A Febre trata sobre Justino, un nativo de 45 años perteneciente a Desana, quien trabaja como guardia de seguridad en el puerto de Manaus. Cuando su hija se prepara para estudiar medicina en Brasilia, Justino cae enfermo a causa de una misteriosa fiebre.
Mejor Película Latinoamericana (Festival de Mar del Plata – 2019)
Mejor Actor (Festival de Locarno – 2019)
- IMDb Rating: 6,8
- Rotten Tomatoes: 91%
Película (Calidad 720p. La copia viene con varios subtítulos, entre ellos el español)
Estrenada mundialmente en el Festival de Locarno, esta ópera prima brasileña trabaja sobre varios temas que se cruzan: los conflictos laborales, los familiares y los raciales. En este caso, el centro de la historia pasa por una familia de extracción indígena que vive y trabaja en la ciudad de Manaos, en la Amazonia. El protagonista es Justino, quien trabaja en el puerto, ocupándose del cuidado de los containers depositados allí, una labor pesada y nocturna pero segura, que le proporciona a su familia una cierta estabilidad. Pero hay algo que a Justino no le sienta bien y no logra definir qué es. Un malestar que se presenta bajo la forma de un ligero dolor físico, acaso comparable a una fiebre.
El motivo de ese malestar es desconocido y algunos conocidos se lo atribuyen a alguna cuestión ligada a la nostalgia por la vida en la comunidad que dejó hace ya muchos años. Pero también es probable que tenga que ver con el hecho de que ha quedado viudo hace muy poco y que su hija, Vanessa, enfermera en una clínica local, está por aceptar una beca para irse a estudiar Medicina a Brasilia. ¿Será entonces esa fiebre algo más reconocible como angustia, depresión o un ataque de pánico? ¿Cómo miedo a la soledad?
Un poco como sucedía en la reciente Chuva e Cantoria na Aldeia Dos Mortos —filme cuyo conflicto central tenía algunas similitudes— aquí Da-Rin presenta un choque de culturas, de estilos de vida y de formas de pensar las enfermedades entre los indígenas más tradicionales y los más acostumbrados a la medicina occidental. También es un choque generacional ya que las creencias de Justino y las de Vanessa no son las mismas. El hombre ve, o cree ver, un felino que lo observa. Y la medicina no tiene explicación para eso. Acaso, sí, la psicología.
Sus problemas de salud le traen también conflictos en el trabajo, ya que descubren que se queda dormido en el puesto o no cumple con algunas funciones. Eso, más la presencia de otro guardia de seguridad nuevo que es blanco y que no logra esconder su racismo aún intentándolo, abren el campo interpretativo hacia lo social y lo económico. Un malestar, el de Justino, que sólo puede explicarse como una suerte de seco espanto ante el presente. El suyo y el de su país.
Formalmente, A Febre es una película seca y rigurosa, más cercana a la contemplación de lo cotidiano que a forzar estructuras dramáticas calculadas o imponerle giros narrativos falsos al devenir de unas vidas cuya complejidad es evidente en cada plano, en cada mínimo diálogo o mirada. La realizadora tiene muy en claro que eso es lo que la película precisa y no le agrega nada más, no la disfraza de algo que no es ni la viste con ropajes festivaleros al uso. Si bien el modelo en el que se mueve A Febre tiene cierta funcionalidad en esos universos, aquí nunca se siente cálculo ni falsedad. La puesta en escena es la más justa y coherente posible con la historia que cuenta. Y tener esa precisión en una primera película es algo tan inusual como bienvenido. (Diego Lerer – micropsiacine.com)
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