Día: 14 de abril de 2020

  • Benny’s Video (Michael Haneke – 1992)

    Benny’s Video (Michael Haneke – 1992)

    Benny’s Video un chico de 14 años de buena familia recibe de sus padres un estupendo equipo de vídeo. Obsesionado con el uso de su nuevo juguete, graba cómo sacrifican a un cerdo con una pistola, escena que lo incita a cometer un acto salvaje.

    Premio FIPRESCI en los Premios del Cine Europeo 1992

    • IMDb Rating: 7,2
    • RottenTomatoes: 75%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

     

    Los formatos analógicos de video conocidos como Video8 y Hi8 son prácticamente la misma huevada. A mi entender el segundo no es más que una versión mejorada del primero. Son los formatos caseros por excelencia desde los ochentas hasta finales de los noventas. Benny’s Video comienza con una grabación hecha en Video8 por el protagonista, Benny, un púber maravillosamente perturbado y fanático del video. Me recuerda tanto a mis inicios audiovisuales. Pepe Sarmiento, editor de este blog, puede dar cuenta de algunas de mis grabaciones en Hi8. Estos formatos analógicos caseros son geniales, tienen una imagen de muy poca calidad, que se siente “cruda”, una imagen que por alguna razón me hace sentir que lo que veo es absolutamente real, una realidad sin maquillaje. Esa es la impresión que dejan los videos que graba Benny. Pero lo que más me fascinó de este video que da inicio a la película es que segundos después de que matan al chancho podemos ver un instante el ojo izquierdo del porcino totalmente abierto, totalmente humano.

    He visto montones de chanchos, los he grabado con atención, los he tenido a centímetros de distancia, pero nunca los he visto con los ojos tan abiertos. Es como si el chancho estuviera perplejo, sorprendido por su sacrificio, horrorizado. Hace poco vi una mirada muy similar a la de ese chancho, era un video de las protestas en Venezuela el 11 de abril del 2002, cuando derrocaron a Chávez. Los integrantes de los círculos bolivarianos disparaban a los civiles, una mujer cae al piso herida, un grupo de personas intenta socorrerla y de repente… la cámara capta el momento preciso en que la mujer tiene los ojos abiertos, desorbitados, como si no pudiera creer lo que ha pasado, como si estuviera viendo al diablo.

    Hay quienes pensarán que la muerte de ese chancho es una de las imágenes más violentas de la película, por lo explícita, pero fíjense que cada vez que en la televisión o en el periódico los personajes ven noticias, siempre se trata de guerras, conflictos de todo tipo que implican mucha más muerte y mucho más sufrimiento que el del chancho o el de la joven que muere más adelante en la película. Benny’s Video es pues una película sobre la violencia, pero no hay discurso aleccionador ni mucho menos, la violencia está ahí, germina, explota, se calma, sigue su curso como un elemento más de la vida. Benny es un elemento de tránsito, la violencia pasa por él, experimenta con ella, siente curiosidad por ella, la acoge sin mayor dramatismo.

    Me fascina la manera en que Michael Haneke ha escrito los diálogos de Benny y la chica que invita a su casa como si se tratara de gente mayor. Existe en ellos una tranquilidad extraña, son pausados. Saborean el mundo y lo exploran con una fascinación interior, sin la excitación exteriorizada propia de su edad. Muestran también una sexualidad intensa. Dos chicos solos en un departamento, sin padres, Benny resulta interesante con todo su equipo de video y su cigarro en la mano, la chica tiene un aspecto andrógino inquietante. Me da la impresión de que hubiera algo sumamente sexual y visceral en la escena en que comen pizza… al final se sonríen cuando la chica cuenta que no tiene que regresar a casa. Poco después explota la violencia.

    El asesinato, el mal comportamiento en el colegio, la cabeza rapada no son más que la explosión final, la violencia contenida que ha recorrido la película hasta este momento ha sido lo mejor. La tensión, esa sensación de que la violencia puede explotar en cualquier momento fue lo que más me cautivo. Pero el giro que sigue es desconcertante y es que la catarsis hace que Benny vuelva a ser un niño. Ya no veo en él esa especie de… control de la situación… ahora se deja llevar por sus padres. Es como si la violencia bajara su perfil, se ocultara para conservarse intacta hasta que las aguas se calmen y pueda volver a salir a flote.

