Day: January 7, 2022

  • Gunda (Viktor Kossakovsky – 2020)

    Gunda (Viktor Kossakovsky – 2020)

    Gunda es la protagonista de este tríptico documental en blanco y negro. Cuida de sus hijos, los acompaña en sus descubrimientos y luego se toma un pequeño respiro para recargar energías. Se acerca curiosa a la cámara. ¿Sabe cuál será su destino? ¿Qué es lo que estará pensando? ¿Qué pensará de nosotros? Gunda es uno de los varios cientos de millones de cerdos que habitan en el planeta, junto con mil millones de reses (representadas en este documental a través de dos vacas), y más de veinte mil millones de pollos. Estén jugando en el barro, sacudiéndose las moscas o buscando gusanos, todos ellos son héroes.

    • IMDb Rating: 7,3
    • Rotten Tomatoes: 97%

    Película / No requiere subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Gunda es una cerda que acaba de parir una decena de lechones. La vemos alimentarlos mientras las crías crecen. Luego nos concentraremos en las desventuras de un gallo con una sola pata. Y poco después nos adentraremos en la cotidianeidad de unas vacas en medio de una nube de moscas. Cualquier podría pensar con razón que el más reciente film del director de ¡Vivan las antípodas!, Manifestación y Aquarela es un trabajo didáctico para consumo escolar o de divulgación para un canal tipo Animal Planet o National Geographic, pero en verdad se trata de un largometraje que genera una extraña fascinación y adquiere una dimensión casi poética y connotaciones que parecen propias de una obra de ficción.

    Rodado en blanco y negro en Noruega, España y Reino Unido (el propio Kossakovsky y Egil Håskjold Larsen fueron los directores de fotografía), con la cámara casi siempre ubicada a la altura de los animales, Gunda retrata a sus criaturas con una justa distancia, una sana curiosidad y una enorme paciencia y capacidad de observación.

    Hay dos instancias del documental (coproducido por Joaquin Phoenix) que pueden generar cierto ruido. Una (inentendible e injustificable en relación con el resto del conjunto) tiene que ver con unas tomas desde un drone y con las vacas moviéndose en cámara lenta. Un ejercicio de virtuosismo que cae en un regodeo y una espectacularidad que la película -por suerte- no reaparece en el resto de su hora y media. La otra está relacionada con la presencia del hombre ya sobre el final. No vamos a caer en spoilers, pero es desgarradora y el único momento en el que sobrevuela un espíritu de denuncia.

    En los distintos pasajes del film (Gunda volverá a escena cerca del cierre), Kossakovsky es respetuoso y consigue así una narración armónica y elegante. Alguien la definió con algo de sorna e ironía como “Babe filmada por Béla Tarr”. Algo de eso hay, pero el resultado es en muchos pasajes decididamente fascinante. (Diego Batlle – otroscines.com)

  • What’s Up Doc? (Peter Bogdanovich – 1972)

    What’s Up Doc? (Peter Bogdanovich – 1972)

    En What’s Up Doc? Howard Bannister, un joven musicólogo, serio, tímido y despistado, va a San Francisco con su novia para participar en una convención y obtener una beca de investigación. Allí conoce a Judy Maxwell, una joven vitalista con la que vivirá las situaciones más disparatadas.

     Mejor Guión Original Comedia para el WGA Sindicato de Guionistas 1972

    • IMDb Rating: 7,7
    • RottenTomatoes: 89%

    Película / Subtítulo (Calidad 1080p)

     

    El cinéfilo Peter Bogdanovich siempre ha reverenciado a los grandes clásicos del cine. Populares son sus libros de entrevistas con John Ford o Howard Hawks, títulos de ineludible lectura para entender el pensamiento y trabajo de estos colosos del séptimo arte. Es la screwball comedy de Hawks (imprescindible también los textos sobre su obra de Robin Wood y Joseph McBride) la principal referencia para establecer un tributo a la gran comedia clásica del Hollywood dorado, teniendo como máxima remisión la obra maestra Bringing Up Baby y el slapstick del cine mudo, en especial cuando rueda la extensa persecución por las calles de San Francisco.

