En High Life Monte y su hija Willow viven completamente aislados a bordo de una nave espacial. No siempre estuvieron solos: eran parte de un grupo de condenados a muerte que aceptaron conmutar sus sentencias por participar en una misión con destino al agujero negro más cercano a la Tierra.
Premio FIPRESCI en el Festival de Cine de San Sebastián 2018
- IMDb Rating: 6,0
- RottenTomatoes: 83%
Película / Subtítulos (Calidad 1080p)
Uno sabe que no está viendo una película convencional de ciencia ficción cuando la primera secuencia, que se extiende casi 20 minutos, consiste en un hombre en el espacio arreglando algún desperfecto de una máquina mientras se comunica con balbuceos con un bebé que se ha quedado dentro de la nave. No se trata de la espectacularidad silenciosa de Gravity sino de una curiosa serie de escenas de apariencia bastante domésticas que transcurren en el espacio. De todos modos, pese a la extrañeza del tono de esas escenas paterno-filiales, tal vez sí sea la parte más “convencional” de High Life, la primera incursión en algo parecido a la ciencia ficción de parte de la gran directora francesa Claire Denis.
Robert Pattinson encarna a Monte, este hombre que, por motivos que no sabemos, cuida a una beba en espacio. Solo. La nave en sí parece bastante frágil —toda la tecnología que suele ser central al género aquí es parte del decorado y poco más—, pero recién el asunto empezará a complicarse cuando veamos a Monte acercarse a un sector de la nave lleno de lo que parecen ser otros astronautas muertos. Y los va lanzando, de a uno, al “gran agujero en el Cielo”. De ahí en adelanteHigh Life tomará una forma de largo flashback (o algo que se parece a eso, ya que el tiempo y los “agujeros negros” no se llevan del todo bien) en la que nos enteraremos cómo llegamos hasta esa situación.
Y es ahí donde la película se vuelve verdaderamente extraña, única, más cerca de otros filmes de Denis que a Alien o cualquier otra película sobre un grupo de personas que surcan el espacio en una nave. La particular forma de relacionarse y los curiosos personajes que allí aparecen será mejor que los descubran al verla. En principio vale adelantar que se trata (o trataba) de una especie de colonia penal en una misión espacial más que peligrosa a la que no podían negarse a ir ya que, bueno, la otra opción era la condena a muerte. Pero a Denis no le preocupa mucho la lógica de la misión en términos de trama sino, más bien, en lo que va provocando en los pasajeros.
Hay una doctora, encarnada por una intensa Juliette Binoche (Un Beau Soleil Intérieur, anterior pelicula de Denis), que parece manejar a la demás tripulantes y pasajeros. Y el principal eje de la mayoría de ellos parece estar relacionado con el deseo, el sexo (de varias maneras posibles), en la reproducción de la especie y en cómo combatir el aburrimiento en el espacio. High Life logra transmitir muy bien ambas cosas. Por un lado es un film denso y silencioso, con pocos giros dramáticos clásicos. Y, por otro lado, la tensión sexual —y las peculiares formas de manejarla— están entre las actividades más buscadas por los viajeros, con momentos entre bizarros, eróticos y algunos más cercanos al cine de terror y violencia.
Denis incluye momentos de volátil intensidad sexual, un poco a la manera de Trouble Every Day, pero el tono del filme es aún más denso y por momentos un tanto asfixiantes, cercanos a los de Solaris, de Tarkovsky, por citar un ejemplo. Las relaciones entre los personajes no se terminan de definir bien nunca, más allá de la tensión existente entre la doctora y Monte, que prefiere ser célibe y no participar demasiado de los planes reproductivos. Y en esa parte de High Life da la impresión que no todas las escenas funcionan del todo bien. Luego, por motivos que ya verán, las cosas volverán a jugarse en un tono más directo, pero siempre con la directora prefiriendo poner el acento en las sensaciones y extrañas emociones que se pueden llegar a vivir en el espacio.
La soledad, el sexo, la incomunicación y el deseo son los temas de un filme que casi podría transcurrir en una casa y en el que queda claro que la nave espacial es más una excusa/metáfora que eleva los desafíos personales que otra cosa. Binoche, con pelo largo y actitud bastante salvaje, se roba las escenas en las que aparece, pero el peso de la película lo carga, de manera bastante silenciosa Robert Pattinson, que sigue demotrando aquí no sólo su deseo de trabajar más y más en películas indies sino sus variados recursos interpretativos, ya que este personaje es casi opuesto al muchacho frenético que hacía en Good Time, de los hermanos Safdie. La combinación del actor con Denis marca un punto más de inflexión en una carrera sorprendente. (Diego Lerer – MicropsiaCine.com)
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