Día: 3 de abril de 2018

  • The Post (Steven Spielberg – 2017)

    The Post (Steven Spielberg – 2017)

    The Post trascurre en 1971, donde los principales periódicos de EEUU, entre los que se encontraban The New York Times y The Washington Post, tomaron una valiente posición en favor de la libertad de expresión, informando sobre los documentos del Pentágono y el encubrimiento masivo de secretos por parte del gobierno, que había durado cuatro décadas y cuatro presidencias estadounidenses. En ese momento, Katherine Graham, primera mujer editora del Post, y el director Ben Bradlee intentaba relanzar un periódico en decadencia. Juntos decidieron tomar la audaz decisión de apoyar al The New York Times y luchar contra el intento de la Administración Nixon de restringir la primera enmienda.

    Mejor Película, Mejor Actriz y Mejor Actor 2017 para NBR National Board of Review

    • IMDb Rating: 7,3
    • RottenTomatoes: 88%

    Película / Subtítulos (Calidad 1080p)

    https://www.youtube.com/watch?v=Oe_Ewf5Vdj0

     

    The Post, la nueva película del realizador de Schindler’s List se centra en un episodio fundamental de la historia del periodismo estadounidense, cuando el gobierno de Richard Nixon quiso censurar la publicación de los Papeles del Pentágono, documentos que revelaban secretos de la guerra de Vietnam. Meryl Streep, Tom Hanks y un gran elenco recrean estos hechos desde la experiencia de la redacción de The Washington Post en una película intensa, urgente y muy entretenida.

    La historia dice que en medio de la posproducción de su inminente Ready Player One –película de ciencia ficción que atravesaba un largo periodo de creación de efectos especiales–, a Steven Spielberg le llegó el guión de The Post, escrito por Liz Hannah, una desconocida en la industria. Tomando en cuenta la actualidad del espinoso tema de la relación entre el poder y la prensa en el gobierno de Donald Trump, Spielberg decidió poner manos a la obra y filmarla en ese hueco de tiempo. Esto, dicen, fue en febrero pasado. En nueve meses, la película estaba lista para ser estrenada.

    No muchos directores en el mundo pueden armar una producción de esta envergadura –reconstrucción de época, un elenco impresionante reunido a último momento– en tan poco tiempo, algo que sí solía hacerse en la Epoca de Oro del Hollywood clásico. Pero un veterano admirador de esa era y con la experiencia, la sabiduría y el poder de convocatoria de Spielberg sí puede y The Post es la prueba clara de su talento para pensar y crear sobre la marcha. Y de su compromiso político para hacer una película que él considera relevante en este momento.

    The Post se alinea claramente con sus recientes Lincoln y Bridge of Spies. Son, todas ellas, películas acerca de personas que deben tomar decisiones incómodas, difíciles y no muy populares en momentos políticos complejos, una línea temática que recorre la carrera del realizador y cuyos mejores ejemplos son probablemente Schindler’s List y Saving Private Ryan. Son historias acerca de actos de heroísmo, mayores o menores, de personas muchas veces comunes (no en el caso de Lincoln, claro) en circunstancias extraordinarias. Son historias de gente que, ante situaciones imposibles, elige por la decencia, lo que es justo y correcto, ateniéndose a las consecuencias.

    De este grupo, Katharine Graham (Meryl Streep, siempre impecable, en su primer trabajo para el director) es la primera mujer. Ella es la viuda del dueño de The Washington Post (cualquier parecido con la prensa argentina es pura casualidad), una mujer que tuvo que hacerse cargo de la empresa cuando su marido se suicidó, pero nunca le ha prestado demasiada atención al día a día del trabajo, que lo manejan otros gerentes y, fundamentalmente, el editor en jefe Ben Bradlee (En el que se basa el documental The Newspaperman The Life and Times of Ben Bradlee, aquí interpretado por Tom Hanks). Ella se ha dedicado más a socializar con gente rica y poderosa de Washington, incluyendo varias personalidades políticas y nunca se ha metido en las decisiones editoriales.