    Para el desarrollo de What’s Up Doc?, Bogdanovich utiliza una de las principales claves de Hawks en sus películas de humor: el encuentro fortuito entre un personaje masculino timorato y sensato (llamado Howard en homenaje al maestro) con una mujer de fuerte carácter, decidida e irresponsable, que jugará con las emociones de su “víctima” maquinando cualquier estratagema que pueda conseguir sus maliciosos propósitos sentimentales. La batalla de sexos y la atracción de la irresponsabilidad como cimiento para una serie de escenas humorísticas dominadas por el enloquecimiento en las situaciones y los personajes.

    El problema es que Bogdanovich, un director con films de mérito como The Last Picture Show, Paper Moon o Mask, no tiene el talento ni la chispa de Hawks y el trío de buenos guionistas, David Newman, Buck Henry y el director Robert Benton, a pesar de haber escrito plausibles títulos y de crear escenas de cierta gracia (como la del juzgado con un Liam Dunn impagable), en esta película no consiguen acercarse ni de lejos al ingenio cómico mostrado por gente como Dudley Nichols, Ben Hetch, Charles Lederer o Hagar Wilde, a pesar de desplegar una película divertida, narrada con gran ritmo pero con personajes escasamente profundizados.

    La pareja protagonista, Barbra Streisand y un Ryan O’Neal imitando a Cary Grant, ambos en su etapa de máximo esplendor artístico, exhala suficiente química para preocuparnos por sus peripecias amorosas, las cuales conciernen directamente a la prometida de O’Neal, encarnada por una debutante Madeline Khan, quien repetiría de nuevo con Bogdanovich y conseguiría sus papeles más conocidos a las órdenes de Mel Brooks. (Antonio Méndez – AlohaCriticón.com)

     

  • Kicking and Screaming (Noah Baumbach – 1995)

    Kicking and Screaming (Noah Baumbach – 1995)

    En Kicking and Screaming, un grupo de estudiantes universitarios que acaban de licenciarse rondan todavía por el campus, incapaces de cortar los vínculos que los unen a su recién acabada vida académica.

    • IMDb Rating: 6,8
    • RottenTomatoes: 75%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Los noventa fue una década donde el cine independiente americano alcanzó cierta notoriedad. Fueron años que vieron nacer a una gran cantidad de cineastas hoy reconocidos, pero que también han terminado abrazando a la industria y perder su identidad. Bien visto, algunos de los cineastas que más tenían que decir se han diluido en el interior de Hollywood, mientras que otros, lo más, naufragaron entre el público y se refugian hoy en día en las grandes series de televisión o están totalmente desaparecidos.

    Sin embargo, hoy en día, hay otros autores que estando dentro de la industria, aún parecen luchar por un acento propio y todavía se permiten tener un pie a contracorriente. Y ellos también comenzaban a despuntar en los noventa, por mucho que no fueran los grandes nombres del cine independiente de esa década.

    Noah Baumbach (Frances Ha, Mistress America, The Squid and the Whale, entre otros) pertenece a ese grupo de cineastas que despuntaron con sus trabajos ayudados por el Festival de cine de Sundance, pero que han tardado años en conseguir una estabilidad y cierto reconocimiento internacional. Baumbach, con apenas 25 años, nos regala un película con claras consonancias con los modos de aquel cine independiente pero también erige toda una declaración de principios que se va a mantener durante toda su carrera cinematográfica. Podemos entrever ya la manera con que su director mira al mundo y de igual manera entendemos que todos sus personajes parecen partir del grupo de amigos de su opera prima; personajes perdidos, deambulando, más slackers (término muy de los 90) que otra cosa, incapaces de enfrentarse a la vida adulta y menos aún de tomar ninguna decisión por ellos mismos.

    Un grupo de amigos disfruta de la noche de graduación de la universidad. A la mañana siguiente dejaran de ser estudiantes para ser otra cosa. ¿Adultos? Tal vez. El caso es que ninguno de ellos tiene la menor idea sobre como afrontar su futuro inmediato, así que acaban irremediablemente atrapados en el campus que tan buenos recuerdos les ha dado sin hacer nada de provecho. Los personajes, definidos con pinceladas a las mil maravillas desde ese inicio en la fiesta, son del gusto de esa década, hablan más que actúan, son indecisos, miedosos, imperfectos y se sienten angustiosamente atrapados en lo que interpretan como el inicio de sus vidas adultas. En definitiva, muestra un estado mental de indecisión que el cineasta ha retratado en cada una de sus películas.

