Día: 23 de octubre de 2020

  • On the Rocks (Sofia Coppola – 2020)

    On the Rocks (Sofia Coppola – 2020)

    En On the Rocks, una madre joven reconecta con su padre, un playboy de cierta fama, a través de una serie de aventuras con la ciudad de Nueva York como escenario.

    • IMDb Rating: 6,8
    • RottenTomatoes: 86%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Entusiastas y nostálgicos de Manhattan, vais a encontrar una auténtica delicia en On The Rocks. En la última película de Sofia Coppola, Nueva York es tan protagonista como sus personajes principales, Laura (Rashida Jones) y Felix (Bill Murray). Tan protagonista como el estudio de los comportamientos masculinos, de la tendencia a la infidelidad y de la rutina del matrimonio. Quizá, para quienes no presten demasiada atención a la ciudad o para quienes no sientan una gran atracción hacia ella, quede como un telón de fondo. Pero lo cierto es que la directora y guionista la sitúa como causa de todo, como una de las culpables de la paranoia, la distancia y la prisa que se ha apoderado de Laura y de su matrimonio.

    Conocemos a la protagonista en un momento bastante complejo de su vida. Profesionalmente, se encuentra completamente bloqueada, tratando de escribir un libro para el que ni siquiera tiene una idea clara. Y, personalmente, siente que su matrimonio se tambalea mientras ella dedica su día a día a sus hijas. Ha pasado de ser una joven activa, con una vida interesante a todos los niveles y feliz, a convertirse en una madre. Y la maternidad le ha traído otro tipo de felicidad, pero también ha eliminado de la ecuación el tiempo para sí misma y para su amor. Un extraño despiste de su marido (Marlon Wayans) al regresar de un viaje le hace sospechar que la distancia entre ambos se debe a un romance extramatrimonial.

    A partir de ese momento, y como consecuencia de un instante de debilidad absoluta, Laura se ve inmersa en una aventura encabezada por su padre. Un hombre enriquecido gracias al arte, con un enorme éxito entre las mujeres, incluso rozando ya su vejez. Su visión de la masculinidad, de las mujeres y de las relaciones chocará constantemente con la de su hija, en la que se recoge de alguna manera la propia mirada irónica y analítica de Sofia Coppola. Mientras ellos tratan de descubrir qué hay detrás de la distancia existente entre Laura y su marido, los espectadores exploramos a través de ellos las heridas del pasado, el efecto que tienen en nosotros con el paso del tiempo, las relaciones paterno filiales y un largo etcétera de dilemas y conflictos a los que nos enfrentamos cada día. Con el elegante humor y el gusto de la directora como maridaje perfecto.

    La filmografía de Bill Murray está repleta de buenos trabajos. Y entrar en el juego de la comparación fácil resulta incluso aburrido. No sé si su interpretación en On The Rocks es la mejor de su carrera. Supongo que, como todo, dependerá de la conexión que cada uno sienta con el personaje, con su bagaje y con sus sentimientos. En mi caso, pese a la enorme distancia que me separa de Felix, la conexión ha sido prácticamente inmediata.

    En parte, por el carisma del personaje tal y como lo concibió Coppola. Pero también por el alma que le pone Murray, simpático cuando tiene que estarlo y bochornoso cuando toca. Su interpretación está cargada de ese humor personal que le caracteriza, de la gracia natural que le acompaña, pero también de una emoción que se encuentra con facilidad en su mirada vidriosa. En los gestos desacertados que no hacen otra cosa que pedir a gritos atención, amor y perdón.

    En su personaje, vemos lo que nunca quisimos ver en los hombres. La cosificación constante de la mujer, el anclaje absoluto en el pasado y la irresponsabilidad que sienten como un derecho innato. Pero me gusta comprobar que no está demonizado, ni idealizado. No hay blancos o negros. El juicio de Coppola es evidente y se encuentra tanto en la concepción de los personajes y de la historia, como en su desarrollo. Pero no hay una deshumanización de Felix, sino que se opta por mostrar su dolor y sus anhelos, aunque nazcan de un comportamiento y de un egoísmo que es imposible no detestar.