    Pero, en 1971, dos cosas la obligan a tomar imporantes decisiones y a hacerse cargo de su futuro y el del diario. Por un lado, la problemática situación económica de The Post (que, en esos tiempos, no tenía la mítica reputación que logró tras Watergate) lleva al directorio de la empresa a volverla pública. Es decir, a hacerla cotizar en Bolsa, con las ventajas y riesgos que eso puede tener en función de los vaivenes de las acciones. Y, fundamentalmente, por la aparición de los célebres Papeles del Pentágono, una enorme serie de documentos que fueron filtrados a la prensa y que revelan secretos de la política estadounidense en la Guerra de Vietnam desde los años ‘50. Son documentos que prueban, fundamentalmente, que hace años que los distintos gobiernos norteamericanos sabían que esa guerra estaba perdida y seguían mandando soldados al frente.

    Los “Papeles” en cuestión fueron publicados primero por The New York Times pero el gobierno del entonces presidente Richard Nixon (cualquier similitud con Donald Trump no es pura casualidad) forzó a ese diario a detener sus revelaciones acusándolos de dar a conocer secretos de seguridad nacional. Y mientras se debatía la legalidad o no de esa medida en relación a la constitucional libertad de prensa, el Post debía tratar de conseguir ese material y, llegado el caso, atreverse a publicarlo con todas las posibles complicaciones implícitas: pérdida de amistades, potenciales problemas con la cotización en Bolsa, un posible cierre del diario y hasta la cárcel.

    Graham es el centro de la trama –el personaje cuyo arco dramático organiza el filme– y todo el relato circula alrededor de ella. Bradlee es el editor old school de esos que están 24 horas pendientes de las noticias. Y detrás de ellos hay tanto periodistas del Post haciendo lo que mejor saben hacer, como Ben Bagdikian (Bob Odenkirk) y Meg Greenfield (Carrie Coon, de Fargo y The Leftovers), los más temerosos/cuidadosos ejecutivos y abogados del periódico (Bradley Whitford, Tracy Letts, Jesse Plemons), los dueños del New York Times (Michael Stuhlbarg), el tristemente célebre Secretario de Defensa Robert McNamara (Bruce Greenwood) y el que “filtró” los documentos, Daniel Ellsberg (Matthew Rhys, de The Americans). A este elenco hay que sumarle a Alison Brie (Mad Men) como la hija de Graham y a Sarah Paulson (The People vs. O.J. Simpson y Blue Jay) como la mujer de Bradlee, en un elenco de reconocidas caras del cine y la TV.

    The Post se construye como un thriller de suspenso a partir del conflicto generado por este cruce de factores, con el siempre apropiado y conveniente cierre de edición como generador de tensión dramática. Pero detrás de eso Spielberg se hace preguntas que siguen siendo relevantes ahora, o acaso lo sean aún más: ¿Se debe publicar algo aún cuando se corra el riesgo de afectar la seguridad nacional? ¿Cuál es el límite ético de las relaciones entre los dueños de los medios y los grupos de poder, incluyendo el político? ¿Puede un gobierno entrometerse en lo que publica un medio? ¿Debería haber algún límite para la libertad de prensa? Y, por último, aunque no menos importante: ¿Para quién se escribe un diario? ¿Para quiénes escribimos?

    Es cierto que muchas de esas preguntas, en un mundo ideal, tienen una respuesta correcta. Pero no siempre es posible ser fiel a ellas en el mundo real. Y eso es algo que la película pone en primer plano. Si en algo falla el filme de Spielberg, tengo la impresión, es que su guión es un tanto esquemático y didáctico en sus conflictos y en su desarrollo dramático, como si el apuro por filmar la película les hubiera impedido hacerle un par de revisiones y volverlo un poco más sagaz e inteligente. No digo a un nivel Aaron Sorkin –de hecho, creo que el combo Sorkin/Spielberg no sería del todo bueno ya que el guionista intentaría imponer su ingenio para los diálogos por sobre el clasicismo humanista del director, quien sabe decir más con su cámara que con ese tipo de monólogos en serie que son marca registrada del escritor–, pero creo que los personajes podrían haber sido un poco menos “funcionales” a la trama y más complejos como personas.