    Así que tenemos a unos perdedores dando vueltas por una Universidad a la que ya no pertenecen (excepto uno de ellos que vuelve a matricularse como una solución para escapar al vacío existencial). Con las miradas perdidas, fumando y regalándonos ágiles frases tan marca del cine independiente mientras la vida se les escapa. Y entonces, casi sin darnos cuenta, estamos dentro de una historia a la que más de uno le acusa de no ocurrir nada. Hay tono, tan melancólico como crítico. Porque si Noah imprime algo a sus películas es una cierta sensación de crueldad real y muy crítica con sus personajes. Estamos con ellos, pero sus imperfecciones son sangrantes y sirve tanto para identificarnos con ellos como para reírnos de nosotros mismos.

    Por así decirlo, su visión es más autocrítica que la de Sofia Coppola, a la que no sin cierta sorna se le mencionado como “la retratista de la vacuidad”. Y más irónica. Su cineasta quiere a todos sus personajes, pero no deja de reírse de ellos, seguramente porque todos tienen algo de él mismo. Kicking and Screaming es una de esas películas corales de jóvenes que andan y hablan. Una de esas cintas que te joden el alma si tienes un mal día, pues se siente demasiado cercana.

    Una generación que creció sin sueños que alcanzar y que tiene demasiado miedo como para enfrentarse a un futuro que creían lejano y que de pronto está ahí llamando la puerta. Toca volver a matricularse en la universidad, quedarse en casa quejándote del mundo mientras haces crucigramas, recordar a aquella novia que se fue a Europa o paralizarse por el miedo y no asistir a tu máster para no perder el contacto con tus colegas. Y sin embargo, es en la parte final donde su autor modifica el rumbo de sus personajes, donde se permite situarlos en una dirección para enfilar sus vidas. Y esto ocurre incluso a pesar de sus personajes y la apatía que mostraban. Ese año perdido parece haberles situado en alguna dirección aunque no fueran conscientes. Es curioso constatar que el personaje principal es el único que no logra reubicarse. Precisamente ese proyecto de escritor, bloqueado sentimental y profesionalmente no alcanza su meta en el momento que decide actuar. Y es interesante porque parece claro que es el personaje que más se asemeja al propio director.

    Ese final nos regala uno de los momentos más crueles jamás creado por Baumbach. Si en Frances Ha el viaje a Francia servía para deconstruir la idea del viaje como manera de encontrarse a uno mismo (brillante y desoladora secuencia) y donde el regreso era la constatación de que no había huida posible (cuántas pelis pseudo New-Age con el mantra estoy perdido-hago un viaje-me encuentro a mí mismo-soy feliz), en su opera prima sigue jugando con esa idea. Divertida y melancólica, Kicking and Screaming es la eterna película de su director, sólo que uno puede imaginarse que su director está emocionalmente muy cerca de ese estado mental que describe. Y cuando el dolor es tan cercano duele incluso más. (Pablo García Marquez – CineMaldito.com)

  • Calabuch (Luis García Berlanga – 1956)

    Calabuch (Luis García Berlanga – 1956)

    En plena Guerra Fría, el profesor Hamilton, un sabio ingenuo que creía en las bondades de la energía nuclear, al darse cuenta de su error, huye a Calabuch, un pueblo mediterráneo, y se lleva consigo todos sus secretos. En ese lugar la gente se limita a vivir y conserva el sentido del humor y de la amistad.

