En Nightcrawler y tras ser testigo de un accidente, Lou Bloom un apasionado joven que no consigue encontrar trabajo, descubre el mundo del periodismo criminalista en la peligrosa ciudad de Los Ángeles.
- IMDb rating: 7.9
- RottenTomatoes: 95%
En un primer visionado Nightcrawler puede parecer, y de hecho es, un retrato brutal del periodismo criminalista estadounidense. Programas de televisión ávidos se sangre, violencia y muerte con los que disparar sus índices de audiencia impactando a los espectadores con material audiovisual lo más gráfico y explícito posible aunque para conseguir su fin tengan que pisotear los derechos más básicos de las víctimas a las que acosan con los objetivos de sus cámaras.
Pero este contexto de sensacionalismo periodístico y televisivo es sólo una excusa por parte de Dan Gilroy para retratar la figura de un parásito, uno de los ejemplares más bajos, rastreros y por el contrario inteligentes del hombre del siglo XXI. Lou Bloom es un ladrón, un timador apocado que da la impresión de padecer los síntomas del inefable Síndrome de Asperger y que es capaz de engañar, intimidar y hasta amenazar física o psicológicamente al prójimo sin levantar el tono de su voz. La presencia de un contenidísimo pero visceral Jake Gyllenhaal de mirada plácidamente psicótica hace el resto para dar forma al retrato de este estadounidense tipo, devorado por el deseo de éxito y reconocimiento, ese por el cual será capaz de cometer actos criminales que le ayuden a llevar a buen puerto tan difícil empresa, sin importar los medios empleados para ello. Un ratero venido a menos metido en trapicheos de medio pelo que ve el cielo abierto cuando descubre lo sencillo que es convertirse en un periodista freelance de sucesos criminales y sacar con ello sustanciosas sumas de dinero al vender el material audiovisual a las cadenas de televisión de la ciudad de Los Ángeles que saben cómo vender sus productos de cara a la audiencia. Un individuo que graba el sufrimiento ajeno para producir más del mismo de cara a las personas que ven dichos programas catódicos confirmándose como un ciudadano despreciable que disfruta con crear y capturar los peores momentos de la vida de sus semejantes.
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