Día: 21 de marzo de 2017

  • Robot & Frank (Jake Schreier – 2012)

    Robot & Frank (Jake Schreier – 2012)

    En un futuro no muy lejano, la integración de los robots en la vida humana hará posible que surjan androides programados para cuidar personas mayores. Esa es la solución que encuentran Hunter y Madison para su anciano padre Frank, cuyas pérdidas de memoria son cada vez más frecuentes.

    Premio del Público (Festival de Sitges 2012)

    • IMDB Rating: 7,1
    • Rottentomatoes: 86%

    Película / Subtítulo

    A partir del relato Los superjuguetes duran todo el verano de Brian Aldiss, Steven Spielberg, en la profundamente maltratada e incomprendida A.I. Inteligencia Artificial (2001), ahondó en la insoportable levedad de ser una identidad sintética en un futuro poblado por una humanidad necesitada de prótesis emocionales. Robot & Frank, primer largometraje de Jake Schreier, no adopta un tono tan oscuro y problemático como la película de Spielberg y tampoco facilita acceso a la vida interior de su robótico coprotagonista —que no está programado para sentir, ni, por tanto, para sufrir—, pero su descripción de un futuro a la vuelta de la esquina, donde las máquinas suplen las carencias afectivas humanas, parece el esbozo, más o menos amable, de la distopía propuesta en A.I.

    Robot & Frank recuerda el tono de esa ciencia ficción humanista que con tanta elegancia practicó Ray Bradbury y que Rod Serling supo canalizar tan bien en series como The Twilight Zone. Frank (Frank Langella) es un anciano víctima del alzheimer al que uno de sus hijos (James Mardsen) regala un mayordomo androide para que vele por él. El punto de partida se guarda varios secretos en la recámara que el guion del también debutante Christopher D. Ford va desvelando con un estratégico sentido de la progresión dramática. El primero de esos secretos tiene que ver con la identidad profesional del anciano y transforma la película en un irresistible thriller en miniatura. El último secreto, quizá discutible en su mecánica, acaba intensificando la potencia dramática del desenlace.

    En Robot & Frank Schreier maneja su delicado material con inteligencia y humor —sensacional el diálogo entre robots en la fiesta—, aunque no siempre controla el tono de sus apuntes satíricos: el retrato de la hija concienciada es extraordinario, pero la mirada sobre el entorno snob de Los Ángeles sucumbe al trazo grueso.

  • El Ciudadano Ilustre (Mariano Cohn y Gastón Duprat – 2016)

    El Ciudadano Ilustre (Mariano Cohn y Gastón Duprat – 2016)

    El Ciudadano Ilustre es la historia de un escritor argentino, Premio Nobel de Literatura, que hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de ese pueblo donde nació le invita para nombrarle «Ciudadano Ilustre» del mismo.

    Copa Volpi al Mejor Actor en el Festival de Venecia 2016
    Mejor Película Hispanoamericana en los Premios Goya 2016
    Espiga de Plata y Mejor Guión en el Festival de Valladolid – Seminci 2016
    • IMDb Rating: 7,6
    • RottenTomatoes: 100%

    Película

    Una radiografía o un espejo de ciertos aspectos de nuestra sociedad es lo que devuelve la pantalla cuando nos sentamos cómodamente en nuestras butacas a ver El Ciudadano Ilustre. No hay cinismo, ni tampoco hipocresía, sino sarcasmo e ironía.

    La misma que la dupla Duprat y Cohn destilaban en El Hombre de al Lado (2009), porque en el fondo el planteo es similar: una acción del protagonista genera una reacción de su entorno (el vecino en El Hombre de al Lado, más de un habitante del pueblo al que regresa Daniel Mantovani en El Ciudadano Ilustre). Y el público asiste, algún espectador más atónito que otro, a una escalada de violencia ante la que debe tomar una posición.

    Mantovani (Oscar Martínez en otra labor que lo consagra allí arriba, y que demuestra cómo el cine argentino “se lo perdió” durante tantos años) es un escritor que dejó Salas, su pueblito bonaerense, se afincó en Europa y ganó el Nobel de Literatura. Entre tantas invitaciones para dar conferencias, que rechaza una otras otra porque es un tipo de pocas pulgas y un hueso duro de roer, que cuestiona hasta a la Academia sueca cuando lo premia, le da el OK a la de su pueblito, que lo quiere declarar Ciudadano ilustre.

    Se alejó durante décadas, pero las vivencias que tuvo allí, en ese pueblo chico, nutrieron y están más que latentes en las páginas de sus obras. Así que cuando llegue será recibido con bombos y platillos -cochebomba de bomberos y un remis destartalado incluidos-, pero también con resquemores y ánimo de venganza.

    Si no es fácil alcanzar el éxito, los recelos y la envidia suelen ocupar tanto o más esfuerzo. E intolerancia. Mantovani no es un tipo simpático, y lo sabe, pero es sincero. Los directores juegan a la contraposición. Es una constante. Mantovani con el intendente, que aprovecha la situación buscando rédito político del visitante, Mantovani con un artista local, y con dos coprotagonistas.

    Es que los personajes centrales, Mantovani y los que componen Andrea Frigerio -aún afeada y sin maquillaje es lindísima como Irene, la novia del pueblo a la que dejó cuando eligió partir a Europa- y Dady Brieva -Antonio, el tipo con el que se quedó Irene- parecen creados, cortados con rigor, y tienen un solo rostro.

    La trama le va presentando al (anti)héroe distintas vicisitudes, y también al espectador. El Ciudadano Ilustre es una película que interpela. Lo hace las mayoría de las veces con humor negro, pero no es una comedia.

    El conformismo es un tema abordado, y también las contradicciones intelectuales y cómo funciona el mundo literario -Mantovani, que se siente superior al resto, desde que ganó el Nobel no volvió a escribir ninguna novela-. es una película punzante, negrísima y siempre atrapante y entretenida