    La naturaleza es invencible. Benny camina por calles de una ciudad egipcia, un mercado. La pobreza, una realidad que siempre es violenta, rodea al chico, que rápidamente centra su atención en un par de pollos muertos que cuelgan de la mano de un egipcio. No creo que haya mucho más que agregar, incluso antes del final, el círculo está completo.

    El final de Benny’s Video no se los cuento porque no quiero y porque prefiero simplemente asumirlo en vez de tratar de buscarle explicación. Siempre creí que la violencia mediada por lo audiovisual perdía su horror y causaba fascinación. Benny toma, asume, consume y vive todo a través del video, es por eso que la realidad no hace mella en él. Sólo existen él y la pantalla. (Gianmarco Gardella Velazco – PequeñosCinerastas.wordpress.com)

  • No Home Movie (Chantal Akerman – 2015)

    No Home Movie (Chantal Akerman – 2015)

    No Home Movie es un documental sobre la madre de la propia directora, Chantal Akerman, quien jamás sale de su apartamento de Bruselas. El film está compuesto de entrevistas a Natalia Akerman, una mujer ya muy mayor y superviviente de la II Guerra Mundial y el nazismo, realizadas por su hija antes de que su madre muriera en el año 2013.

    • IMDb Rating: 6,7
    • RottenTomatoes: 89%

    Película / Subtítulos (Calidad 720p)

     

    “Esto es, ante todo, una película sobre mi madre, sobre mi madre desaparecida”: tales son las primeras palabras con que la grandiosa Chantal Akerman describe su última película, estrenada mundialmente en el festival de cine de Locarno, donde compite por el Leopardo de Oro. Con todo, tras esta primera constatación, No Home Movie esconde, lo vemos, muchas más cosas, un mar de verdades celosamente custodiadas que han impregnado todo el cine de la directora belga y que ahora se manifiestan, finalmente, en todo su esplendor.

    Como lo dice la propia cineasta, su madre siempre ha sido una figura clave en muchas de sus películas. La cárcel que fatalmente marcó su persona, la de ser una niña superviviente de Auschwitz, habita la filmografía de Chantal Akerman como una sombra. A la manera de una incómoda herencia, esta sensación se transmitió de madre a hija, quien hubo de integrarla y exorcizarla a través de sus imágenes. No Home Movie no nació como el retrato íntimo de su relación (“de otro modo, no me habría atrevido”, dice la propia Akerman), sino más bien como el registro casi maniático de un día a día en el que la presencia o la ausencia de la madre es palpable y determinante. “Desde hace muchos años filmo todo”, afirma Akerman. La inmensa cantidad de material obtenido, más de cuarenta horas, dio lugar, en primera instancia, a una instalación con el evocador título de Maniac Shadows y, posteriormente, a la contemplativa No Home Movie. Como suele suceder en el cine de la directora belga, la magia reside en el montaje, cuando la mirada esculpe el material fílmico, dotándolo de una profundidad única y embelesadora. “El film libera algo involuntario desde un punto de vista consciente pero que, aún así, existe. Tal es su fuerza”. Como lo explica la propia Akerman, durante la fase de montaje, todo lo superfluo desapareció para no dejar espacio a nada más que lo esencial: la relación con su madre, el testimonio de ésta por boca de la hija, una hija a menudo ausente, que le rinde homenaje de la manera más sincera que conoce, esto es, a través de las imágenes. Los largos planos contemplativos que se suceden entre la placidez del piso familiar en Bruselas y un allende (los inmensos prados peinados por el viento) que solo Chantal conoce parecen escandir el ritmo de la vejez, momento suspendido en que la verdad debe manifestarse en todo su esplendor antes de que el recuerdo se desvanezca. Con No Home Move, Chantal Akerman parece querer aferrar y volver palpable un amor infinito hasta ahora sumido en una dolorosa inconsciencia. El ritmo contemplativo, casi meditativo, que pauta la película refleja el afecto y la ternura con que la directora se relaciona con su madre, ya anciana. Akerman toma todo el tiempo que necesita para despedirla, se concede el lujo de la contemplación más allá de cualquier imposición cinematográfica. Un lujo que merece. Un film sublime que habla de las relaciones no sólo entre nosotros y nuestros allegados sino entre nosotros y las imágenes que nos rodean en una especie de instantánea que cristaliza en un presente por el que ya sentimos nostalgia. (Giorgia Del Don – CinEuropa.org)