    Bill Murray se mete de lleno en el personaje y en sus demonios. Y conecta con una Rashida Jones que parece encontrarse segura a su lado. Arropada por su talento orgánico y por su mirada paternal, pero también retada por su nivel. Ambos nos regalan en On The Rocks un duelo o, mejor dicho, un dueto interpretativo que hipnotiza de principio a fin.

    Con la comedia como mejor aliada a la hora de transmitir emociones y compartir y provocar reflexiones, Sofia Coppola nos sumerge en el mundo de las relaciones. En la importancia del espacio y del tiempo compartidos, sin barreras y sin prisas. De la sinceridad y la honestidad, en ambas direcciones. Y no siempre en forma de confesiones, sino también de preguntas.

    La directora y guionista nos habla en On The Rocks de aquello que ocurre cuando la familia se amplía, del papel que históricamente ha tomado y continúa tomando la mujer, del miedo a quedar atrapada en una burbuja en la que el tiempo se mide en baños, clases extraescolares y comidas. También nos habla de ese pasado que, sin hacer ruido y sin dar la cara, tiene su huella en el presente. De los miedos que se apoderan de nosotros y nos privan de todo lo que tenemos y no sabemos ver.

    Poco más de hora y media de metraje cargado de dilemas, de situaciones hilarantes detrás de las que hay temor y amor y de lugares comunes para todos. Desde la elegancia de una Sofia Coppola que vuelve a mecernos entre colores, simetrías y ambientes que dicen tanto como las palabras de sus personajes. On The Rocks emana un brutal amor por la vida, por Manhattan y por la música. Y es, de principio a fin, un disfrute para los sentidos, en especial para una vista que puede gozar de la fotografía íntima y cuidada de Philippe Le Sourd.

    On The Rocks es bella, es divertida, es inspiradora y, dentro de lo fantástica que puede ser una vida en el corazón de Nueva York, es realista. Una película para disfrutar, para pensar y para querer. También para cambiar, para pedir perdón y para preguntar y evitar que las dudas nos coman por dentro. Sobre el amor en muchas formas, la vida actual, nuestra forma de vivirla y lo que de verdad importa en ella. No se sale de ningún molde ni nos da ninguna sorpresa, pero tampoco hace falta que lo haga. (Rosa Suria – MewMagazine.es)

  • Borat: Subsequent Moviefilm (Jason Woliner – 2020)

    Borat: Subsequent Moviefilm (Jason Woliner – 2020)

    En Borat: Subsequent Moviefilm, el cuarto mejor periodista de Kazajistán vuelve catorce años después de su primera aventura, para salvar el mundo.

    • IMDb Rating: 7,6
    • RottenTomatoes: 83%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

    https://www.youtube.com/watch?v=plVopDLsOm0&ab_channel=DonTrailersenEspa%C3%B1ol

     

    Catorce años después de la sorprendente película original que consagró a Sacha Baron Cohen (The Trial of the Chicago 7) se estrena Borat: Subsequent Moviefilm (apenas 11 días antes de la crucial elección presidencial en los Estados Unidos) esta secuela recargada que resulta la sátira política más despiadada y controvertida sobre estos tiempos de fake news, negacionismo y cultura del odio. A Trump, con humor y rencor.

    Quienes vieron Borat (2006) saben que esta apuesta por el falso documental no es precisamente sutil, pero tampoco cobarde. Si aquella película bizarra y extrema hirió sensibilidades, despertó iras y dividió aguas, mucho más lo hará esta secuela que duplica (o triplica) la apuesta. Pocas veces se ha descripto la América profunda (esa que fue y los republicanos pretenden siga siendo la carta de triunfo del populismo reaccionario de Trump) con tanto desparpajo y explicitud.

    Borat nos explica que el dictador que gobierna Kazajistán (admirador de Putin, Bolsonaro y sobre todo de Trump) lo ha culpado de todos los males de los últimos años, pero -luego de sufrir todo tipo de ultrajes- le encomienda viajar a los Estados Unidos para entregarle como ofrenda un mono llamado Johnny (que además es estrella porno) a “McDonald” Trump y así conseguir su amistad. Lo cierto es que en verdad quien llega con él es su hija Tutar (la actriz búlgara Maria Bakalova, toda una revelación) y, entonces, el patético periodista no tiene mejor idea que entregársela al vicepresidente Mike Pence y luego al ex alcalde neoyorquino Rudolph Giuliani.