    De todos modos, Spielberg se maneja sin problemas dentro de ese esquema, si se quiere, clásico. La forma en la que la historia avanza por carriles más o menos previsibles (es un hecho real, después de todo) permite al espectador observar sus recursos de puesta en escena, como la genial manera en la que la cámara se acerca lentamente a sus personajes y les permite revelar mucho sobre sí mismos casi sin decir nada, o la precisa y compleja coreografía de personajes (en la redacción, en la casa de Bradlee, en eventos sociales) que el director arma en largos planos que no anuncian su virtuosismo con letras de neón pero que son geométricamente impecables. Y, por supuesto, la manera casi imperceptible en la que consigue que la emoción brote en el espectador como si fuera una respuesta mecánica y casi pavloviana ante cualquier plano dirigido por él.

    Por último, en cada plano detalle de las rotativas, de los viejos y analógicos mecanismos de cierre, publicación e imprenta de los diarios (máquinas de escribir, páginas diseñadas en papel con lápiz y escuadra, gente corriendo para llegar con un texto bajo el brazo), The Post se convierte en un homenaje al periodismo y a los periodistas de entonces. Para los que llegamos a atravesar la última etapa analógica de los medios –y hemos visto pegar textos en talleres con plasticola, corrido por pasillos con alguna nota para ser tipeada o cortar algún sobrante con un simple cutter–, la emoción es doble. Spielberg sabe que esa ética de trabajo no tiene porqué haber desaparecido. Y esa obligación de hacer responsables, con nombre y apellido, a los poderosos por los delitos que puedan cometer, tampoco. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)

     

  • Pasazerka (Andrzej Munk – 1963)

    Pasazerka (Andrzej Munk – 1963)

    Pasazerka trata sobre una relación entre dos mujeres. Terminada la Segunda Guerra Mundial, Liza huyó de Europa. Hasta entonces había sido vigilante en el campo de concentración de Auschwitz. Cuando años después regresa, durante la travesía en barco reconoce un rostro que no ha podido olvidar.

    Mención Especial (Festival de Cannes 1964)

    • IMDB Rating: 7,6

    Película (La copia viene con subtítulos en castellano)

    Una gran película olvidada y poco conocida, obra póstuma del director también olvidado Andrzej Munk. La historia de la relación personal entre una oficial alemana y una reclusa judía que sirve para denunciar la soberbia del mando opresor del que dependen vidas humanas que se pueden eliminar con un simple gesto. Además es un magnifico estudio sobre la imposibilidad del ser humano de huir de su pasado, pues existe la conciencia personal que impide dicha huida y así vemos la historia de Liza, una mujer alemana celadora uniformada de las SS en un campo de concentración.

    Pasazerka está rodada en el interior del campo y nos muestra la vida cotidiana de los reclusos incluyendo una serie de fotografías fijas de Witold Lasiewicz que sirven para dar una explicación y un final a la película. Pasazerka tiene momentos de una gran emoción como cuando vemos a un niño prisionero acariciando a un perro pastor alemán ante la sonrisa de su amo, un soldado nazi, o la secuencia en la que la orquestilla de presos toca de forma imperfecta un concierto de Bach lo que la hace más real y por encima de todo contemplamos una relación muy peculiar entre un ser dominante y otro sometido, un claro antecedente de la polémica película de Liliana Cavani “Portero de noche”, de 1973 o de la posterior “El lector”, de Stephen Daldry, de 2008 con una conclusión desesperanzadora y triste: las imágenes del pasado y la mirada de Marta perseguirán y atormentaran a Liza hasta su muerte. Rodada en el interior del mítico campo de concentración nazi de Auschwitz, está basada en una historia de Zofia Posmysa que Andrzej Munk escuchó por radio quedando muy impresionado y más tarde comentó: “Con Pasazerka he querido decir que el ser humano no puede escapar a su pasado y que es responsable de sus actos  ante  la sociedad y ante su conciencia”. Una magnífica fotografía en blanco y negro, al morir Munk antes de acabar el rodaje, sus colaboradores no añadieron nada nuevo a lo que ya estaba rodado y se limitaron a montar las escenas ya filmadas bajo la forma de tres “flashback” y solamente añadieron una “voz en off” para explicar la naturaleza inacabada de la película y para conseguir el final de la misma. Pasazerka es en suma un estudio sobre el sufrimiento y el dolor y sobre los valores del ser humano cuando está sometido a presiones externas. (Mario Delgado Barrio – nosolocine.net)