Día: 25 de enero de 2024

  • The Curse (Nathan Fielder y Ben Safdie – 2023)

    The Curse (Nathan Fielder y Ben Safdie – 2023)

    En The Curse Whitney y Asher Siegel forman una pareja de recién casados que lucha por sacar adelante su negocio de viviendas ecológicas en una pequeña comunidad de Nuevo México. Pero sus esfuerzos se complican cuando un excéntrico productor de televisión, Dougie, ve una oportunidad en su historia para hacer un reality. A medida que se desarrolla la serie, la pareja se ve atrapada en una misteriosa red de zonas grises éticas y morales, mientras intenta mantener su relación a flote.

    • IMDb Rating: 7,1
    • RottenTomatoes: 94%

    Temporada 1 Completa / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    A Nathan Fielder lo conocemos por Nathan For You y The Rehearsal; a Benny Safdie, por sus múltiples actuaciones, pero sobre todo por sus películas como director (Daddy Longlegs / Go Get Some Rosemary, Heaven Knows What, Good Time, y Uncut Gems) junto a su hermano Josh. Sin forzar el análisis, The Curse puede verse como una interesante mixtura entre ambos universos: el artificio y la experimentación de uno; y el realismo y la visceralidad del otro.

    Vistos 5 de los 10 episodios de The Curse, puede decirse sin temor a exageraciones que estamos frente a una de las series más desafiantes, bizarras, delirantes y a su manera subyugantes de 2023 (sus dos últimos capítulos se estrenarán a inicios de 2024). Mientras los miraba, me recordaban a las experiencias desconcertantes y al mismo tiempo adictivas que tuve con el regreso de Twin Peaks o con las series de Donald Glover (Atlanta y Swarm): narraciones caóticas, imprevisibles, caprichosas, zigzageantes, llenas de derivas, ramificaciones y nuevas capas que nos generan admiración pero también perplejidad y hasta cierta irritación. En un universo de las series dominado por las fórmulas, los algoritmos, los guiones “de hierro” y la dictadura del cliffhanger, The Curse es una rareza, un canto a la audacia y la provocación digno de destacar y celebrar.

    Si tuviera que definir en un único concepto qué es The Curse no podría hacerlo. Es una sátira oscura sobre la filantropía; un falso documental sobre cómo se construye (manipula) un programa de televisión con mucho de reality show, un intenso drama psicológico sobre la intimidad más angustiante de un matrimonio progre obsesionado por tener un hijo que se resiste a llegar, una crítica impiadosa a los abusos, miserias, dogmatismos y fanatismos de la corrección política, la exploración de negocios inmobiliarios en tiempos de gentrificación y ecologismo, y hasta una ácida mirada a cierta condescendencia hacia (y manipulación de) pueblos originarios y otras comunidades desfavorecidas dominadas por latinos y afroamericanos. La enumeración podría continuar porque en The Curse casi no hay problemática contemporánea sin abordar y siempre desde una perspectiva incómoda, jamás celebratoria ni mucho menos tranquilizadora.

    Whitney Siegel (Emma Stone), una joven que se ha convertido al judaísmo, y su marido Asher Siegel (Nathan Fielder) se dedican a reciclar viejos y derruidos inmuebles para convertirlos en casas sustentables y evitar así el gasto en energía (apuestan a eliminar el uso de gas y de aire acondicionado) en Española, un pequeño pueblo de Nuevo México ubicado cerca de Santa Fe. Además, ambos registran sus actividades en Fliplanthropy, el piloto de una serie que están tratando de vender a la cadena HGTV. Whitney y Asher trabajan con Dougie (Benny Safdie), un productor con múltiples traumas encima que se encarga de manipular a la pareja para supuestamente hacer más atractivo el reality (los testeos en los focus groups en principio no dan bien).

    Los episodios dirigidos por el propio Fielder (siete) o por los hermanos David y Nathan Zellner (los tres restantes) están trabajados por momentos como si fueran un falso documental o un detrás de escena de los rodajes (aquí hay algo de The Rehearsal o de los mockumentaries de Christopher Guest), pero también como una exploración de las contradicciones internas y externas de un matrimonio blanco y burgués a la hora de lidiar con minorías étnicas que atraviesan todo tipo de dificultades.

    La extrovertida y narcisista Whitney (notable actuación de una Stone cada vez más decidida a encarnar personajes extremos) puede ser despótica, siniestra hasta lo monstruoso o encantadora y seductora porque nunca sabemos cuáles son sus verdaderas intenciones: es como si creyera que puede ganar plata y premios de arquitectura y ser una famosa influencer de Instagram, mientras ayuda a una comunidad de clase trabajadora y hace aportes al sostenimiento del medio ambiente. ¿Se puede conseguir realmente todo eso a la vez o estamos frente a una farsante con rasgos psicopáticos? Aunque muchas de las respuestas a estos interrogantes llegarán con la segunda mitad de esta primera temporada, The Curse y la interpretación de Stone ya se ubican entre lo más disruptivo e innovador de este 2023 que comienza a despedirse. (Diego Batlle – OtrosCines.com)

  • Fallen Leaves (Aki Kaurismäki – 2023)

    Fallen Leaves (Aki Kaurismäki – 2023)

    En Fallen Leaves Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado, abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.

    Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2023
    Mejor Película de habla no inglesa 2023 para National Society of Film Critics (NSFC)
    • IMDb Rating: 7,5
    • RottenTomatoes: 98%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    De ambición pequeña entre gigantes, de trama anticipable dentro de tanta ansia por sorprender, de base moderna entre imágenes presentistas, la nueva película de Aki Kaurismäki, quien ganara el Gran Premio del Jurado en Cannes por The Man Without a Past (2002), salta cual simpático salmón por las corrientes de la Sección Oficial. El mayor logro del finlandés se sostiene en la integridad de quien tiene clarísimo qué quiere contar y qué forma debe darle. En este caso, mirará a los acercamientos románticos entre Ansa (Alma Poysti) y Holappa (Jussi Vatanen), dos corazones dolidos por una timidez y la pobreza crónica. Un día, Ansa y Holappa se enamoran, dan unos primeros pasitos en una relación y, de repente, tienen algo que perder.

    Ella es reponedora en un supermercado, él trabaja en la construcción. Tanto él como ella son despedides más veces de las que cuenta una mano, aunque por la película apenas nos demos cuenta. Más atención presta Kaurismäki a la amabilidad tras el gesto de ella, que compra expresamente un plato y unos cubiertos para acoger a su enamorado a cenar, que procura tener una botellita de champán sobre la mesa para cuando él llegue y que seguramente haya preparado esta noche tanta buena comida como para toda una semana de tuppers. No alimentará la desgracia la película del finlandés, aunque no se la ahorre: es un compañero agente de seguridad quien provoca que despidan a Ansa de su primer trabajo, por coger comida caducada, y a diario oiremos por la radio implacables noticias de la guerra en Ucrania. El mundo es agrio, pero ello no determina nuestra relación para con él. Las noticias, de hecho, acaban por unir a los dos personajes, por montaje, bajo un mismo horizonte oscuro. Y son las compañeras de Ansa quienes deciden despedirse ellas mismas del trabajo. La insolidaridad, en Fallen Leaves, se elige.

    Hacedor de terreno neutro, Kaurismäki concibe todo el andamiaje de su planificación con el término de lo justo por centro y medida, como si proclamara que esto va sobre Ansa y Holappa, y ya está. No es nuevo pero sí notorio que, en un cuadro de líneas muy pautadas, nunca sobre ni falte aire por encima de la cabeza de ningune de les dos. Al cuidado que el cineasta pone al mirar bien aquello que entra en plano (una actitud que de todas formas sobrepasa cualquier perspectiva histórica), se le suma la confianza plena en la autosuficiencia de la puesta en escena. En el universo del finlandés hay dos tipos de pareja: las que se sientan de cara y las que se sientan de espaldas a los grupos que tocan en un local. Lo primero que veremos del súper de Ansa serán unas bolsas de carne envasada al vacío, vueltas moradas por los fluorescentes. Al mismo tiempo, en el océano de azules y verdes de Fallen Leaves los perros dan color y dinamismo, alegría visual… Se vive mejor con ellos. En hora y veinte minutos, la película de Kaurismäki perfila constelaciones estéticas con una claridad a la que sólo aspiran algunas de sus competidoras, torres de tres horas o más. Será porque el cine del finlandés se ha construido de forma autónoma y con los ojos puestos en los maestros del mudo. Es decir, quizás es porque no son películas cinéfilas.

    Atención, ni una cinta plagada de alusiones y referencias a un cine de autor de línea dura (desde Journal d’un Curé de Campagne a Le Mépris) no tiene por qué ser estrictamente cinéfila. Puede ser celebratoria –que lo es–, pero no cinéfila, porque no bebe de las imágenes de otres para construirse, como sí lo hacen otras grandes filmografías posmodernas (Tarantino sería el referente fácil). Si a alguien se refiere Kaurismäki es, en todo caso, a sí mismo. En Fallen Leaves juega en casa, rodando en exactamente el mismo analógico deslucido pero vibrante y con la paleta de amarillos y azules que ha hecho icónico a su director de fotografía, Timo Salminen, el mismo desde que empezara a trabajar hace ya sesenta años. El finlandés está mayor y se reconoce alegremente inmutable en sus propias decisiones estéticas: guarda así el fuerte para un humor al margen, una alternativa permanente. Un verdadero happy place. (Mariona Borrull Zapara – ElAntepenúltimoMohicano.com)