    Para quienes no han leído aún sobre el escándalo de Giuliani no caeremos aquí en spoilers, pero lo concreto es que (se lo haya engañado o no) la escena de la entrevista en la que aparece es un registro demoledor, muy sintomático y sumamente esclarecedor sobre la hipocresía política en tiempos de fake news.

    La película recorre prácticamente todos los principlaes tópicos de la América ultraconservadora actual: el negacionismo (del Holocausto y tantos otros temas), los cuestionamientos a los científicos (empezando por Anthony Fauci), las mentiras sobre el Coronavirus (el “virus chino”), las marchas anticuarentena en plena pandemia, el racismo y el KKK, el tráfico sexual, el culto por las armas, el aborto, las cirugías plásticas, el odio hacia el feminismo, las teorías conspiranoicas de Qanon y un largo etcétera.

    ¿Que tiene muchos gags torpes o banales? ¿Que es en varios pasajes desprolija? ¿Que se aprovecha en unos cuantos momentos de “gente común”? ¿Que puede ser irritante y revulsiva para ciertos espíritus más serios y tradicionales? Todo eso es cierto, pero dejemos las sutilezas para otros comediantes y otros tiempos. Borat regresó a las apuradas porque son tiempos urgentes y el arte en muchos casos puede (¿y debe?) sintonizar con su época. Sacha Baron Cohen clava su estandarte en la cima de la podredumbre de la era Trump. Su proclama es por demás contundente. Tómela o déjela. (Diego Batlle – OtrosCines.com)

  • The Kid Stays in the Picture (Brett Morgen y Nanette Burstein – 2002)

    The Kid Stays in the Picture (Brett Morgen y Nanette Burstein – 2002)

    The Kid Stays in the Picture es un documental basado en la autobiografía (de mismo título) del famoso productor de la Paramount Robert Evans, controvertido personaje nacido en Nueva York en 1930 y productor entre otros títulos de «Chinatown» (1974), «Marathon Man» (1976), «The Cotton Club» (1984), «Jade» (1995) o «How to Lose a Guy in 10 Days» (2003). Éxito, escándalos, sexo, tragedia e infamia en un personal retrato de Hollywood en el que aparecen famosos del mundo del cine americano como Francis Ford Coppola, Roman Polanski, Mia Farrow o Dustin Hoffman.

    • IMDb Rating: 7,3
    • Rotten Tomatoes: 91%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Falleció Robert Evans y con él se fue una parte importante de la mejor época del cine estadounidense. Con ello me refiero al movimiento del Nuevo Hollywood que en los años setenta modificó la forma de ver cine a partir de la contracultura y las problemáticas sociales que afectaban a occidente. Una nueva camada de cineasta surgieron con estilos propios, auténticos y sugerentes en torno a nuevas historias, hechos y y personajes que estaban en las calles, en las instituciones públicas, en el gobierno, en la mafia, en la policía, en la sociedad civil y, sobre todo, en una juventud que buscaba en la pantalla identificar sus preocupaciones, ya sea través de las diferencias raciales, la Guerra de Vietnam, la sexualidad, la desconfianza, el ámbito laboral y el día a día.

    Uno de los hombres que contribuyó de manera clave a este movimiento fue Robert Evans, joven empresario que en 1956 fue elegido para interpretar al otrora productor Irving Thalberg en el filme Man of a Thousand Faces junto a la leyenda James Cagney. Después vino la oportunidad de interpretar un nuevo rol, el de un torero en un proyecto de la 20Th Century Fox junto a Ava Gardner y Tyrone Power. Estos reconocidos actores no querían a Robert Evans en su película y se quejaron directamente con el productor del filme, el célebre Darryl F. Zanuck. Sin embargo, el magnate de Hollywood no aceptó la rabieta de los intérpretes y con megáfono en mano dijo en referencia a Evans: “The Kid Stays in the Picture”. Aquella frase le reveló a Robert Evans su verdadero destino, la de convertirse en un productor capaz de hacer y deshacer lo que se le viniera en mente.