    • IMDb Rating: 7,4
    • RottenTomatoes: 82%

    Película (Calidad 1080p)

     

    Fallecido en 2010, Luis García Berlanga fue uno de los grandes directores españoles de todos los tiempos, perteneciente a una época, en la que empezó a hacer cine, que personalmente considero como la mejor de toda la historia española, cinematográficamente hablando. Calabuch (1956) fue filmada años después de su primer gran éxito, Bienvenido Míster Marshall (1953), y es inmediatamente anterior a los tres títulos de su director que personalmente más me gustan: Los Jueves, Milagro (1957), Plácido (1961) y El Verdugo (1963), las dos últimas con guión de Rafael Azcona, dos de las más grandes obras maestras de la historia del cine, y no sólo del español.

    Para rendir nuestro particular homenaje en Blogdecine, he elegido una de las películas más exitosas de su realizador, y que un servidor en concreto es de las que más olvidadas tenía. Estamos hablando de una de las cintas en las que el peculiar humor negro de su autor, y sobre todo su mirada crítica, son más suaves que en el resto de su filmografía. Su influencia hay que buscarla en las cintas del neorrealismo italiano, tan en boga aquellos años, en alguna que otra cinta de Tati, y sobre todo en una de las grandes películas de John Ford, The Quiet Man, de la cual hablaremos en su momento.

    Calabuch narra la historia de un pueblecito valenciano, el que da nombre al título del film. Hasta allí llega Jorge Serra Hamilton, famoso profesor que decide pasar inadvertido en el pueblo, huyendo de los experimentos en los que sus conocimientos son usados en beneficio militar. Tomado como un vagabundo compartirá celda con un hombre apodado El langosta, con el que iniciará una nueva y sentida amistad, la misma que le unirá al resto del pueblo, que irán aceptando a Jorge como uno más, sobre todo después de hacerles quedar de primeros en un concurso de fuegos artificiales.

    No estamos ante una de las obras maestras de su autor. El propio realizador afirmó años después que si tuviera que volver a hacer alguna de sus películas, Calabuch la reharía de nuevo completamente, parándose más en las gentes del pueblo. Sin embargo, el paso del tiempo ha tratado bien una película que tal vez sea de las más sentimentalistas de su autor, lo cual no está reñido con la calidad. Una comedia costumbrista que habla sobre una utopía, la de llevarse bien con todo el mundo haciendo lo que uno siempre quiere, o mejor aún, lo que más le gusta. Todo ello reflejado en un pueblo habitado por una galería de personajes de lo más variopinta.

    Así pues Jorge —en realidad George— conocerá al Langosta, un traficante de buen corazón que pasa sus días en una cárcel muy peculiar, de la que puede salir cuando le venga en gana, pues las ocupaciones del pueblo requieren de su presencia; Matías, un guardia civil que es la autoridad del pueblo, el típico malhumorado pero un buenazo en el fondo; el farero, que en sus jornadas laborales juega al ajedrez por radio con el cura, más preocupado éste por las luces de su iglesia; la profesora del pueblo, enamorada en secreto del “langosta”, y cómo no, correspondida por aquél, una especie de amor imposible que irónicamente sólo puede tener lugar en Calabuch; el pintor, especie de alter ego del propio Berlanga, ya que fue pintor en su juventud.

    Como en sus demás películas, el director toca temas como la política, la religión y la educación, pero esta vez la crítica es muy suave, casi amable y condescendiente. La intención de Berlanga es lanzar un mensaje de optimismo, reflejado en las gentes del pueblo que aceptan de buen grado a un extranjero del que no saben absolutamente nada. Incluso cuando el profesor es descubierto, todos hacen caso omiso intentando que se quede entre ellos, escondiéndolo si es necesario. En Calabuch no hay malos pensamientos, todo el mundo se lleva bien, es una especie de paraíso terrenal, y Berlanga realiza una especie de cuento con sus gentes. Una de esas historias bienintencionadas que gustan a todo el mundo, y que el director concluye con un golpe de cruda realidad.

    Calabuch supuso la última película del actor inglés Edmund Gwenn, en cuyo currículum encontramos películas como Foreign Correspondet, de Alfred Hitchcock, Miracle on 34th Street, de George Seaton, o Them, de Gordon Douglas. En cuanto a la lista de secundarios podemos ver las caras de ilustres como Manuel Alexandre o Pepe Isbert, rostros únicos de nuestro cine. (Alberto Abuín – Espinof.com)