada directamente. Supongo que tendrá que ver con ese efecto psicológico conocido como el Valle Inquietante. Y también muy perturbador es el trato sobreprotector y controlador que Genessier da a su hija que, con la máscara impoluta y una serie de batas diseñadas por el mismísimo Hubert de Givenchy, se convierte en una muñeca viviente.

Las actuaciones son también impresionantes. Todos los intérpretes están en el mismo nivel y es increíble lo que Scob puede lograr en pantalla utilizando tan sólo sus ojos. Del mismo modo, Brasseur nos regala una interpretación contenida y llena de matices y sutilezas que nos permite inferir que hay mucho más pasando por su cabeza de lo que nos permite ver. Por la forma en que se mueve, en que habla, en que mira, sabemos que hay algo mal con Genessier; pero no sabemos exactamente qué.

Eyes Without a Face es un relato que se cocina a fuego lento. Es una película en la que el suspenso se construye meticulosamente con poco diálogo y poca música, prestando particular atención en la creación de una atmósfera claustrofóbica y tétrica que sigue, incluso, el ritmo y algunos los temas de un relato gótico; al tiempo que utiliza elementos directamente extraídos del thriller policiaco y el cine noir. La tensión se va acumulando poco a poco con la fotografía barroca que crea interesantes claroscuros a través de una iluminación no-realista. Y esa secuencia introductoria, con su aire onírico, es verdaderamente perturbadora. Es difícil no intentar trazar un paralelismo entre esta película y la clásica Psycho (1960) de Alfred Hitchcock. Ambas cintas se estrenaron el mismo año, ambas están basadas en novelas. Las dos películas pueden entenderse como precursoras directas del subgénero slasher que surgiría en la década de 1970. Ambas pelis tratan con relaciones tóxicas de padres con sus hijos e identidades equívocas. Las dos cintas reivindicarían al género del terror y, al mismo tiempo, se convertirían en cintas de culto, vapuleadas por los críticos de su época, quienes las consideraron fallos o tropezones en las filmografías de sus directores simplemente por tratarse de películas de género; pero que, con el tiempo, encontrarían su lugar como clásicos no sólo del cine de terror, sino de la cinematografía en general.

Respondiendo a las críticas sobre Eyes Without a Face, en las que la señalaban como una obra “de un género pequeño e indigna de su director”, Franju contestaba que, por el contrario, se trataba de su intento de hacer que un género “menor” –como el terror, siempre ninguneado por la crítica– fuera tomado en serio. Desde la primera vez que vi esta cinta me encantó. Calificada por algunos como una de las películas más perversas jamás hechas, es increíble la sensación de desasosiego que puede generar en el espectador sin mostrar prácticamente nada. Una cinta hipnótica que, por momentos, asemeja una pesadilla y que es una experiencia que todo cinéfilo, particularmente aquéllos aficionados al terror, debe vivir.

Y luego está esa escena del transplante de rostro –que en aquel entonces casi era ciencia ficción– que se quedará por mucho tiempo en nuestras mentes. (CinéfiloIncurable.com)