    Pasaron algunos años junto a situaciones que fueron posicionando a Robert Evans como uno de los productores más afamados, temidos, intrépidos y con más talento de Hollywood. La adquisición de Paramout Pictures por el conglomerado empresarial Gulf and Western era la oportunidad anhelada. El empresario Charlie Bluhdorn le encomendó a Evans liderar Paramout Pictures, estudio que en 1969 había perdido fama, popularidad y reconocimiento. El primer proyecto de Evans fue El Bebé de Rosemary de Roman Polanski, película que le permitió a Evans acercarse al tipo de historias modernas y distintas que buscaba tanto él como las nuevas audiencias. El documental The Kid Stays in the Picture de Nanette Burstein y Brett Morgen (basado en la autobiografía homónima de Robert Evans) profundiza en todos estos hechos. Lo anterior, junto a la voz de un Evans que se escucha elocuente y revelador en cada momento.

    Sin embargo, el ascenso de Evans en el mundo del cine no fue fácil, ya que sus mecenas estaban preocupados por sus proyectos e ideas cinematográficas. Querían ganar dinero y rápido, pero Robert Evans sabía que primero tenía que asegurar la calidad a partir de películas que representaran un antes y después en la historia del cine estadounidense. En una movida magistral preparó un corto con la ayuda del director Mike Nichols (El Graduado) en donde relataba la nueva revolución cinematográfica de Paramout Pictures con filmes como Love Story y El Padrino. El carisma de Evans dio resultado al obtener la aprobación de los directicos de Gulf and Western. El resto fue historia y gracias al apoyo de hombres como Peter Bart, Evans impulsó proyectos fílmicos que hoy son referentes indiscutidos del cine. El libro Infamous Players de Peter Bart relata con detalle esta aventura, si bien el documental The Kid Stays in the Picture busca otra dirección, la del productor exitoso que terminó cayendo al mismísimo infierno.

    Robert Evans, con una tonalidad en ocasiones muy emotiva, relata algunos de sus romances, su fébril amor por Ali MacGraw (Love Story), quien finalmente lo abandonó por Steve McQueen. También habla de la paternidad, del éxito de sus producciones, de sus diferencias con Francis Ford Coppola para la realización de El Padrino y de su visión sobre la vida. Evans se refiere a las oportunidades, al destino y, principalmente, analiza cómo funciona Hollywood a través de sus códigos, logros, faltas y omisiones.

    Robert Evans brilló en los años 70, la gran década del cine estadounidense. Fue un motor, el impulsor de muchas carreras de cineastas porque era un hombre que amaba lo que hacía; adoraba el cine y sus historias. En este viaje también experimentó la autodestrucción, el abismo de las drogas y el ninguneo de sus propios colegas. Evans cometió errores como cualquier ser humano. Tuvo muchos defectos y virtudes, a la vez que lo despojaron miserablemente de lo que amaba. Los años 80 fueron su peor época, refugiándose en su pequeña mansión, lugar que antes fue el retiro de Greta Garbo. La caída fue tan fuerte hasta el punto que Evans fue olvidado en un manicomio. Sin embargo, a fines de la década exitista de los ochenta logró ver la luz, en parte gracias al apoyo incondicional de amigos como Jack Nicholson. Los años 90 representaron nuevas posibilidades y, en cierta forma, el perdón de Hollywood luego de haber sido tratado tan mal.

    The Kid Stays in the Picture es un documental alucinante que se estrenó en 2002. La voz en off de Robert Evans suena fuerte, con la calidez de un hombre que lo vivió todo, para bien o para mal. Sin duda es uno de los retratos personales más profundos que he visto y escuchado en mi vida de cinéfilo, a la vez que es una importante lección sobre la construcción de sueños y la pérdida de estos. Robert Evans falleció hace pocos días y en la prensa hubo muchos homenajes. No obstante, creo que no fueron suficientes y en las generaciones de cinéfilos -pasados y nuevos- queda una importante responsabilidad que es conocer su historia, su vida, sus logros y fracasos. La vida de Robert Evans fue como cien vidas en casi 90 años de existencia. Es relevante que lo recordemos con cariño y, sobre todo, con mucha gratitud porque desde su rol de productor nos entregó experiencias cinematográficas inimaginables que seguramente nos acompañarán hasta el final de nuestros días.

    ¡Muchas gracias, querido Mr. Robert Evans! (Julio Bustamante – espectadorerrante.com)